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MEDIA COLUMNA
La
cola mueve al perro
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
De julio a la fecha, la economía global se ha
convertido en algo completamente distinto de lo que solía. El precio del
petróleo ha caído 40 puntos porcentuales (de cien a sesenta dólares el barril).
El oro ha caído diez en los últimos tres meses.
Lo que sube en todas partes es el dólar (que sube diez).
Y, con él, las acciones de la bolsa de Nueva York (el Dow Jones ha subido 8
puntos porcentuales en los últimos tres meses) y los bonos del Tesoro americano
tienen tal demanda que se dan el lujo de pagar 30 puntos menos.
¿Es todo esto mera casualidad? No parece. Examinemos la
posibilidad de que obedezca a un diseño estratégico de geopolítica económica
global.
¿Cuál sería el objetivo de semejante estrategia? Ante
todo, consolidar el dólar como la moneda global del siglo XXI. La firma meses
atrás del megacontrato para la venta de gas de Rusia a China ha de haberle
volado el cerebro en fragmentos a las autoridades económicas americanas: es la
primera vez que un contrato global (del orden de magnitud de cientos de miles
de millones de dólares) no se pacta ni se paga en dólares sino en yuanes chinos
y rublos rusos. Hace muy poco, por añadidura, el primer ministro chino de
visita en Londres firmó un acuerdo de gobierno con el Reino Unido por el cual la
banca londinense representa los intereses de China en los negocios en yuanes en
la economía occidental. Esto es un desafío al dólar como medio de cambio y reserva
de valor global. Y es una señal que augura guerras monetarias globales que no
se detendrían ya en el resto del siglo XXI. El euro ya es la primera baja.
Con el dólar fuerte la economía americana se convierte
en la aspiradora de los capitales de todo el planeta. Si el dólar fuerte causa
un déficit en la balanza comercial, este es más que compensado en la balanza
total por la entrada masiva de capitales del resto del mundo a la economía
americana (como ocurrió con Reagan a
mediados de los 80). Es así como el objetivo de hacer de Estados Unidos la
locomotora de la economía global se vuelve una profecía que se realiza a sí
misma.
Pero esta mega estrategia económica global permite
alcanzar objetivos geopolíticos tradicionales al mismo tiempo. El presunto acuerdo
con Arabia Saudita para permitir que el precio del petróleo se derrumbe tiene
el propósito de abastecer de combustible a la locomotora de la economía global,
Estados unidos.
De paso, en una jugada de tres bandas, permite quebrar
el proyecto delirante del Califato del Estado Islámico, poner de rodillas a
Irán y obligarlo a dejar de lado planes nucleares, quebrar también a la
Venezuela chavista y la Cuba castrista, por último, poner contra la pared a
Rusia, todo lo cual Vladimir Putin ha denunciado en su discurso reciente sobre
el estado de su nación.
Que la profecía se cumpla depende de que todos asuman como
una verdad que la que la recuperación económica de Estados Unidos es una
realidad. ¿Es esto un hecho? Parece estar lejos todavía de ser una realidad maciza
y más cerca de parecer una realidad virtual, propia de la posmodernidad, donde
la cola mueve al perro. (Según cifras del Departamento de Comercio, en el PBI
americano del tercer trimestre el consumo privado se ha reducido y es el gasto
público (10%) el que empuja el crecimiento y, dentro de él el gasto de defensa
(16%)). Ricardo Lago acaba de publicar
un gráfico de las altas y bajas dela
bolsa de Nueva York desde el siglo XIX. Se pregunta si el alza de las
acciones de los últimos meses no estará incubando la próxima burbuja global. Tal
vez no le falte razón.
Todos estos hechos extraordinarios en tan poco tiempo,
en todo caso, no parecen coincidencias. Es la primera vez en la historia que la
economía global parece estar siendo empleada como un arma estratégica con objetivos
políticos globales. No es la primera vez que eso ocurre bajo el sol, pero esta vez
es en una escala nunca antes vista.
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