MEDIA COLUMNA
Basta de
llantos
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
La
izquierda quiere una Constitución propia y para eso tratará de convertir el
Congreso de año y medio en una asamblea constituyente. Lo que quiere es
abolir el capítulo económico de la Constitución, el principio de que la
iniciativa privada es libre. Por años nos hemos negado a considerar siquiera la
cuestión. Ya no hay nada que temer. El cambio que haremos los peruanos es universalizar
la propiedad.
Vamos
a otorgar plena realidad a la propiedad de la tierra en primer lugar, comenzando
por la que se halla sobre los recursos naturales del país. Es la manera de desactivar
el malestar detrás de los conflictos mineros que el radicalismo antisistema explota
políticamente.
La
propiedad de la superficie sobre los recursos es el doloroso foco central del
problema. Bajo esas tierras hay cobre, litio, oro por valor de 800 mil millones
de dólares bloqueados solo en el Péru. En el mundo son 150 billones de dólares
(150 trillion dollars) que no pueden ser extraidos porque los que están encima
no lo permitirán hasta recibir la tajada que creen que les corresponde
equitativamente.
Los
mineros modernos en todas partes han tenido que cambiar sus prácticas tradicionales
para acomodarse a esta realidad. La noticia es que el Perú –que tiene el
privilegio de ser el tercer país minero del mundo- puede alcanzarle al mundo una
propuesta de solución para este problema. Y es un peruano, Hernando de Soto, quien
viene explicando cómo hacerlo a escala global.
Es simple.
Hay que darle a la superficie un precio de mercado global. Y poner en valor luego
también la periferia de esas tierras sembrando agua y bosque. Esa es la manera
justa y equitativa de que quien ocupa el suelo obtenga la tajada que le corresponde de la explotación del recurso del
subsuelo. No la que dice él, no la que dice la empresa, no la que dice el
Estado, sino la que dice el mercado: la libre oferta y demanda en el mercado
global.
No en
el mercado local. Porque en el mercado local la tierra no vale nada. Y si se la
adquiere a vil precio, las empresas terminarán, como saben bien los mineros, comprando
cinco veces la misma tierra sin adquirir la propiedad efectiva, real.
No se trata
entonces de que las empresas mineras paguen dos soles por el metro cuadrado de
superficie mientras compran a dirigentes y periodistas locales y a,los propios
ocupantes de la tierra con sumas de dinero que pronto demandarán nuevamente. Solo
el libre contrato de igual a igual entre las partes –las familias o las
comunidades y las empresas- puede dar una respuesta justa y equitativa.
Y en
el instante mismo en que quien ocupa el suelo pueda comprobar que sus acciones
suben y bajan en la bolsa junto con las de la empresa que extrae el recurso, será
evidente para ambas partes que el conflicto redunda en perjuicio de ambas y la
colaboración en beneficio de ambas. Solo entonces el radicalismo antisistema quedará
vacío de todo contenido, sin sustento real ni base objetiva, y sus líderes fuera
del debate político.
Hace falta equidad para que pueda haber igualdad de oportunidades; libertad de la economia para que pueda haber creación de riqueza; y rediseño del equlibrio de poderes para que haya gobernabilidad y la democracia pueda por fin resolver los problemas y alcanzar el milagro de sostenerse en el aire en equilibrio sin desllzarse nunca más del lado del autoritarismo ni del de la demagogia populista.
Hace falta equidad para que pueda haber igualdad de oportunidades; libertad de la economia para que pueda haber creación de riqueza; y rediseño del equlibrio de poderes para que haya gobernabilidad y la democracia pueda por fin resolver los problemas y alcanzar el milagro de sostenerse en el aire en equilibrio sin desllzarse nunca más del lado del autoritarismo ni del de la demagogia populista.
El
idioma de la propiedad es el que hay que hablar. Es la propiedad lo que hace
posible la igualdad.
En las
próximas elecciones parlamentarias, el radicalismo ansistema tratará de conseguirse
una asamblea constituyente que cambie la Constitución por una a su medida. Hay que cambiarla para el pueblo. Hoy ya es un despropósito seguir esperando que
vengan otros a poner las cosas en su sitio. Lo que viene es la madre de todas
las batallas. Basta de llantos.
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