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¿Alguien en el puente de mando?
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
La
metáfora de Ollanta -“el viento a favor de la década pasada se acabó”- oscurece
más de lo que aclara.
El
drama contrasta con el falso optimismo que exhibía hasta hoy. Y todavía
reprocha a otros el pesimismo. El capitán pasa de la negación a la depresión.
No es un espectáculo edificante. El que dirige la nave tiene que mantener la
ecuanimidad.
Además,
hay un error conceptual pasmoso en la metáfora: implica que la nave depende del
viento a favor. La nave depende del rumbo que quiere tomar. Pero el Presidente
no habla del rumbo.
Anuncia
un paquete de medidas para alentar la inversión y reducir sobrecostos. Son medidas buenas, pero tardías.
¿Qué ha estado haciendo hasta ahora si no es trabar la inversión y agregar
nuevos sobrecostos?
Desde el comienzo del gobierno ha habido una
guerra sorda entre Energía y Ambiente, librada en cuanto foro se puso en el
camino. Es más, recién llegado el ministro de Energía el anuncio de que se
proponía simplificar radicalmente los estudios de impacto ambiental, provocó una
violenta reacción de Ambiente seguida luego de una intriga para sacar al nuevo ministro
del gabinete. Ahora que Economía da a conocer un paquete de medidas para
acelerar la inversión eliminando trabas -varias de ellas puestas por Ambiente-,
de inmediato surgió el rumor de la renuncia de Ambiente por discrepancias con
el paquete de Economía. Horas después, sin embargo, el rumor de la renuncia fue
desmentido.
La renuncia no era una mala señal, puesto que la
discrepancia de Ambiente con Economía evidenciaba que el paquete era serio y la
salida del ministro arrastraría consigo a lo que queda de la caviarada de
Ambiente. El desmentido de la renuncia es un fiasco.
Significa una de dos: que la caviarada se aferra
al puesto y ya no le importa nada de nada con tal de no perder la chamba. O,
alternativamente, que el paquete es agua de malvas y no va destrabar, en
realidad, nada. Yo prefiero pensar lo primero, ya que lo segundo significaría
que la inversión privada no reaccionaría.
Hay que recordar que cuando la inversión privada
comenzó a caer, algún tiempo atrás, el gobierno anunció que la inversión pública
tomaría su lugar. Pero lo que parecía buena idea en el papel, en la práctica
desembocó en la orgía de corrupción de los gobiernos regionales. Ahora hay que
frenar a las regiones y eso va costar algunas décimas, si es que no puntos al
crecimiento.
Para volver a la metáfora de la nave, uno no puede evitar la sensación
de que el Presidente nos habla de reformas en la sala de máquinas cuando el
problema está en el puente de mando. El rumbo sigue siendo oscuro. El capitán
parece perdido en meditaciones lúgubres acerca de la caducidad de las cosas
mientras Economía lo sustituye y Energía y Ambiente siguen forcejeando por el timón
de la nave.