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MEDIA
COLUMNA
Poniéndole al
enemigo
el arma en las
manos
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Ahora
sabemos por fin con certeza que el Estado peruano no debió pasar del pétroleo
al gas cuando tomo la decisión política de cambiar la base energética del país.
Debió pasar a la generación de energía hidroeléctrica y destinar el gas -un
recurso escaso que hoy quemamos para generar calor como si fuera carbón- a una
industria petroquímica que es a lo que se debe destinarse un hidrocarburo
estratégico no renovable.
El
error original desembocó con los años en un acto de mercantilismo cuando
en 2011 una segunda decisión política estableció una moratoria a la inversión
en 20 hidroélectricas del Marañon que habrían provisto al Perú de 60 mil
megawatts de electricidad, energía renovable no contaminante suficiente para
medio siglo.
Como
ha explicado en EXPRESO Jorge Baca Campodónico -ingeniero eléctrico, doctor en
Econometria y ex ministro de Economía- la decisión política fue para hacer
posible el proyecto Camisea creándole al gas un mercado artificial en la
generación de electricidad.
A esta
decisión política de consecuencias masivas debemos hoy que las generadoras
termoeléctricas se hayan adueñado de la mitad del mercado. A esto se debe la
guerra actual entre las termoeléctricas y las hidroélectricas que denuncian la
mentira legalizada en la declaración de costos de las termoeléctricas. Por
esrto es que nos veamos hoy, además, en peligro –este es ya el punto muerto- de
entregarle la energía del Sur a la empresa estatal de gas de Bolivia poniendo
en manos de Evo Morales y sus aliados de Sao Paulo, Caracas y La Habana, los
recursos estratégicos globales del Perú para el siglo XXI: el cobre, el litio,
las tierras raras, el agua y la energía necesarias para extraerlos.
De fuentes informadas sabemos ahora tambipen que las dos
empresas privadas -termoeléctricas ambas, generadoras de electricidad a
petróleo- que han firmado con la estatal de gas boliviana un acuerdo inconsulto
en presencia del propio Evo, habrían actuado por su cuenta y sin autorización con
el objeto de presionar al gobierno del Perú a conceder a Bolivia la buena pro
del abastecimiento de gas a siete regiones del Sur, y comprarle gas para sus
generadoras termoeléctrricas en el Sur. Ni siquiera es su culpa. Esas empresas
han sido llevadas a la trampa en que se encuentra por la decisión política
mercantilista que tomó el Estado.
Hoy estamos
a un paso de que el Perú caiga en la trampa de entregar a la estatal de gas
boliviana la buena pro de la licitación del proyecto Siete Regiones, que es la
llave de la energía del Sur. Ese abastecimieto mañana podría interrumpirse a
voluntad. La historia reciente de Europa del Este muestra que el abastecimiento
de energía por gas es el arma estratégica para doblegar la voluntad política de
los Estados.
En
nuestro caso, como sabemos, el plan del radicalismo antisistema es capturar el
poder en el Perú. Y estamos poniéndole el arma en las manos.
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