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MEDIA COLUMNA
Empeñado en fracasar
Jorge Morelli
jorgemorelli.blogspot.com
@jorgemorelli1
El Perú es un baluarte contra
el castro-chavismo en Latinoamérica. Se desmorona ya en Venezuela y en la
Argentina, pero desgraciadamente ha contagiado a nuestros países hermanos de Ecuador
y Bolivia.
Las crisis de Venezuela y de Argentina
están relacionadas entre sí y son terminales ambas, pero esto no hace a sus gobiernos
menos sino más peligrosos en los foros internacionales. Presentan su penosa situación como consecuencia de una imaginaria conspiración internacional y no producto de sus propias decisiones. Son expertos en el arte gramsciano de que la cola mueva al perro
Afortunadamente, el Perú es una
fortaleza que resiste todos los embates. Y no está solo. La Alianza del Pacífico
con Colombia, Chile y México no tiene fines solo comerciales, es al mismo
tiempo una declaración de principios por la igualdad de oportunidades, la libertad
económica y la gobernabilidad democrática, y no caerá ante el autoritarismo
disfrazado de democracia que el castro-chavismo impone a pueblos hermanos. Mucho
menos sucumbirá a sus pueriles intentos de sabotearla desde dentro.
Porque se inscribe en esta dinámica
es que no debe pasar la iniciativa del presidente de la República, Ollanta Humala,
de proponer la candidatura a la secretaría general de la OEA de Diego García
Sayán, aliado incondicional y compañero de ruta al servicio de las fuerzas políticas
que intentan someter al Perú a la argolla que controla ese organismo
panamericano.
Merecía mejor suerte la OEA. Nació
para un gran designio y lo alcanzó tempranamente en los días de ilustres personajes
como Galo Plaza, ex presidente de Ecuador y ex secretario general del organismo
cincuenta años atrás. No nació para servir los intereses de Estados Unidos ni
los del castro-chavismo que en su último estertor –cincuenta años después- se estrella
contra el baluarte inamovible del Perú y pretende someterlo.
El Perú impidió desde los inicios
mismos del actual gobierno que el presidente, Ollanta Humala, se equivocara a este
respecto. Se salvó de un destino aciago y salvó a su Presidente al mismo tiempo
y en el mismo acto. El Presidente cometería luego graves errores que han desacelerado
el crecimiento y pueden comprometer los fundamentos de la economía que hemos
construido en los últimos 20 años. Ese es el producto de su triste ambivalencia
ideológica, que no le ha permitido hasta hoy tomar una decisión a este respecto.
Pero no hemos llegado hasta acá
para ver al Presidente lanzar nuevamente a la comunidad interamericana señales como
la de la candidatura de García Sayán a la OEA, ambiguas y peligrosas. No estamos en los días iniciales del
humalismo. El gobierno no tiene ya mayoría parlamentaria. Debe comprender que
no está en posición de sostener este proyecto político y, por el bien del Perú,
dejar de empeñarse en ese fracaso.
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