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MEDIA COLUMNA
El cinturón que
circunda el globo
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Las Nuevas Rutas de la Seda -en recuerdo de la que
por siglos unió a China con Europa, que Marco Polo conoció- es el plan global
de China para el siglo XXI. Uno que abarca ya a 115 países de Eurasia, Africa, América Latina y Oceanía.
Su construcción solamente, según
informa Reuters hoy, podría aumentar la demanda de cobre en 1.6 millones de toneladas anuales.
El cobre cerró el martes en 2.86
dólares la libra con un aumento de 0.56% en la Bolsa de Metales de Londres, luego
de tres sesiones consecutivas de alzas. Pero el jueves el cobre se desplomó de
nuevo a 2.78 dólares. El precio no tiene sostenibilidad en el mercado.
No la tiene porque nadie sabe si
la demanda de China podrá continuar en el tiempo, si su economía no se frenará
y con ello su demanda. Para nosotros y los chilenos, los dos primeros
productores de cobre en el mundo, eso sería el desastre. Chile necesita, según
confesión de su ministro, un cobre a tres dólares la libra para su equilibrio
fiscal. Nosotros algo menos, pero no estamos lejos de eso. Y el precio que era
de 3.30 dólares la libra hace seis meses, hoy es de 2.81 dólares. Con menos
ingreso de impuestos del cobre y mayor gasto corriente, nuestro déficit fiscal
lejos de disminuirn no deja de crecer.
Pero las Rutas de la Seda de China -a las que China
llama también el Camino y el Cinturón, aludiendo a la circunvalación del globo
terráqueo- podría salvarnos.
Es una red de infraestructura global cuya
edificación demandará enormes cantidades de cobre y otras materias primas. Una
demanda que podría llegar a ser, según cálculos “conservadores” de la minera
Billiton (BHP), de más de un millón y medio de toneladas del metal rojo, cada
año.
Podría mover un tercio de la economía global. Es un
plan digno de aquel con que Franklin D. Roosevelt sacó a EEUU de la Gran
Depresión (para eterna admiración de John Maynard Keynes), pero esta vez de
escala global.
Segú BHP, citado por Reuters,
más del 70% de esa enorme demanda correspondería a unos cien proyectos de
energía, “que no suelen ser la mayor fuente de consumo de cobre”. Solo una
“inversión inicial” que podría llevar aparejado luego un “gran impulso en la
demanda de sectores intensivos de cobre, como los automóviles”, dice BHP. Está hablando de todos los automóviles
eléctricos para el siglo XXI, se entiende.
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