martes, 21 de junio de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 15 junio 2022 "La democracia "real" de Wang JI"

 


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MEDIA COLUMNA  

La democracia “real” de Wang Ji

 

 

Jorge Morelli

jorgemorelli.blogspot.com

@jorgemorelli1

                                                                             

 


Según Bloomberg, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Ji, ha declarado  que Pekín trabaja para promover la democracia “real”. China está dispuesta a promover en la comunidad mundial esta democracia basada “en las condiciones de cada una de las naciones”, dijo Wang Ji en comunicado oficial.
 
En alusión a la política exterior de Estados Unidos, que otorga prioridad absoluta a la instauración de la democracia en todos los continentes, sostuvo que “monopolizar” la definición de democracia para influir en otras naciones es una política “condenada al fracaso”. 


En realidad, el propio Departamento de Estado no aplica exactamente los mismos parámetros en todas partes. Exige por ejemplo a América Latina aproximadamente los mismos estándares que a Europa del Este, mientras en el Sudeste asiático o el Medio Oriente modera considerablemente esas exigencias por otras razones.

 

¿Qué significa, entonces, esta democracia “real” que propone el ministro de Relaciones Exteriores de China? Wang solo dijo que China debería “continuar haciendo contribuciones importantes a la gobernanza global” y que “la seguridad global no debe lograrse fortaleciendo a los militares”. Agregó que es necesario “salvaguardar el orden global con la ONU en su centro y con base en las leyes internacionales”. El lenguaje es oscuro, pero podemos especular que se refiere a alguna forma de tolerancia de los sistemas de gobierno “realmente” existentes.  

 

Giovanni Sartori elaboró un fascinante espectro de sistemas de partido que puede orientar la especulación. Existen seis tipos de sistema: los de partido único, como lo fue la Unión Soviética y lo es hoy China también; los de partido hegemónico, donde hay elecciones y gana siempre el mismo partido con trampa. Estos sistemas no caen dentro de la democracia. Tres sistemas califican: los de partido dominante, donde gana un mismo partido sin trampa, como Japón de la pos guerra por muchos años; el bipartidismo del Reino Unido y varias de sus ex colonias, y desde luego EEUU; y también el pluralismo moderado (no más de seis partidos) de Europa Occidental y parte de Europa Oriental.

 

Finalmente, está el pluralismo polarizado que, en el caso extremo, es también atomizado, como en la mayor parte de América Latina y el Perú. Esto plantea un problema a la definición de democracia. 

 

Como se ve, el espectro de Sartori incluye desde el autoritarismo hasta la demagogia populista del pluralismo atomizado. Reconocidos como democráticos son solo los tres mencionados partido dominante, bipartidismo y pluralismo moderado


¿Son democracias cabales, en cambio, aquellas donde las elecciones son groseramente manipuladas en las urnas o mediáticamente dominadas por la corrupción mercantilista, sometidas caso por caso a la vigilancia de organismos internacionales politizados? 

 

China, por su lado, se define a sí misma como una democracia “real” a pesar de no tener elecciones universales y secretas, porque entiende su la democracia como una meritocracia vigilada por el partido único. Con esto estima eludir la trampa del ciclo del autoritarismo en que ha recaido Rusia luego de su paso por la demagogia y el caos del pluralismo polarizado. 


También EEUU practica sus propias formas de tolerancia, sin embargo. cuando el autoritarismo es el de un miembro estratégico de la OTAN, como Turquía, o el de Arabia Saudita y los emires del Golfo a causa del peso aún dominante del crudo en la economía global.

 

Pero en el extremo del pluralismo polarizado y atomizado nos hallamos de lleno nosotros en casi toda America Latina. Hemos recaido en él solo para volver al autoritarismo y luego de uuevo a la demagogia. Y, sin embargo, allí estuvieron también la Alemania de la República de Weimar, que incubó el totalitarismo nazi; la Republica Italiana antes del fascismo; la Segunda República española antes de la Guerra Civil; incluso Francia hasta la Quinta Republica en 1958.

 

Más allá de las recaídas en el autoritarismo y la demagogia se halla entonces el salto cualiativo a la democracia cabal del pluralismo moderado que la mayoría de las naciones de Europa occidental han hecho con mayor o menor éxito. La transición requiere sin embargo, no solo de elecciones limpias, sino de equilibio de poderes, la pieza que hace posible la gobernabilidad. Esto es lo que falla entre nosotros. 

 

Lo que se puede decir de la democracia “real” de Wang Ji es que es una variante de la “realpolitik” que han practicado siempre las grandes potencias. Algo que, sin embargo, puede ser más tolerante que exigir un estándar que nadie cumple cabalmente. 

 

 

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