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MEDIA
COLUMNA
Pacto
de Castillo
con
Mefistófeles
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Por 20 años los
jóvenes han sido llevados a luchar contra el enemigo equivocado. El enemigo inventó
una narrativa falsa para reescribir la historia del Perú en las universidades y
los colegios. Creo un falso enemigo.
Les hizo repetir a
los jóvenes que la política es una cloaca. Les hizo sentir verguenza de su patria.
Los sumió en la hipocresía primero y en el cinismo después, llevados a creer que
solo la ironía amarga tiene sentido en la musica en serie, en el teatro, en la
griteria de la calle. Los llevó a la fuga de la droga, al relámpago del
instante.
Y entre bambalinas,
detrás de todo eso, había un plan friamente tramado por el enemigo para capturar
el poder. Un plan de 20 años en tres etapas: desmoralización de los peruanos,
desestabilizacion, terror.
Las guerras se pierden
por luchar contra el enemigo equivocado. Pedro
Castillo no es el verdadero enemigo. Lo es La Habana, Caracas, Evo Morales y
sus socios locales. El enemigo tiene además un brazo legal, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, que viola impunemente la soberanía del Perú
con la ayuda cómplice de los tontos útiles de la caviarada local.
Castillo necesita sacar al enemigo de su entorno si quiere evitar
el desplome de su gobierno. Dio un primer paso al rechazar de manera pública el
caballo de Troya de la asamblea constituyente. El segundo paso es romper públicamente
con el enemigo de La Habana. Solo eso daría la estabilidad política necesaria a
un nuevo gabinete.
Sin embargo, el presidente se ha detenido en su giro y vacila
extrañamente. Y en apariencia retrocede. Sabe que necesitaría completar su
transición hacia un gobierno viable. Pero la vacilación se debe al temor de que
pueda revelarse su pacto original con el enemigo.
Castillo se halla en la trampa del Fausto de Goethe luego de
firmar su pacto con Mefistófeles. Llegó al gobierno, solo para descubrir que se
puede tener el gobierno y no tener el poder. Esa ha sido la jugada diabólica
del enemigo, que se ha propuesto destruir el país para tomar el poder. Lo que
está en juego son los minerales, los alimentos y la pesca del Perú, los
recursos para sostener al castrochavismo en el siglo XXI, ahora que la era del
petróleo llega inexorablemete a su fin.
La soberanía del Perú no está subordinada a la de otro país, y menos
aún a la jurisdicción de una organización supranacional que hace política
disfrazada de justicia.
Completar su trasición supone para Castillo enfrentar el peligro
de que el enemigo revele su pacto, pero debería hacerlo sin temor. La Habana no
puede extorsionar eficazmente al presidente del Perú, porque se comprometería a
sí misma en el mismo acto. Por eso es un riesgo que es posible correr. El
presidente deberia saber que los peruanos lo respaldarán en esa causa si la lidera
ante el asedio del enemigo en defensa de la soberania de su patria.
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