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MEDIA COLUMNA
Odebrecht en La
Habana
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
El Nuevo Herald de Miami
ha publicado hace poco un formidable artículo que circula en las redes. La
publicación demuestra al fin, palmariamente, cuál fue exactamente la naturaleza
del vínculo entre Odebrecht y La Habana.
Recuerda a este
propósito que, cuando el Partido de los Trabajadores llegó al poder en el
Brasil en el año 2002, Lula da Silva buscó activa y militantemente la forma de articular
con La Habana y Caracas a los partidos de izquierda de toda la región -en el
poder o tratando de llegar a él en el Perú, Ecuador, Bolivia y Argentina-, y
que lo logró creando una forma de adicción y de nueva dependencia económica
dura.
"Odebrecht era el
medio para ese fín", dice El Nuevo Herald.
Al respecto, el diario de Miami cita a un alto funcionario de Washington, Thomas A. Shannon Jr., quien fuera secretario de Estado adjunto –jefe de la diplomacia de EEUU para Latinoamérica- durante el gobierno de George W. Bush, y luego embajador de Estados Unidos en Brasil hasta el 2013: “Odebrecht y otras compañías –dice Shannon- se pusieron a trabajar con el Partido de los Trabajadores desde el principio… el PT estaba construyendo un nuevo modelo de corrupción del siglo XXI“.
Al respecto, el diario de Miami cita a un alto funcionario de Washington, Thomas A. Shannon Jr., quien fuera secretario de Estado adjunto –jefe de la diplomacia de EEUU para Latinoamérica- durante el gobierno de George W. Bush, y luego embajador de Estados Unidos en Brasil hasta el 2013: “Odebrecht y otras compañías –dice Shannon- se pusieron a trabajar con el Partido de los Trabajadores desde el principio… el PT estaba construyendo un nuevo modelo de corrupción del siglo XXI“.
Hoy sabemos bien en el Perú en qué consistió el “nuevo modelo
de corrupción”.
El Nuevo Herald cita
también a a John Kavulich, presidente del U.S.-Cuba Trade and Economic Council:
“El gobierno de Lula y su sucesora, la señora Rousseff –asegura-, consideraron
a Odebrecht casi un fondo de riqueza soberano”.
En concreto, el vínculo
de Odebrecht con La Habana surgió con la masiva inversión brasileña en la reconstrucción
–dotada de una nueva zona económica especial- del viejo puerto cubano de Mariel
(por donde décadas atrás salieron los “marielitos” que vinieron al Perú).
A cambio de la
megainversión de Odebrecht en Cuba, a pedido de Lula y del Partido de los
Trabajadores, desde La Habana llegaría a Sao Paulo no ya la vetusta ideología
del castrismo, que no valía el papel en que estaba escrita, sino la información
estratégica de inteligencia para la expansión del “modelo de la corrupción” brasileña
a toda Sudamérica.
Así pagó La Habana
también el petróleo de Venezuela y compró con petróleo venezolano los votos de
la OEA para sus regímenes aliados en Centroamérica y el Caribe.
Paralelamente, es interesante recordar que Tom Shannon salió del cargo
de secretario de Estado adjunto para Latinoamérica en la secuela de la supuesta
“ruptura constitucional” de Honduras en 2010 y la posterior renuncia del
gobierno de EEUU a exigir el regreso del depuesto presidente Zelaya. Solo luego
de largo tiempo y forcejeos del Ejecutivo con el Congreso de Estados Unidos,
Shannon sería designado por Barack Obama embajador en Brasil y reemplazad como
secretario de Estado adjunto para Latinoamérica, nombrado ahora por Obama, por el
académico chileno-estadounidense Arturo Valenzuela, asesor político en reforma
constitucional en Bolivia, Brasil, Ecuador y Chile.
El “nuevo modelo de la
corrupción” fue la trampa que puso a los latinoamericanos la izquierda
brasileña, en la que el Perú continúa atrapado hasta la fecha. Lula está hoy en
prisión, pero sus patrones de La Habana, que fueron los autores intelectuales,
viendo llegar el fin de su dominio sobre el petróleo de Venezuela preparan su
plan B en el Sur de Perú con la captura de los recursos naturales estratégicos
para el siglo XXI. Ellos son el enemigo que toca las puertas.
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