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MEDIA COLUMNA
Recaída en el ciclo
perverso
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Una
vez más la democracia de baja gobernabilidad ha incubado la recaída en el
autoritarismo. Como el 48, el 61 y el 68, como el 5 de abril de 1992. A la
lista se añade hoy el 30 de setiembre de 2019.
El autoritarismo incubará luego la recaída en la democracia de baja gobernabilidad, como en el 39, el 45, el 56, el 63, el 80 y en el 90. Ya lo sabía Benavides, que en el 38 intentó detener este círculo perverso desde el autoritarismo, y fracasó.
No hay equilibrio de poderes. Esta es la causa profunda de nuestra democracia de baja gobernabilidad. Es por esa falla en la arquitectura de la democracia que el Congreso prevalece sobre el poder Ejecutivo hasta que, llegada la crisis del conflicto, el orden se invierte y vuelve la recaída en el autoritarismo.
El autoritarismo incubará luego la recaída en la democracia de baja gobernabilidad, como en el 39, el 45, el 56, el 63, el 80 y en el 90. Ya lo sabía Benavides, que en el 38 intentó detener este círculo perverso desde el autoritarismo, y fracasó.
No hay equilibrio de poderes. Esta es la causa profunda de nuestra democracia de baja gobernabilidad. Es por esa falla en la arquitectura de la democracia que el Congreso prevalece sobre el poder Ejecutivo hasta que, llegada la crisis del conflicto, el orden se invierte y vuelve la recaída en el autoritarismo.
Tratando
fallidamente de arbitrar el desequlibrio, en las últimas décadas el Tribunal
Constitucional ha desplazado al poder Judicial y prevalecido sobre los tres
poderes. Ahora tenemos la dictadura de los jueces. Es por eso que capturar el
Tribunal se ha convertido en el objetivo del poder.
Era totalmente
predecible que este desenlace ocurriria de nuevo desde el momento mismo en que
la mayoría parlamentaria absoluta elegida el 2016 fracasó en saldar la deuda
del fujimorismo con el Perú. Esa deuda era y es la reforma del sistema de
gobierno para impedir que el escenario del 5 de abril volviera a presentarse
nunca más. La mayoría pudo evitar que nuestra democracia sin equilibrio de
poderes desembocara en el conflicto sin salida que produce nuevamente el
espectáculo grotesco de hoy.
Pudimos
alcanzar un equilibrio estable esta vez. Pero la mayoría en el Congreso no
asumió su deber. Perdió nuestra oportunidad de corregir la falla en la
arquitectura de la democracia y reivindicar al fujimorismo. Es imperdonable.
Prefirió la vacancia de la Presidencia. No se derroca al poder sin
consecuencias. El desenlace de hoy es la consecuencia.
Hay una cierta ironía en ver hoy a quienes por años criticaron el 5 de abril defendiendo el 30 de setiembre, y criticándolo amargamente a quienes no aprendieron del 5 de abril ninguna lección.
Pero hoy la discusión versa sobre un asunto platónico: si es más real el Congreso disuelto o la Presidencia vacada. Y los militares zanjan la situación de hecho. Esperar que el Tribunal arbitre esto es algo de pronóstico incierto. Bien podría ratificar de jure la situación de facto. Aferrarse a la idea de retrotraer el estado de cosas a la víspera del 30 de setiembre es de una ingenuidad conmovedora.
Hay una cierta ironía en ver hoy a quienes por años criticaron el 5 de abril defendiendo el 30 de setiembre, y criticándolo amargamente a quienes no aprendieron del 5 de abril ninguna lección.
Pero hoy la discusión versa sobre un asunto platónico: si es más real el Congreso disuelto o la Presidencia vacada. Y los militares zanjan la situación de hecho. Esperar que el Tribunal arbitre esto es algo de pronóstico incierto. Bien podría ratificar de jure la situación de facto. Aferrarse a la idea de retrotraer el estado de cosas a la víspera del 30 de setiembre es de una ingenuidad conmovedora.
No es momento
de discutir sobre lo que ya es pasado. Ahora hay que mirar lo que viene. Lo que
primero debe preocuparnos es el enemigo en la puerta. Detrás de la discusión
bizantina de la inconstitucionalidad de los hechos, la sombra que se cierne
sobre el Perú en lo inmediato amenaza la libertad de la economía que permitió
el crecimiento del país durante 27 años. Ha juramentado el jueves un gabinete
presidido por un representante del Sur que hace poco soñaba con volver al
estatismo, y la juramentación se ha llevado a cabo de manera obviamente deliberada
un 3 de octubre, fecha del golpe del velasquismo hace 51 años.
Y vienen
en cuatro meses las elecciones parlamentarias convocadas para el 26 de enero de
2020. Su resultado está ligado indisolublemente al de las elecciones bolivianas
en dos semanas, el próximo 20 de octubre, donde Evo Morales es el favorito
a la enésima reelección y, una semana después, a las elecciones argentinas del
27 de octubre, donde el favorito es el peronismo kirchnerista que prepara su vuelta
al poder.
El
resultado de las elecciones bolivianas va a tener fuerte influencia en el voto
del Sur del Perú en enero. A doscientos añós de la fundación de la República,
en el Sur se juega nuevamente el destino de la Patria. El Sur del
Perú es el lugar de la batalla y la fecha la del 26 de enero. Vamos a la
batalla sin haber elegido el lugar ni la fecha. El eje Buenos Aires, La Paz, Foro de Sao Paulo,
Caracas, La Habana, se halla al frente de los aliados de Santiago, Brasilia,
Quito y Bogotá. Y el gobierno de Lima podria estar cambiando de signo.
El 30 de setiembre ha sido la advertencia de que esta
vez el ciclo del autoritarismo tiene el signo de la izquierda radical.
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