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MEDIA
COLUMNA
“Pese a las advertencias”
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Así encabeza una agencia de noticias
mundial la primicia de que el Perú
se une a la iniciativa de la Ruta de la Seda,
impulsada por el presidente de China, Xi Jinping, para construir la
infraestructura de conectividad física -puertos, vías férreas, carreteras- y virtual –telecomunicaciones- globales
para el siglo XXI. Las “advertencias” vienen de EEUU, según la agencia.
La decisión del Perú ocurre dos semanas después de la
visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, a Lima,
Santiago y otros dos capitales sudamericanas, donde advirtió del peligro de los
“préstamos corrosivos” de China para la Ruta de la Seda. Según la agencia, el
acuerdo que firma el Perú deja en claro “cómo las naciones de todo el mundo
están siendo arrastradas a la órbita de Pekín con la promesa de inversión, a
pesar de las objeciones de Washington”.
El Perú firmó el jueves pasado el memorandum
de entendimiento en Pekín. Allí se encuentra en visita oficial el presidente de
Chile, Sebastián Piñera -Chile se unió a la
Ruta de la Seda en noviembre pasado- firmando, a su vez, una “ruta
estratégica” para 16 iniciativas en todos los campos. Allí se encuentran
también otros 36 presidentes y jefes de gobierno y 150 países y organismos
internacionales de todo el planeta. El presidente del Perú debió asistir.
¿Qué hay de cierto, no obstante, en el peligro de
que advierte EEUU? En el Foro
de Pekín, China ha tomado el toro por las astas yendo de frente al asunto. Se ha
comprometido a crear un mecanismo para que las naciones que son parte de la
Ruta de la Seda no se vean atrapadas en deudas imposibles de pagar. El ministro
de Finanzas chino, Liu Kun, ha dado a conocer que el mecanismo permitirá prevenir
y resolver las posibles crisis de endeudamiento con análisis de sostenibilidad
de la deuda para cada proyecto y cada país. Ha pedido a los países y a los
organismos internacionales e instituciones crediticias utilizar ese marco para
vigilar la gestión de la deuda.
¿Es creíble esto?
Veamos. Pocos días antes, se produjo un hecho que debería disipar las dudas. Al
llegar a Pekin para el Foro, la directora gerente del Fondo Monetario
Internacional, Christine Lagarde, declaró para sorpesa de todos que el FMI está
“dispuesto a ayudar a la creación de la Ruta de la Seda” y añadió, para los que
sospechan de la estabilidad de la economía china, que las políticas del gigante asiático son
“prudentes” y “eficaces”. Nadie conoce mejor que el FMI la situación económica de
China. Y el organismo debería ser insospechable de parcialidad a favor de China
en una materia tan delicada como esta, siendo EEUU el primer aportante al Fondo.
¿Puede arriesgarse Lagarde a una declaración de ese calibre sin alguna
certidumbre?
El supuesto peligro
es el de una tenaza china, donde un brazo es el posible riesgo de unas deudas
impagables, y el otro el de la presencia de la megaempresa china Huawei en las
telecomunicaciones globales. Esto ha llevado a las potencias del llamado Grupo de
los Cinco Ojos, encabezado por EEUU, a prohibir la entrada de Huawei a sus
mercados con la tecnología de banda ancha denominada 5G. No obstante, en los últimos
días se ha abierto una brecha. El Reino Unido ha autorizado a Huawei a proveer los
insumos para la construcción de la infraestuctura de sus servicios de telecomunicaciones
5G. No han faltado las “advertencias” del propio Parlamento británico en el
sentido de que esto creará dudas respecto del hermetismo de los servicios de
inteligencia del Grupo de los Cinco Ojos. Pero esto no parece preocuparle al gobierno
del Reino Unido.
Las agencias traen
la noticia de que fondos de pensiones de mercados desarrollados estarían
invirtiendo en proyectos de infraestructura de la Ruta de la Seda. Si el propio
FMI está dispuesto a monitorear su solidez, ¿cómo podríamos nosotros rechazar que
la infraestructura que el Perú necesita para el siglo XXI sea financiada por
créditos chinos porque la deuda podría ser impagable?
Se comprende la legítima
preocupación de Washington por la seguridad global. Pero debe comprender que el
Perú no puede dejar pasar la oportunidad de construir esa infraestructura para
el siglo XXI si no existe otra alternativa factible, solo por el peligro de vernos
“arrastrados” a la órbita de Pekín. No hemos nacido ayer. Vamos a cumplir 200
años. Podemos cuidarnos. Nuestro “viejo y confiable socio”, como dijo un
secretario de Estado, debería saberlo.
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