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sábado, 30 de marzo de 2019

ESTA NOCHE sábado 30 marzo 2019



ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


MEDIA COLUMNA
¿Quién es el responsable del caos?

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


Nueva Fuerabamba es la ciudad que la empresa minera de Las Bambas, MMG, una corporación de capitales chinos en su mayor parte, construyó para permutarla por los terrenos donde se asentaba la antigua Fuerabamba, porque debajo de ella se hallaba el yacimiento de cobre de la mina más grande del Perú.  Además, entregó una suma considerable a cada familia, un colegio y un policlínico. Seguía así el ejemplo Chinalco, otra minera china, que en Toromocho también construyó una nueva ciudad para poder trabajar debajo de la antigua. Son las reglas de la nueva minería en todas partes. Primero hay que establecer la confianza, antes incluso de comenzar la explotación.

¿Cuál es, entonces, la razón de que todo se haya desviado tan mal de su cauce en Las Bambas? Como siempre, la  clave de todo está en el tema de la propiedad.
 
Veamos. En la legislación estadounidense, el dueño del suelo es dueño del subsuelo al mismo tiempo y, por lo tanto, de todos los recursos que contiene. Si alguien encuentra petróleo u oro en su patio trasero llama a la empresa de petróleo o de oro y firma un contrato con ella. En el Perú, si uno encuentra oro en su patio, el oro es del Estado. Y es el Estado entonces el que firmará el contrato con la empresa. Esta es la raíz de todos los conflictos.

En América Latina, siguiendo el modelo de la legislación del naciente Estado alemán de fines del siglo XIX, el dueño del subsuelo es el Estado. El suelo puede pertenecer a un privado, a una comunidad andina o amazónica. En algunos casos de forma inmemorial. Algunas comunidades andinas todavía guardan sus títulos otorgados por la Corona española durante el Virreinato. Pero la mayoría de las seis mil comunidades andinas y las dos mil amazónicas no son propietarias de sus tierras, porque el Estado peruano no les ha entregado títulos de propiedad. Son poseedores de siglos atrás.

¿Por qué el Estado peruano no ha titulado la propiedad? Las complejidades tecnológicas no son sino pretextos. Si la Corona española pudo entregar títulos a las comunidades, cómo va a argumentarse que en 200 años de República el Estado no ha podido hacerlo. Hay otras razones: una es que nadie estorbe sus tratos con las empresas extractivas. Y los litigios de tierras interminables: otra falla monumental del Estado.

En los conflictos entre comunidades y empresas hay siempre tres puntos de vista: el de la comunidad, el de la empresa y el del Estado. Hay que mirar desde vada uno.

Desde el punto de vista de las comunidades de Las Bambas, ellos son propietarios de unas tierras sobre las que se construyó una carretera que luego sería declarada “vía nacional”. Y que hay una servidumbre de paso por la cual la comunidad no cobra porque permutó las tierras. Pero las comunidades de la periferia del entorno inmediato también quieren participar de los beneficios como parte de la “zona de influencia”. Y, como eso no está previsto en el marco de una política de Estado ni en la ley, encuentran legítimo echar mano de lo que esté a su alcance para hacer valer su derecho percibido. Aparecen entonces oportunistas que proponen el bloqueo de la carretera de salida del mineral hacia el puerto. Y que extorsionan luego a la empresa a cambio de levantar el bloqueo mientras las comunidades dejan hacer intimidadas o deslumbradas por el interés. 

El punto de vista de la empresa está ilustrado en las fotos adjuntas. La empresa cumplió el compromiso de construir el nuevo pueblo, con un colegio, un policlínico y plantas de agua, y ha entregado a cada familia una cantidad importante. Paga puntualmente regalías e impuestos al Estado local, regional y nacional. ¿Cómo va a aceptar la extorsión para que se levante el bloqueo?    

El punto de vista del Estado es el más indefendible. El mismo Estado que se ha arrogado la propiedad del subsuelo y que no extiende títulos de propiedad a los poseedores del suelo, vive de las regalías y los impuestos de la minería que financian la mayor parte de su presupuesto. Presupuesto que gasta mal, dejando de construir las escuelas y hospitales que luego la empresa tendrá que edificar.  

Claramente, el responsable de este caos es el Estado.

Y la conclusión necesaria es que, si hacen falta dos para bailar tango, tres son demasiados. El Estado está demás en lo que en el futuro será el libre contrato entre la comunidad y la empresa.

Pero una comunidad capaz de negociar de igual a igual con la empresa requiere cuatro condiciones necesarias: 1. plena propiedad de la tierra; 2. puesta en valor de la tierra con agua; 3. participación en la renta de la explotación del recurso natural bajo la tierra; y 4. consulta previa a los pueblos originarios. Este debe ser el marco de la política de Estado a este rewspecto y no la intervención directa en la propiedad.  

Porque, sin propiedad, no puede haber venta de la tierra, ni alquiler de la misma, ni libre contrato de la comunidad con la empresa, ni inversión sostenible, ni paz social. Y sin propiedad, los comuneros son y siempre serán ciudadanos de segunda categoría.

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