miércoles, 13 de mayo de 2020

MEDIA COLUMNA miércoles 13 mayo 2020



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MEDIA COLUMNA
Echar a la caviarada

Jorge Morelli
@jorgemorelli1

Fracasó la captura del MEF, la maniobra contra la colocación de los bonos, el impuesto a la riqueza. Todo fue un fiasco.

Comenzó con una nota periodística que intentaba desacreditar la colocación fuera de bonos peruanos para financiar el gasto público extraordinario ante la pandemia. Los bonos se vendieron como pan caliente, sin embargo, porque la imagen del Perú destaca en este vecindario mediocre.

Una semana después, se vio con claridad que la maniobra había sido la punta de lanza de un operativo político que instrumentaba a varios tontos útiles para sacar del puesto a la ministra y colocar en su lugar a otro que cargara sobre los peruanos un impuesto a los ingresos disfrazado de contribución de la “riqueza” .

Sin embargo, cuando la caviarada desempolvaba ya el terno y se preparaba para saludar a uno de los suyos en Economía se quedó con los crespos hechos y sin baile de Palacio. Su vocación no es la de una cenicienta, sino la de hermanastra.

Una y otra vez en cada gobierno la caviarada termina expulsada de Palacio por la puerta falsa. Y siempre por la misma razón: sobreestimar su capacidad. Cree usar al gobierno de turno para sus fines, cuando es el gobierno de turno el que la usa para los suyos. Luego, cuando resulta una compañía pesada, la echan del baile por no tener maneras y no poder ya fingirlas.

El sainete lo hemos visto hasta la náusea a lo largo de décadas. Hoy, una vez más, todo indica que el gobierno al que servilmente ha atendido ya ve el modo de despedirla. Su presencia se ha vuelto innecesaria además de odiosa. Es que los invitados, como el pescado, huelen mal después de tres días.

No es cuestión ya de la salida del ministro de Salud, que todos reclaman. Es que el conflicto en el Gabinete ha llegado a un punto muerto. No va ni para atrás ni para adelante y las transacciones a las que llega después de extenuantes sesiones producen esperpentos como el plan de reapertura de cuatro fases en cuatro meses, que quebraría a la mayoría de las empresas peruanas, o los protocolos sectoriales que son un obra maestra del despropósito. Basta echarle una lectura a cualquiera de ellos. Parecen el producto de un maestro de la comedia sarcástica.  

Aquí la única solución viable es permitir a todas las empresas formales del Perú abrir sus puertas y que ellas se encarguen de cuidar a sus trabajadores. Ha llegado el momento de que el Estado delegue esa responsabilidad en las empresas y las familias. Debe delegar en las familias la responsabilidad de cuidar de los trabajadores informales. El Estado debe concentrar toda su capacidad de acción en los focos de contagio principales en todo el país. Esa es su responsabilidad hoy.

Es indeseable que el Estado peruano lleve adelante la tarea de cuidar de los ciudadanos como a sus hijos menores de edad. Los peruanos no son menores de edad y no debe crearse la falsa ilusión de que todos pueden depender de él. La verdad es que no puede hacerlo.

Su patético intento -producto de la majadería caviar en el Gabinete- está estorbando ya gravemente la reapertura de la economía peruana. Si se insiste en ese camino inviable, lo que se va a conseguir es la pérdida de toda autoridad del Estado peruano que será el hazmerreir cuando el pueblo ignore sus disposiciones y tome el asunto en sus manos.

Ha llegado la hora de de sacar del Gabinete no a este o aquel ministros sino a toda la caviarada. De cualquier modo ya está acostumbrada a ese trato.


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