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MEDIA
COLUMNA
El
invitado de piedra
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
El Ministerio de
Trabajo ha creado un grupo de trabajo para reformar el Seguro Social (EsSalud).
Esta decisión política sorprende por el carácter público-privado de la composición
del grupo y por provenir justamente del ministerio autor de dos inciativas
populistas nocivas, la que limita la tercerización y la que promueve la
sindicalización.
El grupo de trabajo para
la reforma de EsSalud -al que Confiep ha dado la bienvenida- está conformado
por trece apóstoles. Siete provienen del Estado -incluido su presidente, el
ministro de Trabajo- y seis del sector privado, si se considera privado al
Seguro Social. Como debería, puesto que sus dueños son los pensionistas y no el
Estado.
Los siete del sector
público pertenecen al Ministerio de Trabajo. Los seis restantes, los del sector
“privado”, provienen de EsSalud. Dos representan a los empleadores (uno de la
mediana y gran empresa y otro de la pequeña y la micro); otros dos representan a
los trabajadores y pensionistas (obsérvese que los pensionistas, los verdaderos
dueños, tienen así un representante de un total de trece); y, finalmente, dos
representan a EsSalud.
El grupo de trabajo
puede, además -esto es discrecional- invitar a representantes de otras
instituciones públicas y privadas, y pedir asistencia técnica a la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), y la Organización Iberoamericana de la
Seguridad Social (OISS). La secretaría técnica del grupo está, desde luego, a
cargo del Ministerio de Trabajo.
La función del grupo de
trabajo para la reforma del Seguro Social es elaborar un diagnóstico del estado
situacional de EsSalud y proponer lineamientos para su reforma. El grupo se
instala este 25 de noviembre y dispone de 60 días hábiles para producir su
informe.
Reformar la Seguridad
Social es una de las prioridades hoy no solo en el Perú, sino en el mundo. Sin
duda, un equipo público-privado verdaderamente paritario podría hacer un gran trabajo en ese objetivo. Pero los
indicios apuntan a otra parte. No cabe duda de que el Estado prevalecerá en él.
Es por eso mismo que , hasta los 90, el Seguro fue y vuelve a ser hoy el
organismo híbrido -ni publico ni privado- que por décadas permitió su saqueo.
También en esta
ocasión la participación privada -es decir, la que sería estrictamente tal- se
limita a ser la de un invitado (de piedra), cuya presencia es prescindible.
Ese es la
responsabilidad de la izquierda peruana. No importa de qué índole o magnitud
sea la iniciativa de un proyecto ni de dónde de provenga, para el pensamiento de
izquierda el protagonismo debe hallarse en manos del Estado. El
sector privado es un intruso, un estorbo sospechoso, al que hay que vigilar. Es
la empresa en el Perú, no el Estado, la que tiene un rol subsidiario en la
economía.
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