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MEDIA COLUMNA
¿Quién controla la agenda?
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Terminado el
diálogo -por hoy- solo el presidente del Legislativo, Pedro Olaechea, informó
de los pasajes secretos del laberinto. Y lo hizo de manera telegráfica.
En resumen,
primero estableció que el diálogo continuará y, al parecer, sine die. Quedó
flotando la sensación de que el diálogo se convertiría en lo sucesivo en una
instancia de comunicación y negociación permanente entre ambos poderes del
Estado.
En segundo
lugar, el congresista Olaechea informó sobre la agenda acordada para el diálogo
en las futuras reuniones. Se trata de dos agendas, en realidad, según precisó. El orden entre ellas es importante.
En la primera menciónó la productividad –se entiende
que se trata del plan de Competitividad y Productividad, que el gobierno acaba
de presentar precisamente ayer y que ha impresionado favorablemente al
empresariado-. El presidente del Congreso se refirió en el segundo lugar de la
primera agenda a la seguridad ciudadana, y en el tercero a la reconstrucción
del Norte. Es la agenda económica.
Solo en segundo
lugar aparece la otra agenda. Y dentro de esta segunda agenda el tema tabú: el
adelanto de elecciones, que conlleva la renuncia presidencial adelantada y la
autodefenestración del Congreso. Es la agenda política.
Si el orden propuesto
por Olaechea de las dos agendas se mantiene, solo luego de concluir con los
tópicos largos de la primera agenda se entrara en materia de la segunda. De
esta manera el diálogo puede continuar idefinidamente. En este caso, la meta es
el camino al mismo tiempo.
Pero el diálogo
puede también concluir de inmediato, ya que, según dijo el propio presidente
del Congreso, “el proyecto del recorte del mandato presidencial y congresal,
debe ser tratado con la mayor prontitud”. También el premier Del Solar ha dado
a entender al final de la reunión que el
diálogo ha resuelto darle prioridad al tema del adelanto. En otras
palabras el oreden de los factores altera el producto. Si la agenda política
pasa primero, la agenda eonómica se quedará para vestir santos.
No obstante, uno
tiene la sensación de que el congresista puede haber llevado a Palacio una
carta bajo la manga, alguna clase de propuesta a la que el mandatario no ha
dado respuesta de inmediato, que aún necesita meditar y que las partes tendrán
que negociar.
Demasiado
depende aquí de la buena voluntad de las partes. Y el hecho frío es que la
calidad de las personas –por mucha que sea- rara vez puede subsanar las
carencias de las instituciones. Dadas las enormes limitaciones y fallas de la
arquitectura de nuestra democracia de baja gobernabilidad, ya es un mérito que
esta primera reunión no haya terminado a capazos.
El Congreso ha
movido su ficha, y es el turno del Ejecutivo. La jugada que venga a
continuación será la que revele quién tiene el control de la agenda o, lo que
es lo mismo, de la prioridad entre ambas.
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