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MEDIA COLUMNA
El símbolo del águila
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Los bonos del Tesoro de su gobierno son la promesa de la solidez
económica de Estados Unidos, la misma que a su vez es un espejo de la confianza
de los inversionistas del mundo entero en la continuidad de la hegemonía
estadounidense en la política global.
Ayer el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años superó la barrera
del 3 % por segunda vez en pocos días, lo que no se veía desde 2014. Y el
símbolo del águila norteamericana -el dólar- se mantenía ayer por encima de la
barrera de los 90 puntos del índice del Wall Street Journal, lo que ocurre desde
hace ya un mes.
Mientras tanto, en cambio, el oro se desplomaba a los 1,292 dólares la
onza, luego de cinco meses por encima de los 1,300. E incluso el símbolo del mercado
virtual de las finanzas, el Dow Jones, perdía terreno nuevamente en su largo
descenso desde que Donald Trump llegara al gobierno.
En otras palabras, el ganador de la jornada es la confianza mundial en
el gobierno de EEUU. En Donald Trump, más exactamente. Es un hecho político más
que económico.
Es el resultado de su política exterior ante Corea del Norte y ante Irán,
por mucho que esta desagrade a vastas porciones de la opinión pública. Si a ello
se agrega el resultado percibido de sus políticas económicas -el crecimiento de
la economía con la rebaja de impuestos, sus negociaciones para “proteger” su
economía con aranceles, su decisión de reconstruir la infraestructura venida a
menos de su país-, la decisión política que transmiten ha devuelto al
inversionista global a la convicción de que, digan lo que digan, Trump es el
sheriff del pueblo global y ha venido a poner orden. “Su” orden, desde luego,
pero un orden al fin y al cabo.
Pocos aun reparan en que todo esto supone gastos masivos que probablemente
Trump asume como costos de su “defensa” (en el sentido más amplio de la
palabra) ante el “enemigo absoluto” -como Irán o, hasta hace poco, Corea del
Norte- y ante el “enemigo real”, el adversario, el rival en el tablero
económico, China.
El problema es que estos gastos masivos se financian con deuda pública,
la misma que ha alcanzado niveles nunca vistos, ni siquiera en situaciones
extremas como las guerras mundiales o las que le siguieron, entre las cuales prevalece
aun la de Viet Nam en la que Richard Nixon tuvo que romper en 1971 el acuerdo
de Bretton Woods vigente desde 1946 y dejar flotar el dólar en el mercado
global. Allí nació la economía virtual de hoy, la de las burbujas globales y su
colapso posterior.
En las guerras nadie repara en gastos. Esta es la ética dominante hoy en
la materia y quizás lo fue también durante el Imperio Romano, del que provienen
el poder del águila y su imagen. Pero conviene no perder de vista que al cabo, hoy
como hace dos mil años, el valor económico reposa en el poder político y detrás
solo hay palabras.
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