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MEDIA COLUMNA
Quitarle el poder al Congreso
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Desde la fundación de la República, el Congreso en el Perú ha tenido el
poder. No seguimos el buen ejemplo republicano de Estados Unidos, no quisimos
escuchar el consejo de Simón Bolívar, que nos advirtió del peligro de darle el
poder al Congreso en una república. Doscientos años después aun nos preguntamos
por qué no funciona nuetra democracia de baja gobernabilidad.
Esta vez, la batalla terminó antes de comenzar. No hizo falta que el
gobierno llegara a plantear siquiera la cuestión de confianza. Bastó el
fantasma de la disolución del Congreso para inspirar a las palomas que prevalecieron
sobre los halcones en el partido de la mayoría parlamentaria.
La novedad al final de la jornada es que el partido, que nunca quiso
debatir el tema democráticamente en lo interno, finalmente ha aceptado la
reforma del Congreso.
Se ha resignado no a debatir la bicameralidad, sino a aprobarla.
Incluso se ha puesto un plazo: antes del 4 de octubre.
La reforma es para quitarle el poder al Congreso. Un poder denmedido,
que nunca debió tener. Es hora de corregir la falla en la arquitectura de
nuestra democracia que hizo del Estado un enemigo del pueblo.
La bicameralidad, la existencia de dos cámaras, frenará los excesos del
Congreso al obligar a votar todos los proyectos de ley dos veces y por representantes
diferentes. Encapsulará el debate político dentro del Congreso, que es donde
debe estar, y lo sacará de la arena de la relación con el Ejecutivo, donde
compromete la gobernabilidad. Permitirá al Perú escapar de la trampa de la
democracia de baja gobernabilidad. Sera una garantía de la seguridad
jurídica.
Hay, sin
embargo, una precaución esencial: el mecanismo que le da realidad política al
Senado. El proyecto de ley nace de los diputados y va a los senadores para su segunda
votación. Si este no aprueba el proyecto, lo devuelve para su reconsideración. Diputados
debe tener la libertad de insistir en su proyecto original si lo desea, pero solo
con dos tercios de los votos de la Cámara. Este mecanismo otorga al Senado poder
de veto, efectivo. El Ejecutivo, en cambio, no tiene en el Perú poder de veto,
como lo tienen todos los países de América excepto el nuestro. El Ejecutivo
solo tiene la facultad de formular observaciones a una ley, que el Congreso
vence fácilmente con la insistencia, que solo requiere la mitad de los votos de
la única cámara. Es una falla grave en la arquitectura del equilibrio de
poderes. Es hora de corregirla.
Ni este ni
ningún Congreso renunciará a esa prerrogativa sino en favor de sí mismo. Es el
veto del Senado lo que permitirá afincar el debate dentro del Congreso, sin que
se convierta ea cada paso en un conflicto de poderes con el Ejecutivo condenándonos
a una democracia de baja gobernabilidad.
Luego de años de este debate solo en los medios, negado por el partido de la mayoría, hoy más de la mitad de los peruanos está de acuerdo con reformar el Congreso. Es la señal del camino para quitarle el poder.
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