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MEDIA COLUMNA
Gana la elección el
personaje, no el actor
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
Pasada la
página de estas elecciones, podemos comenzar a pensar en las del 21.
Cada
campaña es una obra que tiene un personaje. El que gana la eleción es el
personaje, no el candidato. Es decir, gana el candidato que mejor represente al
personaje.
El
personaje lo elige de antemano la opinión pública, no el candidato, no el
partido.
Para
comprender cuál es el personaje de la elección del próximo año, hay que mirar lo
que el pueblo ha querido expresar con sus votos en la elección de este año.
Dos
hechos notorios al respecto. Primero, el 41% de los electores simplemente no
fue a votar o votó en blanco o vició su voto.
Segundo,
el 59% por ciento restante repartió sus votos entre 20 partidos. Pero lo hizo de
tal manera que la primera bancada solo obtuvo el 10% de los votos válidos.
Tercero, a
pesar del sesgo escandaloso del sistema actual de conversión de votos en
escaños -para generar una mayoría parlamentaria-, el electorado se las arregló
para atomizar al Congreso.
Lo que el
pueblo ha hecho, en suma, es castigar a la clase política entera.
Si la
pregunta es, entonces, qué personaje es el que quiere hoy el pueblo, la
respuesta no es difícil: uno que castigue a la clase política. El personaje que
el pueblo peruano quiere entonces –al menos por ahora- es una especie de
Trump/Bolsonaro.
Es decir,
un héroe justiciero. O, en el lenguaje de Max Weber, un líder carismático. ¿Qué
actores aspiran actualmente expresamente a representar este personaje en la
obra? Hay algunos, pero señaladamente Urresti y Antauro parecen tener clara la
apuesta y disputan ya obtener en el casting el papel en la obra.
No está
claro, en cambio, si alguno estará a la altura del papel. Eso lo decidirá la
opinión pública observándolos a medida que se desarrolla la obra en el
escenario.
A lo
largo de la campaña, el pueblo verá si el actor se mantiene fiel al personaje o
si pierde el aplomo e introduce extravagancias innecesarias, propias del actor,
ajenas al personaje.
Al
respecto, puede ser útil un caso real como ejemplo. En una pequeña elección
local en los 60, en un lugar donde había que hacer obra, un aspirante que era ingeniero
se presentó con un lema que perfilaba definitivamente al personaje que hacía
falta: “ganará la elección quien se amarra el pantalón con fierro de
construcción”. Ganó.
Como se
ve, no siempre el personaje ganador de una elección es un héroe justiciero.
También puede ser un constructor, un visionario de la “Tierra Prometida”.
Weber no
le llamaba a este un líder carismático. Le llamaba líder burocrático. Para él
esa palabra cargada de negatividad para nosotros, no tenía sentido peyorativo. Quería
decir científico, no político.
Pero está
por aparecer todavía en el casting para el 21 quien aspire a representar el
papel de este otro personaje capaz de desplazar en la imaginación del pueblo al
héroe justiciero. ¿Imposible? Ya se ha hecho en el Perú en el pasado.
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