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Hazme el día
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
El señor Eguiguren, propuesto por el Perú para la Comisión IDH, candidateó
a ese puesto por designación de la caviarada “cojurídica” local. El término
alude a la perversión mental de creer que las ficciones jurídicas son más reales
que los hechos.
Lo que el señor Eguiguren ha adelantado sin que hubiera necesidad
alguna y mucho antes de asumir el cargo siquiera, es que el Perú va a perder el
caso Chavín de Huántar en la Corte IDH. El sesgo parcializado políticamente de
la Corte IDH no es ninguna novedad para el Perú. Hace muchos años que los
conocemos. Fue por eso que en los 90 nos salimos de la competencia contenciosa
de ese organismo. (Otros países pusieron condiciones o, como EEUU, nunca
cayeron en esa trampa jurisdiccional).
Independientemente de sus intenciones, el señor Eguiguren le advierte
al Perú y lo pone en guardia de lo que probablemente decidirá la Corte IDH en
el caso Chavín de Huántar. Habría que agradecérselo, porque todo proceso político
tiene un desenlace. Si esta vez la Corte se atreve a sentenciar nuevamente en
contra o a mantener abierta la causa contra los Comandos del Perú que
rescataron a los rehenes de la embajada
japonesa en 1997 -a los que la justicia caviar tortura desde hace 18 años so
pretexto de una ejecución extrajudicial que jamás fue probada-, el pueblo
peruano tomará in pectore la decisión de salir nuevamente de la Corte. No
conocen al Perú. La decisión ha madurado ya suficientemente en la conciencia de
los peruanos y el próximo gobierno tendrá que considerar cuidadosamente la
decisión política. Cuando el Perú salga finalmente, no volverá hasta que todos esos
aspirantes a políticos disfrazados de magistrados hayan sido reemplazados por
verdaderos jueces.
Lo que la Corte va a tener que entender de una u otra forma es que el pueblo
peruano no siente ningún respeto por sus decisiones desinformadas, arbitrarias e
hipócritas. Si quiere culpar a alguien que mire bien la obra política de la
caviarada, que por décadas insistiera en esa torpe y ciega conducta no por amor
a la justicia sino por ambición de poder e intereses económicos subalternos. Así
las cosas, lo que hay que decirle hoy a la Corte IDH y al desavisado señor
Eguiguren es solo aquella famosa frase cinematográfica: “adelante, hazme el día”.
En cuanto al ingenuo Eguiguren, a quien critican ahora hasta quienes
lo propusieron, debe en efecto renunciar como piden cada vez más gente en el Perú.
No tanto por lo que tuvo el mal gusto de declarar, sino por decir luego que no
representa al Perú cuando el Perú lo propuso para el cargo. Por creer, en suma,
que la ficción jurídica de su cargo es más real que su ingratitud.
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