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lunes, 2 de septiembre de 2019

MEDIA COLUMNA domingo 1 setiembre 2019



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MEDIA COLUMNA
La trampa del noble Bruto

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Francia ha tenido cinco repúblicas. Recién en la Quinta alcanzó un equilibrio de poderes razonable. Es hora de comprender que debemos hacer lo mismo: nuestra democracia de baja gobernabilidad necesita un rediseño en su equilibrio de poderes, mal balanceado desde el primer día de la existencia de la República, hace 200 años.

San Martín y Bolívar lo sabían muy bien. Por eso este último recetaba en el Discurso de Angostura que, si se quiere tener una república, hay que encontrar el modo de equilibrar el enorme peso del Congreso con el poder del Ejecutivo. Pese a la advertencia, nosotros elegimos el combo equivocado: ser una república y darle el mayor poder al Congreso. Y la anarquía los devoró a ambos. Es lo que hoy ocurre nuevamente.

Arrastramos este desequilibrio de poderes que ha incubado nuestra democracia de baja gobernabilidad incapaz de resolver los problemas. El pueblo, entonces, detesta al Congreso, símbolo de la anarquía, el villano al que hace responsable de la ingobernabilidad.

Por lo mismo, no hay que caer en la mala trampa narcisista de Marco Junio Bruto, quien creyó salvar a la república de Roma asesinando a Julio César. Al noble Bruto el pueblo romano se le fue encima. Lección: no es necesario defender el statu quo reaccionario de una república que el pueblo detesta creyéndola la última trinchera de la democracia, en lugar de corregir la falla evidente en su arquitectura institucional y rediseñar el equilibrio de poderes. Francia lo consiguió recién en 1958.
 
Esta misma vleja enfermedad crónica que hace recrudecer una y otra vez el conflicto de poderes en nuestra democracia es la que hoy asoma una vez más, y solo a los desavisados les parece nueva. Décadas atrás, el golpe de Estado tradicional solía interrumpir el proceso. Hoy continúa hasta la putrefacción y desemboca en la anarquía.

Es fácil imaginar cómo puede evolucionar mal el proceso hoy. El Presidente ya ha anunciado que su propuesta de adelanto de elecciones “no es negociable”. Si persiste en ello contra todo buen consejo, el gobierno hará cuestión de confianza de su proyecto de referéndum. Sofistas diligentes, los constitucionalistas se dividirán en dos bandos que tomarán posturas opuestas sobre la constitucionalidad de la cuestión de confianza en esta materia. Apoyándose en los suyos, el Congreso rechazará la confianza (el TC ha precisado que no puede rechazar el proyecto como tal). Respaldado por sus propios sofistas, el gobierno declarará entonces al Congreso constitucionalmente disuelto. Este se atrincherará en el Hemiciclo ante una disolución que considera inconstitucional y, acto seguido, declarará la vacancia de la Presidencia de la República por segunda vez en este quinquenio desamparado por los dioses.

Ya no es una tragedia, es un sainete. Cualquier día despertamos para saber que el Estado peruano ha dejado de existir, ya que el Congreso dice que la Presidencia ha vacado y el Ejecutivo que el Congreso está disuelto. Dos gladiadores ancianos se han asesinado mutua y simultáneamente en la arena para regocijo del pueblo que ruge en las graderías porque ya era hora de que acabara este grotesco e innoble espectáculo.

El buen escenario, en la otra mano, es que el Congreso saque un as de la manga y presente al Presidente una propuesta que este no pueda rechazar. Y que entre ambos metan luego en un cajón todos estos despropósitos -el adelanto de las elecciones, la disolución del Congreso y la vacancia presidencial- le pongan candado y boten la llave.

Solo así comenzarán a prestar atención al verdadero enemigo que en el Sur toca las puertas y amenaza con capturar el poder en el Perú.    


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