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MEDIA COLUMNA
Ocaso del G7,
esplendor del G2
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Thomas Straubhaar, profesor de la Universidad de
Hamburgo, y Brahma Chellaney, del Center for Policy Research de Nueva Delhi
están físicamente en las antípodas del planeta, pero en el mismo lugar mental.
Ambos han advertido acerca de cómo será la política
y la economía global en los próximos años.
El occidental Straubhaar sostiene que el grupo de
las siete potencias económicas llamado G7, integrado por Estados Unidos y sus
aliados tradicionales, ha terminado su ciclo. En adelante -lo sabemos gracias a
Gestión-, lo que hay es un único nuevo grupo, el G2: Estados Unidos y China. Entre
ellos se decidirán las cosas en adelante.
Por su parte, el profesor asiático Chellaney añade
que Donald Trump y Xi Jinping “se basan en la misma idea: que las dos
superpotencias tienen toda la libertad de actuar en función de sus propios
intereses”.
De modo que aquí estamos de vuelta en la
bipolaridad global. Un mundo, sin embargo, solo en apariencia similar al de la
Guerra Fría. Primero, puede descartarse razonablemente todo verdadero peligro
de amenaza nuclear. Las dos nuevas superpotencias forcejean en el terreno
económico sin llegar a la guerra comercial. Pero no se amenzazan entre sí en el
terreno militar e incluso colaboran exitosamente en el desarme nuclear de la
península de Corea, con Trump liderando las negociaciones y Xi actuando muy eficazmente
detrás del biombo chino.
Ahora bien, ¿es esto malo para las economías
emergentes, como el Perú? Todo lo contrario. Podrán jugar sus opciones entreambos,
dentro de límites desde luego.
Es Europa quien necesita entender esto. Aun no lo
acepta. No quiere admitir su nuevo lugar. No le ha quedado hace poco sino
colaborar con desgano en la advertencia a Irán de que Occidente no va a tolerar
un portador más de armas nucleares en Oriente Medio-, y ha intentado con Canadá
–que debió hacer caso a EEUU y no a Francia- fabricarle a Trump un corralito en
la reunión del G7, echarle en cara sus quejas lastimeras de aliados ninguneados
y tratar de arrancarle, por compasión, concesiones arancelarias. Trump los ha
dejado boquiabiertos al proponer un G7 “sin aranceles y sin subsidios” y reincorporar
a Rusia. Haciéndose los ofendidos, los aliados europeos no han atinado sino a fingir
ignorar al presidente de Estados Unidos.
No sería una sorpresa que esta -la número 44- haya
sido la última reunión del G7. A las siguientes puede que los aliados no sean
invitados por no saber ubicar su lugar en la mesa.
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