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MEDIA COLUMNA
No han conseguido
capturar el
poder
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
El eje La Habana-Caracas-Foro de Sao Paulo no ha podido
derrocar a Lenin Moreno en Quito ni a Sebastián Piñera en Santiago, y ha
entrado en modo de desgaste ahora exigiendo la renuncia de Piñera, que es la confesión
abierta de su verdadero propósito. Los chilenos, sin embargo, ya están
alertados. Es demasiado tarde para la captura del poder.
El fiasco se debe a que, afortunadamente, los miembros del eje
han roto la primera regla del manual del golpe de masas: asegurar que las
Fuerzas Armadas no responderán el teléfono al gobierno cuando este las llame a
poner orden. El manual del golpe indica que, para tener éxito, hay que
redireccionar primero los servicios de inteligencia hacia las Fuerzas Armadas y
mantenerlas bajo perpetuo estado de vigilancia electrónica, incertidumbre y
desasosiego, de manera que la menor señal de conspiración sea reprimida de
inmediato y los conspirados apresados. Claramente, ese no ha sido el caso en
Quito ni en Santiago, donde las Fuerzas Armadas permanecieron disciplinadamente
apegadas a la Constitución. Años atrás en Quito, cuando el golpe contra Jamil
Mahuad, la gente tomó el Congreso y procedieron a cocinar en el piso del
hemiciclo. Fue posible porque la Fuerzas Armadas pretextando neutralidad no lo
impidieron. Esta vez las masas volvieron a intentar tomar el Congreso en Quito,
pero no lo consiguieron porque las Fuerzas Armadas lo impidieron.
En Bolivia, Evo Morales denuncia con descaro un golpe e su
contra mientras el fraude electoral es denunciado por Washington y el
secretario general de la OEA. Se mantiene en el poder, no obstante, porque las
Fuerzas Armadas obedecen la ley y al gobierno de Bolivia sea el que fuere. El
capítulo siguiente, en dos días, este domingo, son las elecciones argentinas,
que según las encuestas debe ganar el peronismo, aliado del Eje. E, igual que
en Bolivia, las Fuerzas Armadas se limitarán a asegurar el orden en las calles
sin necesidad de dirimir por la acción o la omisión. El último capítulo ya ocurre
en Brasil, donde Bolsonaro acaba de aprobar la reforma de las pensiones que
ahorra 200 mil millones de dólares para cerrar la brecha fiscal. Esto, con el
sacrificio de que la jubilación en adelante será a los 65 años. El pueblo
brasileño con acceso a una pensión de retiro debe ester rumiando su
descontento. Previsoramente, Bolsonaro ha ordenado a las Fuerzas Armadas la
alerta máxima para salir al paso a la menor señal de desórdenes.
¿Cuál es el hilo conductor de todos estos escenarios? Aunque
los golpes de Estado son ahora no tradicionales, de masas y no militares, las
Fuerzas Armadas continúan siendo el dirimente cuando fallan las instituciones
de la democracia de baja gobernabilidad.
Pero el sustrato es el estatismo. La caviarada genera su propio
electorado en el empleo estatal, una vasta hueste de votos cuando llega el
momento de una elección. En el Perú son dos millones que con sus familiares
pueden llegar a cinco millones de votos, suficientes para inclinar una
elección. Lo mismo ocurre en Brasil, en la Argentina, en Chile, en Colombia,
Ecuador, incluso en Bolivia.
La caviarada es un fenómeno
político sin raíces en la economía real, sino en el empleo estatal. Los
radicales, al menos tienen un electorado en el pueblo comunero y minero con
raíces en la tierra y en las minas. Esto
los obliga a no distanciarase mucho de los intereses reales de su electorado. El
electorado de la caviarada, en cambio, no tiene interés real en la economía y
su cúpula medra del monopolio del Estado sobre los recursos naturales, ya se
trate de la renta minera del gobierno nacional o del canon regional y local, en
Venezuela, Ecuador, Bolivia, Colombia, Argentina o Brasil. De allí la
resiliencia del estatismo. Es lo que lo hace peligroso.
Para ganar una guerra lo
primero es identificar correctamente al enemigo y lo que busca. Claramente, el objetivo del Foro de Sao Paulo ha sido derrocar
a Piñera en Chile y a Moreno en Ecuador. No lo ha conseguido. Y ha puesto a
toda la región en guardia. Es la primera vez que el pueblo latinoamericano en Santiago,
Buenos Aires, Sao Paulo, Río, Quito, Bogotá y Lima ha sido notificado de que se
le ha declarado la guerra para capturar el poder.
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