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domingo, 17 de abril de 2022

MEDIA COLUMNA miércoles 13 abril 2022 "Castillo caerá si no completa su transición"

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MEDIA COLUMNA

Castillo caerá si no

completa su transición

 

 

Jorge Morelli

jorgemorelli.blogspot.com

@jorgemorelli1

 

 


La falta de credibilidad de Pedro Castillo tiene su origen en la omnipresencia fantasmal de La Habana y Caracas en el gobierno. Mientras esta dependencia no sea cancelada, el régimen no tiene posibilidad alguna de un segundo aire.  

 

Castillo está pensando en un nuevo gabinete, pero en las actuales condiciones no hay forma de reclutarlo. Nadie que tenga conocimiento y experiencia aceptará, porque ese gabinete podría durar horas. Eso no es irremediable, pero requiere madurez política. Para que un nuevo gabinete sea viable hace falta un nuevo cimiento político que lo sostenga. Y este consiste en que Castillo complete la transición que inició el día en que rechazó públicamente la idea de una asamblea constituyente.

 

Fue su primer paso en la dirección correcta, pero luego faltan los dos siguientes: romper la dependencia de Cuba y nombrar un gabinete serio, no uno de “ancha base” ni de “coalición”. Esos son términos gastados, que resultan sospechosos para la gente. Solo hay que nombrar a los que saben lo que hacen.  

 

Pero Castillo ha perdido tiempo en completar su giro y, desde entonces, se le ha cerrado cada día más el espacio de maniobra. En el escenario de una transición completa, sin embargo, un segundo aire sí es posible.

 

De otra parte, convocar a elecciones presidenciales y parlamentarias de modo que “se vayan todos”, no es sino una variante del escenario anterior, no algo esencialmente distinto. E igualmente solo es viable si parte del rompimiento de la dependencia del castrochavismo.

 

En ese escenario, un gobierno de transición con un gabinete de quince meses, hasta el 28 de julio de 2023, podría permitirle a Castillo una salida: la oportunidad de entregar la banda presidencial luego de haber corregido sus propios planes iniciales. Así lo hicieron Fujimori, muy ágilmente al inicio de su gobierno; Alan García en su segundo período; Humala, en cambio, no es referente, porque su “hoja de ruta” anterior a las elecciones fue solo una astuta maniobra electoral. Aun así, en ninguno de esos actos hubo traición ni vergüenza ni deshonra alguna. Fueron actos de madurez política.  

 

Hay que entender que evitar el desplome final del país y la caída en un caos peor aun que el actual pasa por la decisión de Castillo de poner fin ahora mismo a la dependencia, complear su transición y procurar una salida, en lugar de una fuga y una prisión en medio del caos.

 

El Perú no es la Cuba de Fidel, ni la Venezuela de Chávez, ni la Bolivia de Evo. Aquí hemos vivido todo esto hace treinta años y pagamos por ello un alto precio. Pero pudimos encerrar a la bestia de la inflación, reconstruir la economía y vencer al terrorismo.

 

Acá hemos aprendido que la fuente de la energía económica es el mercado, no el Estado, y que este es el arnés que pone la energía del mercado al servicio del hombre y no a la inversa.

 

Hemos llegado a la crisis final de nuestra democracia de baja gobernabilidad. Quizá es lo que ha hecho falta para comenzar de nuevo.   


 

  

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