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MEDIA
COLUMNA
Cómplices
en
la
mentira
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Como hace 30 años, en 1992, el proyecto de ley del Presupuesto ha vuelto a ser el foco del conflicto de poderes. El Ejecutivo presentó su proyecto en setiembre, el Legislativo le añadió mil millones de soles que no estaban financiados.
Finalmente hubo acuerdo y la sangre no llegó al rio. Y esta vez sin aumentar el Presupuesto, gracias a las reglas establecidas en la Constittición del 93. La Constitución prohibe que el Presupuesto esté desbalanceado en sus ingresos y sus gastos. Y dispone también que, si para el 30 de noviembre no se ha aprobado la Ley de Presupuesto, entra en vigencia automáticamente el proyecto enviado por el Ejecutivo en el mes de setiembre. La Constitución prohíbe, además, la “iniciativa de gasto” al Congreso. Solo el Ejecutivo la tiene.
Esta vez, el Congreso trató de forzar al gobierno a financiar un gasto adicional sustrayéndolo de la llamada “reserva de contingencia”, una partida del Presupuesto de la que el Ejecutivo echa mano ante una emergencia previsible, ante un desastre natural u otra contingencia (un paro del sector público por aumentos salariales). Hay una reserva de contingencia “natural” y otra “social”. El viejo truco de la oposición es el mismo todos los años: dejar al Ejecutivo sin reserva de contingencia para forzarlo a aumentar el Presupuesto -en mil millones de soles hoy, por ejemplo- para hacer lugar así a las demandas de los representantes de la oposición.
En esta danza anual el Ejecutivo tiene hoy la sartén por el mango. Lo divertido de la farsa es que ambas partes saben que, salvo el pago de sueldos y salarios del Estado -que es sagrado-, el Presupuesto no llegará a ejecutarse en su totalidad, sino -digamos- solo en un 50 o un 75 por ciento en el mejor de los casos. Sucede que la capacidad de ejecución de inversión es tan pobre que el dinero al final no se gasta o se gasta mal para no devolverlo al Tesoro. No hablemos ya de inversión.
Este ballet
es un secreto en el que ambas partes -gobierno y oposición- son cómplices. El
gobierno para no desatar una guerra con las regiones y municipios. La oposición,
para no presentarse con las manos vacías en las elecciones siguientes y poder así
echarle al culpa al gobierno de no haber hecho nada por el pueblo.
Nadie se
engaña, todos mienten. Y disfrazados anualmente en el carnaval del Presupuesto esconden
su complicidad en esta mentira que el pueblo paga.
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