sábado, 8 de noviembre de 2014

ESTA NOCHE sábado 8 noviembre 2014



ESTA NOCHE, donde usted se entera no de todo lo que ocurre, sino de lo que necesita saber.


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MEDIA COLUMNA
El que amarra al sol

Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com


El Banco Central de Reserva del Perú es el defensor de nuestra moneda. Para que el dólar no pase la barrera psicológica de los tres soles, esta semana el BCR vendió acertadamente 100, 150, 200 y hasta 250 millones de dólares diarios. El viernes el dólar cedió y el BCR solo tuvo que vender 35 millones. No importa, es lo que debe hacer. Para eso acumuló 65 mil millones de dólares de reservas, la mitad de la cuales son del Estado. Tiene, pues, con qué hacerlo. No vendamos barato nuestro sol de oro.

¿Alguien está interesado en devaluar? El gobierno humalista. Con eso conseguiría una ventaja artificial para las exportaciones y cree que con ello la economía crecería. Falso, la devaluación no es verdadero crecimiento. Mientras el BCR defiende el sol, entonces, el gobierno quiere devaluarlo. Obviamente, están en curso de colisión y deberíamos arrimar una silla para ver cómo se resuelve esta pugna sorda como el choque de la placa de Nazca contra el continente que en cualquier momento puede producir un megasismo.   

La culpa es del gobierno. A la parada en seco la inversión privada, a causa de sus señales ambiguas, le siguió el fracaso monumental de la inversión pública para apuntalar el crecimiento a tiempo. El gobierno ya reconoce ahora que la economía no crecerá ya ni dos y medio por ciento este año. Y, perdido todo escrúpulo, no se le ocurre otra cosa que devaluar y, al mismo tiempo, aumentar exponencialmente el gasto corriente para ponerle plata en el bolsillo a la gente en estas fiestas para que gasten más y la economía crezca algo. Es la heterodoxia de los 80 de regreso. No han aprendido nada. El propio Keynes dijo que, en ausencia de expectativas, echarle dinero a la economía no produce crecimiento. Y aquí no hay expectativas. La inversión privada no va a mover un dedo ya hasta que el gobierno humalista se haya ido. No cree ya en nada de lo que diga o haga, y hace bien.

Pero el gobierno se empeña desesperadamente en forzar un crecimiento por razones subalternas. Faltan 18 meses para las elecciones en las que el humalismo tratará de conseguir como sea una bancada que lo defienda, o va a desfilar a la guillotina de los procesos judiciales eternos. No le importa dar paso a una orgía de gasto corriente para que la gente vote por él.

Pues bien, la economía no crecerá. La razón es simple. Permítame un ejemplo. Si usted en estos años de vacas gordas se endeudó en dólares para comprar, digamos, un departamento o un carro; si le creyó a las autoridades que podía hacer eso porque el sol –le dijeron- era una moneda más firme que Sacsayhuamán, usted ha venido a descubrir ahora que ha sido víctima de un embuste.

Usted gana su sueldo en soles pero paga su deuda en dólares. Y el dólar cuesta ahora cinco por ciento más que cuando usted tomó el préstamo y puede en cualquier momento pasar a costar diez o veinte por ciento más si el gobierno devalúa y el BCR pierde en la batalla por la defensa del sol.

Si en este aprieto recibe usted en estas fiestas un bono o un aguinaldo como el que el gobierno quiere regalarle a los empleados públicos, ¿qué hará usted con el dinero? ¿Se lo gastará en regalos de Navidad para la familia? No. Lo que hará es correr a comprar dólares para pagarle al banco y salir de la deuda a como dé lugar.

Eso significa que no habrá consumo ni crecimiento con el gasto del gobierno. Lo que habrá es mayor demanda de dólares para pagar deudas a los bancos, con lo que el dólar subirá más aun complicando la misión del BCR.

Respaldemos entonces  al Banco Central de Reserva del Perú. Es el último intihuatana, la piedra firme a la que podemos amarrar al sol para defenderlo.


REPORTE DE NOTICIAS en Internet
Las siguientes notas periodísticas de política y economía han sido seleccionadas, editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican sólo como una forma de reconocer el crédito y agradecer la cortesía.




GOBERNABILIDAD, DEMAGOGIA, AUTORITARISMO, DEMOCRACIA


El Comercio, EFE
Bogotá. El hijo del narcotraficante Pablo Escobar, Juan Pablo Escobar, asegura que la DEA (oficina antidrogas de EE.UU.) intentó chantajear a su familia para que dijera públicamente que el expresidente peruano Alberto Fujimori y su exasesor Vladimiro Montesinos hicieron negocios ilícitos con su padre.
En una entrevista con Efe, el primogénito del mayor criminal de la historia de Colombia adelantó que esta es una de las revelaciones incluidas en su libro "Pablo Escobar: Mi Padre", publicado por la editorial Planeta y que salió esta semana a la venta.
Ese ofrecimiento, según Escobar, fue a cambio de que la esposa y los dos hijos del que fuera jefe del cartel de Medellín obtuvieran visas para salir de Colombia tras la muerte del capo y pudieran vivir seguros en Estados Unidos.
"Pretendían que escribiéramos unos párrafos en un libro donde se acusara a Montesinos de actividades de narcotráfico y a Fujimori de haber tenido conversaciones con mi padre en agradecimiento por un supuesto financiamiento de su campaña política", dijo el hijo del mafioso que busca en este libro evitar que vuelvan a ocurrir cosas tan dramáticas en su país.
En concreto la DEA pidió a la viuda e hijos de Escobar que dijeran que habían visto con sus propios ojos a Montesinos en la Hacienda Nápoles, la mansión del narcotraficante en Colombia, y que este había hablado por teléfono con Fujimori, entonces presidente de Perú, quien gobernó entre 1990 y 2000.
"Nosotros estábamos necesitados de visa y de poder abandonar el país para salvaguardar nuestras vidas, era una oferta muy generosa, ningún país nos quería recibir, pero nos pidieron mentir sobre personas que no conocíamos", aclaró.
Agregó que aquello le pareció tanto a él como a su madre "una falta de respeto".


Juan Pablo o Sebastián Marroquín, el nombre que adoptó este hombre durante 20 años para sobrevivir, aclaró que años después su tío Roberto Escobar, alias "Osito" y hermano del capo, escribió un libro en el que detallaba esa supuesta relación de Pablo con Montesinos y Fujimori, una historia que ocupó páginas en la prensa internacional.


Así, Juan Pablo acusó a su tío Roberto de haber trabajado para la DEA y de traicionar a la familia: "Nos sorprendió que mi tío participara en la publicación de esa información y que eso desencadenara la renuncia del presidente Fujimori", puntualizó.
Asimismo reveló que tras la muerte de su padre se llegó a reunir con el que fuera jefe de la DEA en Colombia Joe Toft por mediación de su tío. "Sí, yo llegue allí (a la embajada de EE.UU.) porque estábamos en esa búsqueda desesperada de salir del país, habíamos visitado legaciones diplomáticas pidiendo refugio, auxilio, pedimos al Vaticano, a la Cruz Roja Internacional, a la ONU, pero nadie nos escuchó", manifestó.
"Yo estaba desesperado porque sabía que mis minutos estaban contados, le pedí ayuda para salvar la vida de mi hermanita, mi madre y mi persona. Me dio (su tío) un código (Triple A) con el que me recibieron en la embajada de Estados Unidos, entonces hablé con el jefe de la DEA", afirmó. "Fue una pesadilla", afirma Juan Pablo, hoy de 37 años y quien en aquel momento era un adolescente de 16 años amenazado de muerte por los enemigos de su padre ya muerto.
Allí comenzó un peregrinaje de la familia por distintos países que terminó en Argentina, donde Juan Pablo vive actualmente con su esposa, su hijo de dos años, su madre y su hermana menor.



El Comercio
Mal ejemplo
Carlos Meléndez
Aunque suene contraintuitivo, la reforma política es una práctica bastante común en América Latina. Las élites políticas –empujadas por diversos motivos e intereses– han practicado reformas (y contrarreformas) de los marcos que regulan la práctica política con bastante ímpetu. Tenemos reformas para todos los gustos: las autoritarias (Venezuela del chavismo, Ecuador de Correa), las “permanentes” (un colega colombiano me indica que en su país “la reforma es un deporte nacional”), las voluntariosas (Chile quiere hacer una reforma, pero no sabe muy bien para qué).
El problema yace en que en este amplio universo de reformas, los buenos ejemplos son excepcionales. Lo más frecuente es la reforma fallida, la contraproducente, la inocua –en el mejor de los casos–. Mire usted a cualquier país latinoamericano: remedos reeleccionistas en los países “bolivarianos”, compra de votos y poderes ilegales en la política cotidiana de Colombia y México, baja participación electoral en Chile.
Por eso considero pertinente abandonar el ideal de los ‘best practices’. Como estos son extraños, lo más probable es que se deban a factores idiosincráticos difíciles de replicar. Así, los buenos ejemplos no resultan de utilidad. Propongo un cambio metodológico para el análisis y provecho del reformismo en perspectiva comparada: aprendamos de los errores sistemáticos, de la metida de pata ajena, del mal ejemplo del país amigo. En ese sentido, efectivamente, vale la pena revisar las reformas ajenas en tanto expresión de errores que no podemos darnos el lujo de repetir.
Para la reforma política no hay recetas (como sí la hubo en materia económica con las reformas de ajuste). No existen fórmulas comprobadas de diseños institucionales que nos aseguren que solucionarán los problemas asociados a crisis de representación, personalismo, debilidad partidaria e ilegalidad. Quien diga que tiene la propuesta adecuada, simplemente, está engañando. Ello tiene que ver con el relativismo de cómo funcionan los incentivos institucionales. Mientras que en el Perú un gran sector está a favor de la eliminación del voto preferencial con el objetivo de “fortalecer a los partidos”, en Colombia esa misma medida –practicada voluntariamente por el uribismo– tuvo un resultado contrario: reforzó el caudillismo. Mientras que en Chile quieren elegir directamente a los intendentes regionales para democratizar la representación política, en el Perú las elecciones subnacionales han debilitado aún más a los partidos nacionales. Ejemplos sobran. Las reformas no “viajan” con los mismos resultados en todos los países.
Pero ya que existe una “reformología internacional” disponible –creación burocrática de la cooperación para el desarrollo sin frutos elogiables–, propongo un ejercicio metodológico para empezar a construir el “modelo peruano”: poner a prueba los sentidos comunes de los “reformólogos” locales (lista parlamentaria abierta, distrito uninominal, bicamericalidad, vallas electorales, etc.) frente a los malos ejemplos que abundan en América Latina. Si usted, hermano latinoamericano, nos explica las torpezas de las muchas reformas que propició en su país (Colombia es un caso prolífico con las reformas de 1991, 2003, 2009, 2011 y la actual), sea bienvenido. Si trae una fórmula salvadora, lo sentimos pero no le creemos.

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