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MEDIA
COLUMNA
“Antis”
de dos clases
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
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Chavismo/antichavismo, correísmo/anticorreísmo, fujimorismo/antifujimorismo,
uribismo/antiuribismo: he aquí la lista de los “antis” vigentes. Carlos
Meléndez los está convirtiendo en objeto de estudio.
Pero los dos primeros son de un tipo y los dos segundos
de otro distinto.
Los dos primeros son mutaciones del populismo, la herramienta política
inventada por Getulio Vargas en el Brasil de los años 30, hace cerca de un
siglo ya, quien consiguiera con ese recurso ser cinco veces presidente de ese
país y acabara suicidándose misteriosamente. Su legado imperecedero a
Latinoamérica fue esta receta infalible para hacerse del poder y permanecer en
él con el recambio –más recientemente- del anti de ocasión que incube el
regreso al original. Eso no obstante, no es una contradicción dialéctica. Es
solo una estéril disputa de poder.
Velasco Ibarra en Ecuador, quien ganara la presidencia también cinco veces,
fue el discípulo más destacado de Vargas. Correa es su heredero. La frase de
Velasco Ibarra acerca de que le bastaba un balcón para hacerse del poder es un
ingrediente clásico de la receta. En el Perú no hubo un Getulio o un Velasco
Ibarra. Quizás Haya de la Torre lo hubiera sido, de haber llegado al gobeirno. Pero
el Ejército lo impidió. El populismo, por lo tanto –de derecha o de izquierda- solo
podía llegar al poder con el Ejército. De allí ese engendro peruano -tan
original como el fusil Máuser- de una dictadura militar de izquierda que se
queda doce años en el poder.
Lo primero que debería llamar la atención aceca de los antis, entonces, es
que el conflicto que conllevan no es una contradicción que produzca un salto hacia
otra cosa. Ese debería ser el indicio de que no existe en realidad contradicción
alguna entre el populismo de izquierda y el de derecha. Sino que, más bien, en
el paso de un populismo de izquierda a uno de derecha -o viceversa- no hay en
realidad evolución alguna. Solo continuidad del mismo engendro político con un
mayor o menor componente demagógico, una nueva capa de pintura apenas según la
relativa abundancia o escasez de recursos. El populismo no evoluciona, entonces.
No puede hacerlo. Es un lugar fuera del tiempo. Como dice el refrán francés,
mientras más cambia, más es la misma cosa.
¿Qué hace falta para que haya un cambio que retome un proceso de verdadera evolución
política? El populismo precipita irremediablemente a un país en la crisis
terminal. Lo hizo en el Perú de fines de los 80 antes de Fujimori. Lo hizo en
Colombia, antes de Alvaro Uribe.
A la vuelta del siglo, no obstante, un forma de neo populismo volvería a
instalarse en ambos países, en versiones que la prosperidad económica hizo
posible. Con el fin de esa prosperidad, también este populismo llega a su
término.
El fujimorismo y el uribismo aún podrían significar la oportunidad de un
salto. Ambos pueden encarnar el clivaje político más radical el que separa al
populismo del antipopulismo: la reforma económica y política. Pero todavía hace
falta que ambos propongan la reingeniería institucional que ambos países
necesitan. El tiempo dirá si el fujimorismo y el uribismo están a la altura de
ese desafío. Pero existe un plazo que no es indefinido para un parto
exitoso.
Ese era también el desafío para el gobierno pepekausista. Sin embargo, con
una masiva reconstrucción por delante ahora, paralela al procesamiento judicial
de la mega corrupción, no es ese el destino que le toca en suerte. Meléndez
puede contar, en todo caso, con que no habrá en el futuro ningún antipepekausismo.
No da para eso.
REPORTE DE NOTICIAS en Internet
Las siguientes notas periodísticas de
política y economía han sido seleccionadas, editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como
tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican sólo
como una forma de reconocer el crédito y agradecer la cortesía.
LIBERTAD ECONOMICA, GLOBALIZACION,
REFORMAS, INVERSION
El Comercio
El presidente, Pedro Pablo Kuczynski, estimó
para la etapa de reconstrucción
inmediata una inversión de hasta US$ 3.000 millones. “Y después, las obras para
que el Perú sea un país moderno, ordenadito, etcétera, que sí van a tomar
tiempo, no 15 años pero sí 5, ahí tenemos otros US$5.000 millones a US$6.000
millones”, acotó.
Dijo
que una vez que paren las lluvias se hará un cálculo final sobre la
reconstrucción y se hará una convocatoria a las fuerzas políticas.
Respecto
a los Juegos Panamericanos 2019, pidió también pensar en que “el beneficio es
mucho más que el costo”.
Ayer,
el Presidente dijo que el gobierno no tiene “ninguna cifra” respecto al monto
que se destinará para la reconstrucción. “No tenemos ninguna cifra para la
reconstrucción porque la emergencia no ha terminado sobre todo en Piura y
Tumbes”, manifestó.
En los
últimos días, el ministro de Defensa, Jorge Nieto, había señalado que la
reconstrucción podría costar entre US$12 mil millones y US$15 mil millones.
Peru21
Entrevista
a Fernando Zavala
-¿Cómo avanza el proceso de reconstrucción?
-Hemos
diferenciado tres etapas: una de respuesta rápida, una segunda de
rehabilitación y lo que significa la reconstrucción. En algunas zonas como
Piura seguimos en respuesta temprana que es básicamente el esfuerzo del
gobierno en salvar vidas. La segunda fase, que ya hemos empezado en la mayoría
de las zonas y que se prolongará por lo menos 90 días, es la rehabilitación…
-La tercera es la reconstrucción y ahí han surgido
discrepancias entre los ministros de Defensa y Economía sobre el costo que
demandará…
-No
hay discrepancias. Todavía no tenemos una cifra final. El ministro de Economía
y algunos analistas han hablado de 3 mil millones de soles; sin embargo, ese
tema está por definirse, no tenemos una cifra final porque todavía el desastre
no ha terminado.
-Thorne
señaló que los ministros tienen un mandato que obliga a cada uno a trabajar en
su propio ministerio. Dio la impresión de que criticaba la intromisión de
Nieto…
-No
lo vería como un conflicto. Todavía no tenemos una cifra final, la tenemos que
discutir en el Conse
jo
de Ministros. Cuando la tengamos la vamos a anunciar, esa va a ser la base del
plan de reconstrucción que por lo menos se va a ejecutar en tres años.
(…)
-Antes de la emergencia se habló de la necesidad de
un refresco ministerial, ¿se ha evaluado el tema?
A
nosotros, como dice el presidente, nos gusta consolidar el trabajo que hacen
los diferentes sectores. Como él también dice, no es que tenga una silla que no
se puede mover, en su momento se harán los cambios si necesitamos ajustar
algunos temas.
-Las
críticas a algunos ministros partieron incluso del oficialismo, ¿la evaluación
a los ministros es constante?
Es
permanente. Yo como primer ministro con el presidente hacemos sí evaluaciones
más formales cada seis meses para ver cuáles son los objetivos, qué hemos
avanzado y dónde tenemos que focalizar nuestros esfuerzos.
(…)
ANTICORRUPCION,
PERSECUCIÓN, JUDICIALIZACION POLITICA
El Comerc io
Pa´ bravo y pa´ caleta, Félix
Fernando Vivas
No cuadra con la imagen del Chim Pum chalaco: no tiene
la simpatía del blancón ‘mira cómo tengo calle’ de Álex Kouri; ni se sabe los
trucos televisivos del más campechano Juan Sotomayor, su rival en la pelea por
el legado político de Kouri.
Sin embargo, Félix
Manuel Moreno Caballero es
un eficaz populista a pesar de su perfil bajo y su cara de ‘yo no me ensucio
los zapatos ni cargo chibolos para la cámara’. Tampoco parece especialmente
dotado para su background profesional de médico: ¿Le confiarías tus más íntimas
dolencias a este hombre cuya expresión te dice tan poco o nada de sí mismo?
¿Confiarías en su diagnóstico?
A pesar de todo, con Kouri preso y Sotomayor disidente
(fundó su propio partido Vamos Perú), el inexpresivo Moreno, que abusa de los
lentes oscuros cuando se expone al sol y a las cámaras, se ha consolidado como
primera autoridad en una región donde los gestos importan mucho.
El partido regional es suyo y ya con eso doy una
respuesta provisional a sus falencias de carisma: lo que le falta en
personalidad le sobra en aparato. Y en ese aparato –¡gulp!– están las joyitas
del Callao. No describiré yo la clave del inescrupuloso éxito de este
movimiento político, sino el único ‘chalacólogo’ que conozco, José Carlos Rojas
Medrano, autor de “Pa’ bravo yo. La historia exitosa de Chim Pum Callao en una
democracia sin partidos” (págs. 207-232, “Anti-candidatos”, compilación de
Carlos Meléndez, Planeta, 2016):
“En el Callao se ha ido configurando una especie de
régimen autoritario competitivo a escala subnacional, muy parecido a lo que
ocurrió en la región Áncash. La relación con los grupos criminales responde a
la necesidad de mantenerse en el poder en un contexto de crecimiento económico,
incremento de los presupuestos públicos regionales y municipales y el ‘boom’
inmobiliario [...] El vínculo con el crimen organizado tiene que ver con una
relación pragmática y de realismo político”.
He destacado, en la cita, la relación de Chim Pum con
el crimen, porque estamos ante un hombre acusado por el fiscal Hamilton Castro
de negociar una coima de US$4 millones de Odebrecht para la concesión de la
Costa Verde del Callao. Y si su partido tiene un largo historial de relación
con las mafias locales empleando ex presidiarios en limpieza pública y
serenazgo municipal; usando delincuentes como ‘chalecos’ o protección; y hasta
ha sido acusado de estar asociado a redes de ‘chuponeo’ y extorsión como las
que denunciaba el tristemente célebre Wilbur Castillo antes de ser asesinado;
entonces hay que poner su caso en un contexto mayor de política y corrupción en
el Callao.
De la politología y la dura realpolitik pasemos,
entonces, a ampliar la hipótesis criminal que pesa sobre el perfil de Moreno:
llegó la megaobra y la transnacional dispuesta a desviar millones de dólares
para coimas. Pero, ojo, antes de iniciar el proyecto Costa Verde Tramo Callao
en el 2014, Andrade Gutierrez y Queiroz Galvao ya habían sido contratadas en la
gestión de Kouri para las obras de la avenida Gambetta, y, otra empresa,
Convial, ya había hecho de las suyas en el escándalo del peaje de la Faucett.
¿Moreno y el aparato partidario fundado por Kouri están juntos en esto? Esperemos
que eso también sea dilucidado en el proceso judicial.
—La eficiencia—
Moreno se encumbró en Chim Pum, en principio, porque respetó el escalafón y la disciplina internos. Miren esta consistencia chalaca: nació en el Callao en 1964 y estudió en el San José Maristas del Callao. Se hizo médico en la Universidad de San Martín de Porres y allí se ligó al PPC. Llegó a hacerse cargo, faltaba más, del partido en su región. Y sus primeros trabajos como médico fueron en el Hospital Naval y en el hospital San José, ambos en el Callao. En 1996, empezó su carrera política ascendente con Kouri: regidor provincial, dos veces alcalde de Carmen de la Legua (uno de los 5 distritos chalacos), alcalde provincial y, finalmente, dos veces gobernador regional.
Moreno se encumbró en Chim Pum, en principio, porque respetó el escalafón y la disciplina internos. Miren esta consistencia chalaca: nació en el Callao en 1964 y estudió en el San José Maristas del Callao. Se hizo médico en la Universidad de San Martín de Porres y allí se ligó al PPC. Llegó a hacerse cargo, faltaba más, del partido en su región. Y sus primeros trabajos como médico fueron en el Hospital Naval y en el hospital San José, ambos en el Callao. En 1996, empezó su carrera política ascendente con Kouri: regidor provincial, dos veces alcalde de Carmen de la Legua (uno de los 5 distritos chalacos), alcalde provincial y, finalmente, dos veces gobernador regional.
A falta de carisma, disciplina. Y eficiencia en la
gestión. Por ejemplo, como alcalde de Carmen de la Legua, obtuvo certificados
de calidad ISO. Su plan de gobierno para esta gestión que debiera acabar –a
menos que lo encierren como pide el fiscal Castro– en el 2018 es solvente,
aunque, ciertamente, se lee con sorna en lo poco que dice sobre lucha contra la
inseguridad.
Quienes conocen a Moreno repiten que es muy
‘reservado’, ‘caleta’. En su control de daños, el pico debió ser su conferencia
de prensa el martes pasado, negando las acusaciones. Pues fue esquivo (dijo “no
me corro” y, literalmente, se corrió de las preguntas) y contradictorio. Alzó
la voz para defenderse, pero con argumentos oblicuos y débiles del tipo “he ido
a Brasil como turista” (como si los tratos oscuros no pudieran urdirse aquí) o
“no conozco a Barata” (como si no pudiera haber tratado con su sucesor Ricardo
Boleira). El volumen era alto, pero la convicción en sí misma se percibía
débil. Más dramático resultó lo accesorio: la explicación de que no vive en la
calle El Bucaré, en Camacho; que allí viven sus hijos y su esposa Rosmery
Segura, de la que está separado. El político ‘caleta’ pasó un mal
rato.
Su mayor omisión fue no explicar su relación con Gil
Shavit, el empresario de origen israelí detenido y sindicado como su supuesto
intermediario en la trama de las coimas. Su pronta liberación hace presumir que
colaboró en ‘echar’ a su socio político. Pero Shavit, con su inversión en la
asociación Fugaz y la ambiciosa rehabilitación cultural del Callao monumental,
quizá estaría delatando que Moreno, sin salir del Callao como sí pretendieron
Kouri y Sotomayor, se entusiasmó con la idea de llevar artistas y
personalidades que prestigiaron al puerto. Un sueño chalaco de redención in
situ, en el barracón, en el muelle coladera, en la región poco transparente.
Como su gobernador.
El Comercio
En
su declaración ante el fiscal anticorrupción Hamilton Castro, Gil Shavit
ratificó la versión de un colaborador eficaz de la justicia brasileña, quien
había señalado que Felix Moreno, presidente regional del Callao, solicitó a la
empresa brasileña Odebrecht que el dinero que le correspondía
recibir como coima por el proyecto Costa Verde del Callao le fuera entregado al
publicista Luis Favre.
Así
consta en el acta de colaboración eficaz, figura legal a la que se acogió
Shavit el último miércoles y de la cual El Comercio pudo obtener detalles.
Shavit
narró al representante del Ministerio Público que estuvo presente en la segunda
reunión en la que Moreno y el “funcionario número 5” de Odebrecht conversaron y
en la que la autoridad regional habría solicitado US$4 millones a cambio de
favorecer a la empresa con el mencionado proyecto.
De
acuerdo con la versión de Shavit, en esa cita Moreno pidió al representante de
la constructora brasileña “que el dinero se lo entreguen a Luis Favre”.
En
otra oportunidad, según confesó Shavit, buscó a Moreno para reclamarle porque
Odebrecht “se estaba demorando en pagarle su 40%” de la coima.
Según
la fiscalía, de los US$4 millones en coimas, US$2,4 millones habrían sido para
Moreno y US$1,6 millones para Shavit por haber fungido como nexo con Odebrecht.
En
otro momento, el empresario afirmó que Moreno le pidió calma y le aseguró que
tenía más proyectos para él. “Si él ganaba [las elecciones] íbamos a ver juntos
otras obras”, manifestó Shavit al fiscal Castro.
Según
pudo conocer El Comercio, Favre no está incluido en la investigación preparatoria
contra Moreno. Sin embargo, será citado como testigo más adelante vía
cooperación internacional por ser un ciudadano extranjero. El
argentino-brasileño también ha sido asesor del ex presidente Ollanta Humala y
de la campaña por el No a la revocatoria de la ex alcaldesa de Lima Susana
Villarán.
El
Comercio trató de comunicarse con Luis Favre; sin embargo, hasta el cierre de
esta edición no recibió respuesta.
El Comercio
Gil
Shavit — el
empresario israelí que confesó y confirmó que el gobernador regional del Callao Félix
Moreno, recibió sobornos de parte de la empresa Odebrecht — viene siendo
amenazado de muerte.
Fuentes
judiciales informaron a El Comercio que desde la mañana de hoy, Shavit viene
recibiendo diversas llamadas amenazantes a través de su celular. Las
llamadas que están llenas de insultos, sostienen que "debió quedarse
callado".
El
Ministerio Público ha iniciado los trámites con la Policía Nacional para que se
le brinde protección al considerarlo un "testigo clave".
Shavit
salió en libertad la noche del miércoles y está a la espera de una audiencia
judicial. Negoció su libertad a cambio
de declarar en contra de Moreno. Por ello, el fiscal solo pidió para Shavit
comparecencia con restricciones, impedimento de salida del país y el pago de
una caución.
Los
documentos dan cuenta de dos depósitos de Odebrecht, por la obra en la Costa
Verde, de US$350 mil y US$410 mil, a Fincastle Enterprises Ltd.(‘offshore’ de
Odebrecht). Fincastle luego remitió esos montos a la empresa Cardift
Internacional Ltd., en la Banca de Bahamas, cuyo beneficiario final es Gil
Shavit.
GOBERNABILIDAD, DEMAGOGIA, AUTORITARISMO,
DEMOCRACIA
El Comercio
El ex
presidente Alberto Fujimori fue internado el viernes en la clínica
Centenario Peruano Japonesa de Pueblo Libre, debido a una recaída en los males
que le aquejan, confirmó a El
Comercio Alejandro Aguinaga, su médico de cabecera.
“Él
sufre de tres problemas: el de la columna, por el que fue hospitalizado este
año y tardó bastante en recuperarse; también tiene el problema de gastritis y
una leucoplasia chiquita que se va a evaluar”, indicó Aguinaga.
Precisó
que Alberto Fujimori será
sometido a una nueva evaluación en la columna. “En los otros dos casos, el
dolor se ha venido acentuando en los últimos días”, añadió el ex congresista.
En
enero pasado, Fujimori, de 78 años, fue internado a raíz de un malestar en la
columna que le impedía desplazarse con normalidad. “Yo estuve con él el martes
y aún tiene dificultades para desplazarse. Ya no tiene l fuerza de antes”,
añadió Aguinaga.
El
Comercio
La
congresista de Fuerza
Popular Alejandra Aramayo solicitó una reunión
formal con el Consejo de la Prensa Peruana (CPP) con el fin de discutir el
proyecto de ley sobre control de medios presentado por ella y su
colega de bancada Úrsula Letona.
El
CPP y otros organismos, tanto nacionales como internacionales, han mostrado su
rechazo a la iniciativa del fujimorismo que busca impedir que
sentenciados por delitos de corrupción ocupen cargos directivos en empresas
periodísticas.
“Nosotros
no podemos negarnos a debatir con alguien”, reveló a El Comercio el presidente del CPP, Bernardo
Roca Rey, al ser consultado por la solicitud de la legisladora Aramayo.
Sin
embargo, el consejo solicitará previamente a la representante
de Fuerza Popular que
les envíe algunos antecedentes que se tomaron como base para sustentar el
mencionado proyecto, que Keiko
Fujimori respaldó ayer en
un mensaje compartido en Facebook.
"Le
pediremos algunos ejemplos de países en los cuales funciona una legislación como
esta. Nos gustaría que nos diga en qué lugar esta ha sido efectiva en la lucha
contra la corrupción", sostuvo la directora ejecutiva del CPP, Kela León.
El
pedido de la parlamentaria de Fuerza Popular se da a pocas horas de que León
anunció que el CPP remitirá un documento al Congreso sobre el proyecto de
control de medios.
"Vamos
a presentarlo en los próximos días", había señalado León a
Ideeleradio sobre el documento "trabajado con un grupo de abogados de
diversos sectores", que sustentará la posición del Consejo de la Prensa
Peruana frente a la iniciativa de Fuerza Popular.
El Comercio
La trumpización del fujimorismo
Fernando Rospigliosi
El nuevo giro conservador que ha impreso a su partido Keiko Fujimori es un viraje radical respecto a lo
que ensayó desde fines del 2015, cuando en Harvard, atendiendo a la invitación
de un profesor izquierdista –no fue casualidad ni el lugar ni el auspiciador–
intentó proyectar una imagen más moderna, tolerante y liberal.
Al parecer, ella y su entorno inmediato han evaluado
que la razón de su nueva derrota el 2016 fue ese cambio y han tornado en
sentido contrario, lo cual muestra, entre otras cosas, que sus convicciones
son, por decir lo menos, endebles.
Quizás una de las primeras en recomendar públicamente el cambio fue Diana Seminario, quien publicó un artículo inmediatamente después del triunfo de Donald Trump, en el que exhortaba directamente a la candidata derrotada a seguir ese camino: “Si Keiko Fujimori pretende tentar por tercera vez la presidencia, y ahora sí tener éxito, debería mirarse en el espejo de Estados Unidos”.
Concluía que la victoria de Trump es “un síntoma del hartazgo del ciudadano de a pie de que se le impongan ideologías ajenas a su naturaleza. [!!!] Parece que están de vuelta en un camino que muchos en el Perú se empeñan en recorrer”. Y resaltaba la eficacia de esa estrategia: “Posiciones claras y contundentes, aunque no sean populares para un sector autoproclamado moderno, rinden resultados” (“El triunfo de los conservadores”, 14.11.16, El Comercio).
Quizás una de las primeras en recomendar públicamente el cambio fue Diana Seminario, quien publicó un artículo inmediatamente después del triunfo de Donald Trump, en el que exhortaba directamente a la candidata derrotada a seguir ese camino: “Si Keiko Fujimori pretende tentar por tercera vez la presidencia, y ahora sí tener éxito, debería mirarse en el espejo de Estados Unidos”.
Concluía que la victoria de Trump es “un síntoma del hartazgo del ciudadano de a pie de que se le impongan ideologías ajenas a su naturaleza. [!!!] Parece que están de vuelta en un camino que muchos en el Perú se empeñan en recorrer”. Y resaltaba la eficacia de esa estrategia: “Posiciones claras y contundentes, aunque no sean populares para un sector autoproclamado moderno, rinden resultados” (“El triunfo de los conservadores”, 14.11.16, El Comercio).
El camino fracasado –según Seminario– que muchos se
empeñan en recorrer es, sin duda, una alusión a la misma Keiko Fujimori, que no solo pronunció un
discurso, sino realizó algunas acciones y gestos. Por ejemplo, desembarcó de la
lista parlamentaria al pastor evangélico ultraconservador Julio
Rosas y
a Martha
Chávez. Ahora nuevamente ambos son algo así como los
referentes ideológicos del fujimorismo (los dos volvieron al Congreso, Rosas
con la camiseta de César Acuña y Chávez como funcionaria).
Otra señal fue incorporar como candidato a la segunda vicepresidencia al ex izquierdista y ex funcionario del gobierno de Ollanta Humala Vladimiro Huaroc. Aunque a decir verdad no aportó mucho electoralmente, menos aun después de que el organismo electoral lo desembarcó de la candidatura a la vicepresidencia y de la lista parlamentaria por violar la ley.
Por supuesto, no es claro que Fujimori perdió por su aggiornamiento. Algunos opinan que fue muy poco y muy tarde, y que debió profundizar el cambio para diluir el antifujimorismo, que fue quien realmente la derrotó. Pero la candidata parece creer otra cosa. Y el resultado es el que estamos viendo, la trumpización del fujimorismo. O, más precisamente, del keikismo, porque no todos los Fujimori están en esa línea.
Kenji Fujimori se ha diferenciado consistentemente de todas y cada una de las iniciativas conservadoras de su hermana, desde el encubrimiento al Sodalicio hasta el ataque al decreto legislativo que protege a las minorías (ver su artículo “Todos somos la minoría”, El Comercio, 6.4.17), pasando por el intento de restringir la libertad de prensa.
También se ha distanciado de la creciente agresividad antigubernamental de la bancada parlamentaria que conduce su hermana. La foto con Nancy Lange, la esposa del presidente Pedro Pablo Kuczynski, grafica el guiño al Ejecutivo.
Los embates contra Kenji desde el keikismo han evitado discutir los temas en disputa, usando argumentos débiles como que está siendo utilizado por los adversarios del fujimorismo. En verdad, como decía Antonio Gramsci, en política todos utilizan a todos, el asunto está en hacer uno su propio juego. Y eso es lo que está haciendo el menor de los Fujimori.
Paradójicamente, algunos conservadores apartados por Keiko y su entorno en su breve período liberal, ahora se ven representados por Kenji en su crítica al entorno keikista.
Los enemigos del fujimorismo dicen que no creen en Kenji, afirman que es solo una pose para ganar adeptos y que al final terminará mutando como su hermana y apoyándola a ella. Puede ser.
Pero el hecho es que hoy por hoy está jugando un papel significativo, socavando la indiscutida autoridad que Keiko pretende imponer en sus filas y desafiando abiertamente su estrategia de trumpización, proponiendo en cambio una alternativa más centrista, moderada y liberal. Si Keiko no logra silenciarlo o apartarlo rápidamente, tendrá problemas para conducir a su partido en los objetivos tácticos que se ha fijado.
Otra señal fue incorporar como candidato a la segunda vicepresidencia al ex izquierdista y ex funcionario del gobierno de Ollanta Humala Vladimiro Huaroc. Aunque a decir verdad no aportó mucho electoralmente, menos aun después de que el organismo electoral lo desembarcó de la candidatura a la vicepresidencia y de la lista parlamentaria por violar la ley.
Por supuesto, no es claro que Fujimori perdió por su aggiornamiento. Algunos opinan que fue muy poco y muy tarde, y que debió profundizar el cambio para diluir el antifujimorismo, que fue quien realmente la derrotó. Pero la candidata parece creer otra cosa. Y el resultado es el que estamos viendo, la trumpización del fujimorismo. O, más precisamente, del keikismo, porque no todos los Fujimori están en esa línea.
Kenji Fujimori se ha diferenciado consistentemente de todas y cada una de las iniciativas conservadoras de su hermana, desde el encubrimiento al Sodalicio hasta el ataque al decreto legislativo que protege a las minorías (ver su artículo “Todos somos la minoría”, El Comercio, 6.4.17), pasando por el intento de restringir la libertad de prensa.
También se ha distanciado de la creciente agresividad antigubernamental de la bancada parlamentaria que conduce su hermana. La foto con Nancy Lange, la esposa del presidente Pedro Pablo Kuczynski, grafica el guiño al Ejecutivo.
Los embates contra Kenji desde el keikismo han evitado discutir los temas en disputa, usando argumentos débiles como que está siendo utilizado por los adversarios del fujimorismo. En verdad, como decía Antonio Gramsci, en política todos utilizan a todos, el asunto está en hacer uno su propio juego. Y eso es lo que está haciendo el menor de los Fujimori.
Paradójicamente, algunos conservadores apartados por Keiko y su entorno en su breve período liberal, ahora se ven representados por Kenji en su crítica al entorno keikista.
Los enemigos del fujimorismo dicen que no creen en Kenji, afirman que es solo una pose para ganar adeptos y que al final terminará mutando como su hermana y apoyándola a ella. Puede ser.
Pero el hecho es que hoy por hoy está jugando un papel significativo, socavando la indiscutida autoridad que Keiko pretende imponer en sus filas y desafiando abiertamente su estrategia de trumpización, proponiendo en cambio una alternativa más centrista, moderada y liberal. Si Keiko no logra silenciarlo o apartarlo rápidamente, tendrá problemas para conducir a su partido en los objetivos tácticos que se ha fijado.
El Comercio
La derrota del anticorreismo
Carlos Meléndez
El anticorreísmo perdió las elecciones presidenciales el domingo pasado
en Ecuador,
en un resultado apretado que expresa la división política en ese país: una
nueva ruptura geográfica (la costa con el oficialista Moreno, la sierra dividida, la Amazonía
con el opositor Lasso), un quiebre al interior de Quito
(el sur con Moreno, el norte con Lasso) y, sobre todo, un cisma sociológico
(“los de abajo” con Moreno, las “clases medias” con Lasso). Como la mayoría de
proyectos populistas, el correísmo dio al Ecuador la forma que requería para
ser exitoso (conectar con los más necesitados) y para avivar la rabia
(despertar la repulsión de las clases acomodadas). En política no se triunfa
sin un enemigo poderoso a vencer (“banqueros”, “pelucones”). El correísmo
siempre lo supo.
Toda sociedad tiene fisuras. Cuando un proyecto
político toca esas fibras nerviosas, se ha ganado –para bien o para mal– un
lugar en la historia. Las últimas décadas en Ecuador registran ensayos personalistas
temerarios: Abdalá Bucaram (“el loco que ama”), Lucio Gutiérrez (el coronel
golpista) y Álvaro Noboa (el empresario bananero) tuvieron, en su momento, el
favor de las urnas, pero no montaron sus proyectos políticos sobre los
desencuentros de la sociedad ecuatoriana. Rafael
Correa sí
lo hizo, generando pasiones enfrentadas. El ‘boom’ del precio del petróleo le
dio sostenibilidad económica a sus políticas redistributivas, tuvo la virtud de
conectar simbólicamente con los marginados, combinando una prédica bolivariana
con el tradicionalismo social más conservador del mundo andino.
Asimismo, Rafael Correa también creó al anticorreísmo,
esa reacción política que combina el rechazo a la prepotencia autoritaria del
“déspota ilustrado” y el desprecio clasista hacia los nuevos “dueños” del país.
Si bien el anticorreísmo se erige bajo banderas de reivindicaciones
democráticas y exigencias de cambio en la administración de la economía
–destruida por prebendas y deudas–, también reproduce elitismo y formas
despectivas de dirigirse a las clases populares. Por más que Lasso ensayaba
discursos conciliadores especialmente durante la campaña de la segunda vuelta,
sus activistas plantearon la disputa entre el “nosotros” versus los “otros” en
tono despectivo, más allá de lo político. En ese desprecio social y en su
incapacidad de vencer las barreras sociales yace la derrota del anticorreísmo.
Mientras tanto, el correísmo encontró en las labores de reconstrucción del
terremoto de abril pasado su reconexión popular. Según lo ha demostrado el
politólogo Paolo Moncagatta, sin el respaldo electoral que Moreno tuvo en Manabí (la zona afectada
por el sismo), la victoria hubiera sido de Lasso.
Estas divisiones políticas y sociológicas imbricadas no
son excepcionales (en América Latina el clivaje argentino peronismo versus el
antiperonismo es el más conocido). Pero en contextos de debilitamiento del
sistema partidario parecen erigirse como estilo (contemporáneo) de hacer
política. Finalmente, detrás de las divisiones fujimorismo/antifujimorismo,
chavismo/antichavismo, uribismo/antiuribismo, correísmo/anti-correísmo existen
ciudadanos conectados con la política en sus mentes, sus corazones y también en
sus vísceras.
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