MEDIA
COLUMNA
¿De
qué estabilidad
habla
el gobierno?
Jorge
Morelli
La
renuncia del ministro de Economía, diga lo que diga el gobierno, es un baldazo
de agua helada para la ciudadanía y la recuperación del crecimiento.
Las
circunstancias hablan por sí solas. El paro de los camioneros, que iba a
comenzar el martes, se suspendió porque el gobierno se echó -no hay otra forma
de decirlo- al aceptar descontarles a los transportistas el 80% del ISC a los
combustibles.
El
Ministro, al parecer, ofrecía un descuento de 30%. Y esto en sí mismo ya era
una claudicación ante la presión de un sector empoderado en una actividad que
ocupa un espacio estratégico en la economía.
Estas
son, pues, muy malas noticias. Significan que los sectores que se encuentran
posicionados estratégicamente pueden imponerle a este gobierno sus demandas. Los
demás se atienen a lo que puedan. Es la victoria de la fuerza, no de la ley y
menos aun de la razón.
Esta
decisión de hoy es un acto que a Martìn Vizcarra le va a costar en términos de
imagen. La debilidad que ya venía mostrando en media docena de decisiones
recientes en las que ha reculado visiblemente, queda confirmada con este nuevo retroceso.
No se trata de si la decisión es correcta o no. Si el gobierno no estaba
dispuesto a respaldar su decisión sobre los impuestos o no se hallaba en
condiciones materiales de hacerlo, debió abstenerse de mover esa variable de
tan masiva importancia en la relación, precaria, entre los peruanos y un Estado
que no funciona.
Ante
esto, reafirmar los “ejes” que el Presidente anunció -inversión,
descentralización y anticorrupción- en su mensaje inicial queda en el terreno
declarativo de las intenciones vacías, sin respaldo de una decisión política.
"El
cambio de la política económica no existe, hay una ratificación de la ya
explicada el día de la asunción”, ha dicho Vizcarra. Pero a nadie se le escapa
que la concesión hecha a los camioneros por miedo al paro no es un acto
aislado, sino precisamente un cambio de política económica que en lo sucesivo
puede reaparecer de manera sistemática. Los peruanos ya estamos prevenidos y en
guardia contra eso.
La
declaración de que el horizonte del país se sustentará en "mayor inversión
y mejor recaudación" y no en "modificar tasas impositivas",
parece una frase de disculpa y un pedido vergonzoso de borrón y cuenta nueva. Y
suena vacía la afirmación de que las recientes inversiones mineras se deban a la
"confianza en la estabilidad política y económica del país".