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MEDIA COLUMNA
Tontos útiles
del enemigo
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Según la Constitución, si
las elecciones de enero no se producen antes del 30, el Congreso disuelto se reúne
de pleno derecho y recobra sus facultades. Ese escenario alimenta quizá falsas
esperanzas en más de uno con sangre en el ojo. Es una fantasía peligrosa. Si a
algún irresponsable se le ocurre que es una buena estrategia el desorden público
en los días previos para que las elecciones no puedan materialmente realizarse,
el caos resultante no beneficiará a nadie salvo al enemigo.
Lo repito majaderamente
hace ya demasiado tiempo. El enemigo no es este gobierno, que por ahora solo brega
por sobrevivir a sus propios actos. El enemigo es el eje La Habana-Caracas-Foro
de Sao Paulo-La Paz, al que se adhieren ahora tontos útiles en Buenos Aires y el
DF mexicano.
¿Cómo derrotar al enemigo? Lo primero es aceptar que importa poco ya quién
gobierne, porque el gobierno no tiene ningún poder. Para vencer hay que reconstruir
primero los cimientos del poder que han sido demolidos. El poder es del pueblo,
no del gobierno ni del congreso, en los que el pueblo ya no cree. Vencer al
enemigo, entonces, pasa por lo que la gente cree: el paradigma de nuestras
representaciones colectivas.
Debatir y convencer es algo que debe hacerse desde los medios. Este el
campo de batalla, por lo tanto, y no el hemiciclo ni el palacio. Me apenan los
que hoy candidatean creyendo que harán la diferencia. Es tarde. En estas
circunstancias, gobernar o legislar es un engorro que no vale la pena. No se
puede hacer las reformas desde el Gobierno o el Congreso. Los que defienden el
capítulo económico de la C93 serán puestos a la defensiva, arrinconados en el Congreso
de año y medio. Es una batalla perdida de antemano a menos que pasen a la
ofensiva proponiendo la reforma del capitulo político y el equilibrio de
poderes. Desgraciadamente, sin embargo, no existe la masa crítica necesaria
para esa batalla. Los nuevos
congresistas carecen de la formación política que eso requiere y tendrán miedo
de ir a ella a menos que el pueblo se los exija de manera perentoria.
Tampoco el Congreso del 2021 tendrá la mayoría necesaria. Nunca más en
la historia del Perú existirá la oportunidad de una mayoría absoluta -como la
del 2016- desperdiciada irresponsablemente en escaramuzas estúpidas y
peligrosas –como la vacancia presidencial- en lugar de acometer las reformas
sin miedos.
Hoy no vale la pena llegar al gobierno o al parlamento sin el poder para
resolver los problemas. Y la llave de todos es el de la propiedad de la tierra,
para resolver de manera justa y equitativa el conflicto entre las empresas que
tienen el recurso del subsuelo y quienes tienen el control de la superficie. La
igualdad de oportunidades es la palabra clave de esta era de la historia humana.
Para poder volver a gobernar, para reconstruir una verdadera Presidencia
y un verdadero Congreso con un nuevo equilibrio de poderes entre ambos, hay que reconstruir los cimientos mismos del
poder político en el Perú, dinamitados por la frivolidad y estupidez de su
clase dirigente. Solo entonces la política, hoy vacia de significado,
volverá a tener sentido. Y podremos decidir nuestras diferencias en elecciones significativas.
Mientras esa pieza no esté en su sitio, el gobierno sin poder es un ejercicio
estéril.
Escapar de la trampa depende de que los peruanos puedan hacer suya la
bandera política de la propiedad de la tierra. Es la que nos llevará al futuro
dejando atrás a la reacción de izquierda y de derecha. La propiedad es el punto
fijo en que todos podemos coincidir. Ocurrirá de todos modos, pero puede alcanzarse
en el menor plazo dependiendo de que los medios también hagan suya esta
bandera. Quienes creen que esos temas no tienen rating o no venden ejemplares no
saben lo que dicen. Subestiman el poder de una narrativa que se enraiza en la
experiencia de todos. Ante la ruina de gobiernos y congresos en todas partes,
los medios de comunicación son hoy los depositarios provisionales del poder del
pueblo en todo el mundo.
Para terminar esta columna donde empezó, si algún extraviado cree
todavía que la solución es restablecer por cualquier medio el Congreso
disuelto, tristemente solo queda decirle que es otro tonto útil del enemigo.
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