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MEDIA
COLUMNA
El
Estado creó artificialmente
un
mercado para el gas
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Hay
dos hechos que están pasando inadvertidos y, sin embargo, se hallan en el centro
del tema del gas. El primero es que la cuarta parte del gas natural que produce
Camisea tiene que reinyectarse en el suelo porque no hay mercado. No hay quién
lo compre.
El
segundo es que esto fue así desde un principio. Y, como no había quien comprara,
el Estado peruano le creó –cual dios olímpico-, pero artificialmente, un mercado
al gas natural en la generación de electricidad. Hoy, el 40 por ciento de la
electricidad del Perú se produce con gas natural.
Y,
a pesar de eso, hay que reinyectar la cuarta parte del gas natural en el suelo
porque no hay mercado suficiente.
Por
eso se habla ahora de generar el mercado de la masificación del gas natural
para consumo de los hogares.
Esto,
sin embargo, requiere una inversión masiva en ductos y redes de distribución.
¿Quién va a pagarla? El consorcio Camisea se ha adelantado a decir, por si
acaso, que esa gigantesca inversión es responsabilidad del Estado y no suya. Este
será el telón de fondo de la renegociación del contrato de Camisea.
Cuando
el Perú optó por dejar la matriz energética del petróleo decidió pasar al gas natural,
pero debió pasar a la energía generada por hidroeléctricas. Y este despropósito
ocurrió en un país que tiene en la Cordillera de los Andes un potencial
ilimitado de generación de energía hidroeléctrica limpia con la fuerza del agua
en lugar de quemar gas contra las prioridades ambientales.
En
un acto de falsa omnipotencia, el Estado decidió crear un mercado que no
existía para poder colocar lo que había decidido producir. Resolvió generar una
oferta y crearle luego una demanda. No que la oferta respondiera a la demanda,
sino una demanda para la oferta que había decidido producir. Cual aprendiz de
brujo, se creyó capaz de sustituir al mercado y contra las leyes de la economía.
Esto por tiempo indefinido, además, hasta que algún día el negocio fuera
rentable sin subsidio del Estado. Ese día no ha llegado hasta hoy.
¿Quién
ha pagado todo este plan descabellado? Por años la economía peruana trasladó
ese sobrecosto masivo a los precios finales. Y eso pasó inadvertido en una economía
en crecimiento. Hoy que el crecimiento ha sido dinamitado y la inflación comienza
pagamos este fracaso monumental.
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