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MEDIA COLUMNA
Todos somos
chilenos
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
Ha comenzado la batalla principal por la
captura del poder. Hoy es en Chile. Será en el Perú mañana. El
enemigo es el eje La Habana-Caracas-Foro de Sao Paulo. Su objetivo es la caída
de Piñera en Santiago, ya sea por renuncia o por vacancia mediante golpe
parlamentario. Está contenido en Santiago hasta el momento, luego de fracasar
en Quito al no haber logrado derrocar al gobierno de Moreno mediante el golpe
de masas, como contra Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.
Piñera
tampoco caerá. Por tres razones: porque el presidente chileno no será vacado
por un golpe parlamentario para el que no hay mayoría suficiente, porque Piñera
no renunciará bajo ninguna circunstancia, y porque el Ejército no caerá en el
juego de tronos.
Al
no haber logrado el golpe de masas, sin embargo, el enemigo busca ahora
precipitar la represión para empujar a Chile a la recaída en el autoritarismo.
Es decir, la trampa de la democracia de baja gobernabilidad.
En
efecto, el enemigo no quiere desacreditar solo el modelo económico chileno,
sino a la democracia chilena como tal, la mejor equilibrada de la región junto
con la uruguaya, como saben bien los analistas del Latinobarómetro anual. Con equilibrio
de poderes, ambos Estados lograron escapar tempranamente de la trampa de la
democracia de baja gobernabilidad. La recaída en ella del primer referente democrático de Sudamérica sería un
golpe no a Chile, sino a la democracia como tal. Eso es lo que el enemigo
busca.
La
táctica desesperada de hoy es perversa. El enemigo intenta paralizar al
gobierno de Piñera con una supuesta, falsa situación de derechos humanos
deliberadamente generada a través de los medios internacionales. Los peruanos
sabemos de esto. Lo hizo antes que nadie Sendero Luminoso en Uchuraccay para
detener la entrada del Ejército a Ayacucho en enero de 1983.
Ante
la ofensiva, Piñera se maneja acertadamente con dos agendas: una social, para
desactivar la falsa narrativa de la protesta contra la
desigualdad de oportunidades. El problema chileno no es uno de creciente desigualdad
social, sino uno de expectativas frustradas por la desaceleración del
crecimiento. Eso es responsabilidad de la FED estadounidense, no de Chile.
La
otra agenda es fundar un nuevo marco legal para restablecer el orden público relegitimando
al mismo tiempo la autoridad sin recaer en la trampa del
autoritarismo.
La
ironía es que, luego de fracasar en el golpe a Ecuador y a Chile después de haber
perdido en Brasil ante Bolsonaro y en Colombia ante Duque, y viendo llegar su derrota
final en Caracas y en La Habana, el enemigo ha caído en su propia trampa con
Evo en Bolivia y en la Argentina con Fernández & Fernández.
Más
les habría valido perder. Han llegado al gobierno sin poder, sin legitimidad de
origen y sin mayoría parlamentaria. Enfrentan situaciones económicas que no
pueden resolver. Serán arrinconados por el pueblo y, aferrándose a un gobierno
sin poder, conducirán a sus democracias de baja gobernabilidad a recaer en el
autoritatismo.
¿Cómo
poner al Perú en guardia ante el enemigo en las puertas y a recaudo de la
recaida en el autoritarismo si tenemos quizá la peor de todas las democracias
de baja gobernabilidad de la región?
Hay
que derrotar primero a la falsa narrativa de la “protesta social” que la
caviarada -tonta útil del enemigo- enarbola apoyada por su vociferante electorado
de empleo estatal carente de raíces en la economía real. Y, segundo, atender de
inmediato el justo y equitativo reclamo de quienes sí están arraigados en la economía
real, en la tierra: los mineros informales y los comuneros peruanos, cuyo
legítimo reclamo es la plena propiedad de la tierra que se halla sobre los
recursos naturales del Perú para el siglo XXI.
Es
con esos recursos, precisamente, que el enemigo busca desesperadamente
sobrevivir.
Parafraseando
la pinta parisina de Mayo 68 -“todos
somos judíos alemanes”- cuando se acusó tontamente de serlo a su líder Daniel
Cohn-Bendit, alias Danny Le Rouge, hoy debemos decirle a Sebastián Piñera
“todos somos chilenos”. Porque su suerte no es solo la de su Patria sino la de
todos. La suya no es una batalla solo por Chile sino, como hace 200 años, por
la libertad de Sudamérica.
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