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MEDIA
COLUMNA
Dos
pájaros de un tiro
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
La pregunta que flota en todos lados, cuya respuesta nadie quiere explorar, es la relativa a los votos que tendría en el Congreso la tercera vacancia de la Presidencia en este malhadado quinquenio. La aritmética arroja que no la habrá, a menos que ocurran eventos políticos de proporciones sísmicas.
A favor de la vacancia
votarían cerrado los 24 congresistas de Fuerza Popular, a estas alturas ya es
su especialidad. También los diez de Avanza País, los nueve de Renovación y los
cinco de Somos Perú. Igualmente, quizá, facciones dentro de las demás bancadas:
no más de una mitad de los 16 de Acción Popular, sin embargo; acaso dos de los
15 de APP; los tres morados; y tal vez incluso los siete del patíbulo
cerronista de Perú Libre. Todos esos suman 68 votos.
Si la estimación no es
abismalmente errada, a la vacancia le faltarían 19 votos para alcanzar los 87
votos, los dos tercios de 130 que la Constitución exige.
¿De dónde podrían eventualmente provenir? ¿Diez cismáticos más de Perú
Libre? ¿Todo Acción Popular completo? Parece improbable, y ni así alcanzarían
los votos para la tercera vacancia del quinquenio.
Detrás de cada vacancia anterior
del quinquenio ha venido algo peor. La experiencia enseña que la vacancia es un
hoyo negro, un vacío de poder que se llena de cualquier manera impredecible. Es
la triste realidad. El resto es viento de palabras.
En lugar de malgastar su tiempo
en quimeras inconducentes, lo que el Congreso debería exigir al Gobierno que renuncie
explícitamente a la constituyente que claramente es un golpe de Estado que
instala la dictadura comunista.
Pero el Congreso necesita,
además, abandonar la complicidad en el autoengaño compartido con el Ejecutivo de
darse todos los años un Presupuesto de inversión que no se ejecutará. Ambos
-Legislativo y Ejecutivo- contentan a sus electorados en el papel, que todo lo
soporta, con proyectos que saben que no se harán.
La desastrosa ejecución de
inversión revela cada año que el Estado peruano, haga lo que haga, no es capaz de
ejecutar inversión por más de 30 mil millones de soles al año. En cambio, estamos
siempre, permanentemente, a un paso de la orgia populista en la incesante
generación de empleo estatal con el descontrolado aumento del gasto corriente.
En este sentido, muestra más responsabilidad
por fin el Tribunal Constitucional: la ley que el Congreso aprobó que incorporaba
a todos los trabajadores bajo régimen de contrato administrativo de servicios
(CAS) a los regímenes laborales de las leyes 276 y 728, ha sido declarada
inconstitucional. Pero es una excepción. La regla es la complicidad de Gobierno
y Congreso en el viejo truco de inflar el Presupuesto para tener contentos a
los tontos.
Es lo que hace nuestra democracia
de baja gobernabilidad, incapaz de resolver los problemas del pueblo.
En vez de agravar el conflicto de
poderes con bravatas, la oposición debería debatir un proyco de ley sobre el
régimen tributario de la minería, que tiene que ser aprobado antes del 31 de
diciembre o no podrá entrar en vigencia el próximo año.
Ese proyecto debe incluir que lo
que genere el impuesto será ejecutado por las propias empresas mineras en sus
zonas de influencia mediante Obras por Impuestos. Esto permite a las empresas deducir
lo invertido de su impuesto a la Renta, y ha probado funcionar perfectamente
con el “aporte voluntario” del quiquenio 2011-2016. No solo es el modo correcto
de controlar el gasto corriente sino de ejecutar al mismo tiempo más y mejor inversión
pública: dos pájaros de un tiro.
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