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MEDIA COLUMNA
Hayek en la ciudad,
Keynes en el campo
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
La pandemia va a pasar porque es un fenónemo natural
sometido a leyes naturales. Dura 90 días y acá estamos ya en el día 70. Así ha
ocurrido en Asia, que lo hizo bien, y en Europa, que lo hizo mal. Las políticas
públicas tienen en el proceso un papel relativamente marginal. En la economía,
que también es un fenómeno natural, la responsabilidad de la política pública
es no estorbar el proceso de la recuperación, que ocurre ante todo por sí misma.
El Perú pronto va a ser informal en un 100% por un tiempo. Va a ocurrir, porque el Estado está trabando el reinicio de la economía intentando fallidamente formalizarla. Es algo pueril. Sencillamente, la
economía le va a pasar por encima. El Estado no tiene la capacidad, mucho menos
el deber o el derecho, de intermediar la asignación de recursos. Lo que necesita
es dejar hacer. Incluso dejar de cobrar impuestos por unos meses. Y destinar parte
del 12 o el 17% del PBI a revisar el lado fiscal e invertir con las empresas en una nueva economía.
Hayek y libertad para las ciudades, entonces. Y un plan
Keynes para el campo.
Afortunadamente, las minas del Perú no están estructuralmente
dañadas por la crisis. Han trabajado en la cuarentena. Están en condiciones de
asumir con el Estado la responsabilidad en un plan masivo de empleo en la
Sierra que, a Dios gracias, se ha mantenido aislada de la pandemia. Hoy hace
falta un plan Roosevelt-Keynes que eche a andar de nuevo la economía del Perú
comenzando desde adentro, por hacer crecer exponencialmente la economía de los
Andes.
Es la oportunidad de colocar en la economía global dos
millones de hectáreas de punas del Perú, con siembra y cosecha de agua y bosques.
Lo está haciendo meritoriamente el Estado hoy en once regiones, pero en escala muy
pequeña. Con 36 millones de soles obtiene 7 millones de metros cúbicos de agua
para 15 mil hectáreas de bosques y cultivos, pagando 90 mil jornales. Es una
inversión de 2,400 soles por hectárea. En dos millones de hectáreas serían menos
de cinco mil millones de soles.
El Estado, en cambio, destina 60 mil millones de soles
a tratar de mantener a flote a 350 mil empresas a las que hunde al mismo tiempo
con el lastre de reglas imposibles de cumplir cuando debería dejarlas en
libertad.
Mientras un plan Keynes masivo para la Sierra costaría
la doceava parte, proveería al Perú de 10 mil millones de metros cúbicos de
agua, cambiaría la geografía económica nacional para todo el siglo XXI y
generaría de inmediato doce millones de jornales.
Hay una condición sine qua non, no obstante, para que sea
sostenible en el tiempo: igualdad de
oportunidades. Eso es formalizar la propiedad de la tierra -empezando por la
que se halla sobre los recursos naturales bloqueados debajo- dándoles papeles
que se puedan vender en los mercados de valores del mundo entero.
Es la manera de recrear una atmósfera económica que todo
el Perú pueda respirar en lugar de un reparto de tiendas de oxígeno organizado
por el Estado.
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