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MEDIA
COLUMNA
No
más futuros falsos
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Frente a la pandemia, la decisión política en todas partes fue generar deliberadamente déficit fiscal y endeudarse para pagarlo.
Endeudarse es traer valor al
presente tomándolo prestado de un futuro imaginario. Pero si ese es un futuro falso,
trucho, en el que nadie cree, no habrá inversión. Habrá inflación.
El océano monetario puesto en
circulación en todo el planeta desde la pandemia nos ha regresado a la
inflación.
Veamos el círculo completo: se
emite dinero para salir del paso sin sacrificar el crecimiento. Luego, no hay
forma de parar la inflación sin causar una recesión. Y dspúes hay que seguir
emitiendo falso valor con cargo a un futuro en el que nadie cree. Es un círculo
vicioso.
Esto ocurre hoy, y lo mismo ocurrió
luego del colapso de la burbuja global de 2008.
Hoy, el banco central de EEUU, la
Fed, sube la tasa de interés para frenar la inflación. Esto hace del dólar un dudoso
refugio artificial para el capital global y EEUU se convierte en la aspiradora
de los capitales de todo el planeta.
Sobre esto, el presidente de la
Fed, Jerome Powell, argumenta que su mandato es detener la inflación y que el
efecto devastador del dólar caro en el resto del mundo es muy lamentable, pero no
es su problema. Es la confesióm de que el problema le queda grande.
El asunto se le va de las manos al poder político en todas partes. No se puede hacer frente a este círculo vicioso pensando dentro de la caja, hay que pensar fuera de ella.
La única verdadera solución es
crear nuevos activos, un nuevo futuro, más allá y por encima de los
pasivos de la deuda global.
Hace muchos años, Henando de Soto
dijo que el problema del siglo XXI son los papeles sin bienes en los mercados
financieros de las economías desarrolladas, y los bienes sin papeles en el
resto del mundo emergente.
Obviamente, son las dos caras de la misma moneda.
Evidentemente, la solución es dotar de papeles a los bienes de
las economías emergentes y llevar esos nuevos papeles a los mercados financieros
de las economías desarrolladas en Nueva York, Toronto, Londres y Shanghai.
Solo asi se podrá desbloquear el millón de millones de dólares de recursos naturales trabados bajo la tierra en todo el planeta por falta de un acuerdo equitativo entre las empresas que tienen la concesión legal de los recursos debajo y quienes tienen de facto el control de la tierra sobre ellos y no permiten extraerlos.
Ni la empresa, ni quien controla
la superficie, ni mucho menos el Estado pueden decidir cuál es ese arreglo
equitativo. Solo el mercado puede decidir cuánto valen esas tierras sobre los recursos
naturales en todas partes.
Pero no el mercado local, donde la
tierra puede no valer nada cuando no hay sino un único comprador, sino el mercado
global en las bolsas de Nueva York, Toronto, Londres o Shanghai.
En suma, hay que dotar a esas
tierras de papeles que se puedan negociar en esos mercados globales. En el
mismo acto, eso dotará de bienes con valor real a los papeles de esos mercados
y al futuro de un nuevo y verdadero valor en el que la gente pueda creer.
Ahora bien, tenemos la posibilidad
de que este proceso de sanación de una economía global enferma pueda comenzar el Perú. Porque por fortuna el Perú produce oro propio
y somos, con Chile, los primeros proveedores de cobre para la economía global del
siglo XXI, autos eléctricos incluidos.
Pero esta nueva acumulación de
capital necesita un nuevo refugio para el valor. Eso es lo que hizo Keynes en
1944 al fijar el dólar al oro: crear un verdadero refugio para el valor. Desgraciadamente, el
dólar ya no es ese refugio -aunque hoy lo parezca engañosamente- desde que en 1971 Richard Nixon rompió
el vínculo del dólar con el oro.
Podemos olver a tener un Sol de
oro, una moneda que nos permita ser de los primeros en la nueva acumulación de
capital y tener verdadera expectiva sobre el futuro.
Esto podría comenzar con una
medida audaz y simple: decretar la libre comercialización de oro en todo el
territorio nacional.
Acabaría de inmediato con el
contrabando del oro peruano a Bolivia y sería un salto a la formalización para miles
de mineros artesanales que lo producen en el Perú.
Solo sería algo similar a lo que hicimos
cuando, luego de años de falso control cambiarlo en el Perú, decretamos la
libre comercialización del dolar en todo el territorio nacional. Fue el punto
de partida de 30 años de prosperidad.
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