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MEDIA
COLUMNA
Fracasa la exportación
de la revolución castrista
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Hace ya
63 años que el fantasma del castrismo cubano “exporta su revolución” para
hacerse del control de los recursos naturales de Sudamérica. Lo ha hecho
siempre con falsas banderas ideológicas. Lo logró con el petróleo de Venezuela.
Ha vivido de eso desde Hugo Chavez. La última de estas estragemas ha sido la de
la asamblea constituyente.
La
izquierda en el gobierno peruano pudo y debió resolver el conflicto entre las comunidades
y las minas, que se halla en el centro mismo de los problemas del Perú. A la
inversa, sin embargo, el conflicto ha dividido al gobierno.
El comunismo
cerronista se ha enfrentado a la caviarada de izquierda en una sórdida lucha por
el control del gabinete. Ambos han fracasado en presidirlo. Cerrón, sin
embargo, logró aferrarse a Energía y Minas, la sede principal del poder
económico en el Perú, mientras Castillo se ahoga en un mar de dudas en una nave
ya sin timón. Cerrón ha resuelto que no importa ya el gobierno sino tomar el poder.
Y ha lanzado su última y desesperada ofensiva.
El cerronismo
ha azuzado desde un principio a las comunidades contra las minas, en Chumbivilcas
y en Fuerabamba, el área de influencia de Las Bambas, la mina que produce el 2%
del cobre del mundo, cuya concesión es de la empresa china MMG. En Las Bambas el
castrismo cubano ha chocado por primera vez directamente con China, cuyo
gobierno está cada día más incómodo con los excesos del rancio plan de la
violencia revolucionaria. China no fomenta falsas revoluciones para instalar
gobiernos amigos. China hace negocios.
El botín
tras el cual están los cubanos y sus aliados locales en Bolivia, Chile y el
Perú es el cobre de Sudamérica. Solo así podría Cuba sobrevivir las próximas
décadas, ya que el petróleo y el gas de que ha vivido hasta hoy ya no tienen futuro
en el siglo XXI.
La constituyente
es la cortina de humo, el tigre de papel, un falso problema. No es la batalla principal,
porque todos saben que no pasará nunca por el Congreso, que no cederá jamás su
poder a un asambleísmo como el chileno. La constituyente solo puede imponerse por
la fuerza, fuera de la democracia, el Estado de derecho y la Constitución.
Semejante
fuerza solo existe en un golpe de la calle apoyado por el Ejército. Y ese poder
no está al alcance del cerronismo. Solo Cerrón cree que ese es el fermento
revolucionario para tomar el poder. Solo es un salto al vacío que nadie va a poder
controlar. Y el resultado puede ser un caos armado peor que el actual. Asi surgió
el Estado Islámico en Iraq. Asi comienzan las guerras civiles.
La
batalla principal, repito, tiene lugar hoy en el origen de todos los conflictos
entre las comunidades y las minas: la propiedad del suelo. La ausencia de una propiedad
formal de la tierra es el factor común en Cuajone, en Las Bambas y en Antamina.
Si Castillo
retoma el valiente giro politico que comenzó al rechazar rotundamente la
costituyente, rompe con Cuba sin temor y fracasa la toma del poder, el comunismo
castrista no logrará hacerse del cobre y no sobrevivirá en Sudamérica a este
quinquenio.
La última
batalla es hoy en el Perú, como hace 200 años. El comunismo cubano nos ha
acechado por más de seis décadas. Pero prevaleceremos y los peruanos podremos por
fin negociar nuestros recursos naturales de manera soberana, de igual a igual, con
todos los grandes centros de la economía global en el siglo XXI. Luego de la
lección de la guerra de Ucrania, ninguno de ellos -ni China, ni Europa, ni
Estados Unidos- intentarán ya hacerse de recursos naturales tomando el poder por
la fuerza. Preferirán negociar sobre la mesa.
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