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MEDIA COLUMNA
Cuáles trenes bioceánicos
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Sebastián Piñera fue a Brasilia a la juramentación
de Jair Bolsonaro y llegó a un acuerdo con él que cambiará la historia de
América del Sur. Chile es el socio estratégico de Brasil en la región y en esto
pesa hoy también la afinidad personal de Bolsonaro con Piñera, que ahora tomará
una dimensión geopolítica.
El anuncio luego de la entrevista presidencial
fue el siguiente: los socios estratégicos construirán un tren bioceánico desde un
puerto en el Atlántico brasileño hasta la costa de Chile en el Pacífico. El
tren llegará hasta los tres puertos del norte de Chile, uno de los cuales será
con seguridad el de Mejillones, un megapuerto de aguas profundas capaz de
recibir superbuques masivos para exportar al Asia. El megapuerto comenzó años
atrás con inversiones del grupo chileno Luksic.
Por declaración del propio Piñera, que no
deja lugar a dudas, sabemos que el tren no pasará por Bolivia. Por razones
ideológicas para Bolsonaro, es de suponer, quien no quiere saber nada con Evo
Morales y su combo bolivariano, y razones geopolíticas para Chile, que no
confía en Bolivia y no permitirá que su acceso al Atlántico dependa de un país cuya
política exterior lo ha llevado a rastras hasta La Haya con su reclamación
territorial a perpetuidad de una salida soberana no negociable al Pacífico.
Evo, sin embargo, está empeñado en reclutar
capitales europeos para otro tren bioceánico, uno que vendría hasta Ilo en el
Pacífico peruano desde Brasil pasando por territorio boliviano -un asunto
conversado hace poco con el gobierno de Martín Vizcarra en el último gabinete
binacional-.
Pero no parece factible que Brasil vaya a
construir simultáneamente dos ferrovías -una por Bolivia y otra no- para arribar
prácticamente al mismo lugar, como serían Mejillones en Chile e Ilo en el Perú.
Más bien, desde el punto de vista del
interés peruano, el objetivo estratégico de Brasil está en la propuesta del
presidente y el premier chinos en sus respectivas visitas a Brasil y al Perú,
relativamente recientes: el tren bioceánico desde Sao Paulo en el Atlántico
hasta Paita en el Pacífico peruano.
Desde Paita, en el punto más occidental de
toda América del Sur, el viaje es mucho más corto hacia China que desde los puertos
chilenos. Y en Paita se encuentran, además, los fosfatos de Bayóvar -en manos
de la empresa brasileña Vale do Rio Doce- que Brasil necesita como fertilizante
para su masiva agricultura de la soya que vendrá en el tren desde Brasil para
ser exportada a China en cantidades crecientes.
El tren bioceánico a Paita cobra nueva actualidad
hoy precisamente porque, de resultas del acuerdo brasileño-chileno (que
haríamos bien en dar por cerrado), al Perú se le hará cuesta arriba el proyecto
boliviano por más que la llegada a Ilo apele al corazón moqueguano del
presidente Vizcarra, una cuestión sentimental que no justifica la inversión. Similares
consideraciones hacia Bolivia desafortunadamente tampoco tienen el peso
económico necesario para hacer la diferencia.
Obviamente, los chinos ofrecieron financiar
el tren al norte del Perú, lo que EEUU no ve con demasiada confianza. Por lo
mismo, es la oportunidad para negociar bien de modo de no quedar atrapados en
una deuda impagable.
Si para EEUU es una prioridad geopolítica
equilibrar con su presencia la Ruta de la Seda china en Sudamérica, bien pueden los capitales americanos tener interés en un consorcio para financiar -en condiciones ventajosas
para todos- el tren bioceánico a Paita. Después de todo, el Perú es un espacio estratégico en toda la región y, en palabras del Secretario de Estado americano, es uno de sus viejos
y confiables socios en América del Sur.
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