miércoles, 27 de diciembre de 2017

ESTA NOCHE miércoles 27 diciembre 2017



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MEDIA COLUMNA
Quebrar la mayoría absoluta


Jorge Morelli
@jorgemorelli1 
jorgemorelli.blogspot.com


El objetivo político fue devolverle la gobernabilidad al Perú. La libertad de Alberto Fujimori fue la estrella que guió ese camino y permitió no apartarse de él. El rechazo de la vacancia de la Presidencia fue el efecto colateral.

La votación de diez parlamentarios fujimoristas liderados por Kenji Fujimori fue un acto unilateral sin condiciones. Uno que el presidente Kuczynski retribuyó, como correspondía, con la decision presidencial del indulto igualmente sin condiciones. Esta era esperada desde mucho antes de que la vacancia apareciera en el horizonte. Nunca hubo, pues, pacto bajo la mesa, negociación oculta o transacción comercial algunos. Más bien, el intento de deslucir ahora ese legítimo acto de reciprocidad es un acto de cinismo político mezquino.

Recogí con Kenji Fujimori en todo el Perú las 800 mil firmas que fundaron Fuerza Popular. Por años fui, a pedido de los fujimoristas, a dar charlas todos los viernes en la noche a los locales de Fuerza Popular en todo Lima, desde el Callao hasta Chosica, desde Ancón a Pucusana. Por años también hice La Hora del Chino en la radio todos -los sábados muy temprano. Recuerdo que escribí buena parte del discurso de Keiko Fujimori el día de la fundación de Fuerza Popular en el coliseo Dibós. Alguna autoridad tengo para hablar de esto.

Desgraciadamente, el partido que ayudé a formar se convirtió en una organización política autoritaria y antidemocrática que puso en peligro la gobernabilidad al apoyar una vacancia que habría precipitado al Perú al abismo. Por eso, para recuperar la gobernabilidad, había que quitarle a Fuerza Popular la mayoría absoluta en el Congreso.

Hoy Fuerza Popular ya no puede por sí solo censurar ministros, ni insistir en leyes observadas por el Ejecutivo, ni modificar o aprobar leyes orgánicas. En adelante, tendrá que concertar para hacer todo eso.

La intención es recomponer esa mayoría en adelante cada vez que sea necesario, pero de manera consensuada ahora con otros grupos, comenzando por el de los propios fujimoristas que tomaron la valiente decisión de impedir la vacancia de la Presidencia.

Y por fin Fuerza Popular podrá madurar como partido.



REPORTE DE NOTICIAS en Internet

Las siguientes notas periodísticas de política y economía han sido seleccionadas, editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican
sólo como una forma de reconocer el crédito y agradecer la cortesía.



ELECCIONES, PARTIDOS, ENCUESTAS, MEDIOS, PSICOSOCIALES



El Comercio
Mercedes Aráoz continuará al frente de la presidencia del Consejo de Ministros.
Aráoz se queda en el cargo a pedido del mandatario Pedro Pablo Kuczynski. Uno de los acuerdos derivados de la conversación entre ambos es el cese del asesor presidencial Máximo San Román por declarar sin haber conversado antes con el mandatario, indicaron fuentes.
Máximo San Román declaró hace unas semanas que el jefe del Estado escucha más al ex primer ministro Fernando Zavala que a Mercedes Aráoz. Y el último 25 de diciembre consideró en una entrevista que esta debería renunciar al carecer del “prestigio” y “solvencia” para el cargo.



El Comercio
El presidente Pedro Pablo Kuczynski tomó juramento hoy a Vicente Romero, ex director general de la Policía Nacional del Perú (PNP), quien reemplaza a Carlos Basombrío como ministro del Interior.



El Comercio
A través de un mensaje en Twitter, Salvador del Solar anunció que ha renunciado al cargo de ministro de Cultura. No explica las razones de su renuncia, pero se cree que aleja del cargo por no estar de acuerdo con el indulto al ex mandatario Alberto Fujimori.



El Comercio
Tres congresistas han renunicado a la bancada de Peruanos por el Kambio: Alberto de Belaunde, Vicente Zeballos y Gino Costa.
Iguialmente, algunos funcionarios del Ejecutivo han decidido poner fin a su relación laboral. Roger Rodríguez Santander, ex director general de Derechos Humanos del Minjus envió su renuncia. Daniel Sánchez Velásquez, hoy ex secretario técnico de la Comisión Multisectorial de Alto Nivel, renunció igualmente. Asimismo, Víctor Quinteros Marquina, director de Registro e Investigación Forense renunció a su puesto en el Minjus. Juan Carlos Cortés anunció su renuncia al cargo de presidente ejecutivo del Consejo Directivo de la Autoridad Nacional del Servicio Civil (Servir).






GOBERNABILIDAD, DEMAGOGIA, AUTORITARISMO, DEMOCRACIA



El Comercio
Luego del indulto humanitario otorgado al ex presidente Alberto Fujimori, el futuro de Fuerza Popular es incierto, concuerdan los analistas políticos Fernando Rospigliosi, Enrique Castillo y Pedro Tenorio.
“Con Alberto Fujimori en libertad, el liderazgo de Keiko está seriamente cuestionado. […] Lo importante es qué cosa va a ocurrir el próximo año, ahí va a haber una disputa por el liderazgo muy fuerte entre Keiko y Kenji [Fujimori], apoyado por su padre”, dijo el también ex ministro del Interior Fernando Rospigliosi.
“Las discrepancias entre Keiko y Kenji han sido muy obvias, los enfrentamientos han sido públicos. […] Mientras Keiko Fujimori hace una critica muy fuerte del Gobierno, Kenji y Alberto son más bien concesivos en el respaldo. Así que es muy difícil conciliar esas dos cosas”, añadió.
El analista Enrique Castillo sostiene también que, si bien “puede ocurrir en el mediano plazo una división”, en el largo habría quizás “una purga” al interior de Fuerza Popular. “Es sabido que Alberto Fujimori no es de los que tiene una buena opinión de varios de los voceros y de varias de las personas que en este momento están alrededor de Keiko Fujimori”, remarcó.
“Entonces, la gran duda es si Alberto Fujimori va a dejar que Keiko Fujimori siga manejando Fuerza Popular o si es que va a tener, quizás no una participación, pero sí una influencia muy fuerte”, agregó.
Sin embargo, para el analista y periodista Pedro Tenorio, “la decisión fundamental la tiene Keiko Fujimori porque es quien tiene la inscripción del partido y quien ha realizado ese trabajo de consolidación de lo que hoy conocemos como Fuerza Popular”.
“Tiene que tomar una decisión entre dos alternativas: o mantiene distancia de Kenji y de su padre, como fue durante la campaña electoral y como luego se agudizó en el paso de este año y medio, o finalmente considera que dividir el fujimorismo es negativo para ella y por tanto se unifica con ambos”, opinó.
En ese contexto, luego de que 10 parlamentarios de Fuerza Popular ─liderados por Kenji Fujimori─ se abstuvieran de votar a favor de la vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski, se anunció un proceso disciplinario en su contra al interior de la bancada.
Pedro Tenorio aseguró que si Keiko Fujimori va a “mantener la línea de liderazgo y de disciplina dentro de esa bancada” sí debería de haber una sanción. Empero, “Keiko podría decir que en ‘aras de la reconciliación’ deja de lado esto último y trabaja por una bancada unificada”, acotó.
Por su parte, Fernando Rospigliosi considera que si no se llega a abrir un proceso disciplinario contra los legisladores “también va a dejar algún problema, porque Kenji sin duda va a seguir haciendo lo que le parece. Entonces, si ella demuestra falta de carácter para sancionarlo, los otros van a seguir en su camino. Está en un dilema muy difícil”.
“Es verdad que habría que, pero si lo haces corres el riesgo no solo abrirle un proceso disciplinario a diez [congresistas], sino a veinte o a treinta. Y así terminar de desmoronar lo que te queda de la bancada”, puntualizó más adelante Enrique Castillo.



La República
En el entorno de Kenji, se alistan para armar una nueva bancada. Ahora no pueden porque lo impide la llamada Ley Antitránsfugas, que sanciona a los disidentes, pero pueden anularla sumando al menos 66 votos de otras bancadas y el que sería el bloque kenjista. Keiko solo contaría con sus 61.
"Yo me sumaría, seríamos 11, la tercera fuerza en el Legislativo... Si Kenji lo decide", dijo Roberto Vieira, legislador sin bancada, este sábado en RPP.
Kenji aúna este grupo disidente en año y medio de acercamientos. Aprovechó el descontento de los marginados por la cúpula 'naranja', varios provincianos. Hace un año, la periodista Rosa María Palacios reseñó el drama de las mujeres de este conjunto.
Mezcla de voz 'albertista' y fujimorista liberal, se opuso a lances conservadoras de su partido y apoyó al gobierno. Se mostró con la primera dama, Nancy Lange, en campaña por los damnificados del Niño costero y ganó adhesión de los fujimoristas marginados por la 'Mototaxi', los más keikistas, y las directivas de Ana Vega y Pier Figari, brazos de Keiko.
Las diferencias arreciaron con el proyecto de ley sobre prensa y el dictamen que afecta a minorías sexuales, intentos del keikismo que Kenji cuestionó.
Apuntaba a romper el dominio de su hermana promoviendo que los militantes elijan a los candidatos del partido en lugar de delegados influenciables por la cúpula. La bicameralidad y la Ley Antitránsfugas fue otro episodio en que Kenji hasta se mostró con mordaza de gutapercha.
Kenji fue sancionado por el partido, pese a que 23 fujimoristas firmaron una carta a su favor. Esto dio lugar a versiones de una posible bancada kenjista, pero las votaciones alineadas con el keikismo las contradecían. Hasta este jueves, que Kenji logró 10 votos rebeldes.



La República
El avance de Keiko Fujimori, desde que emergió como la congresista más votada hace once años, se interrumpe con la fractura de su bancada, evidenciada en la votación del pedido de vacancia contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski. Nuevamente, el grupo de Keiko se queda sin llegar al poder por poco, como en las elecciones del 2011 y del 2016.
Esta vez hubiera tenido a su adepto Luis Galarreta en Palacio. Por ser presidente del Congreso, le tocaba asumir la jefatura del Estado si Kuczynski era vacado y renunciaban los vicepresidentes Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz, como se advirtió. Desde el máximo cargo, debía convocar a elecciones, oportunidad excepcional para su lideresa.
Para Jorge Aragón, coordinador de Ciencia Política de laUniversidad Católica (PUCP), el avance de Keiko Fujimori debe mucho al arraigo del fujimorismo como marca en parte de la población. Empero, explica que la carga negativa de esa marca ha pesado para sus derrotas.
"Parecía que todo estaba perdido y una vez más se articuló una oposición a la ofensiva fujimorista. Hay una parte del país quizá no mayoritaria pero sí importante e influyente. Eso es tal vez el principal logro postfujimorista", anota.
Sin embargo, advierte que "todo es precario". No solo la reacción a las asonadas, sino también los propios respaldos en el grupo naranja. "El fujimorismo puede ser buena marca, pero la relación con esa marca tiene mucho de cálculo y pragmatismo", indica.
Paolo Sosa, investigador del Instituto de Estudios Peruanos, considera que, además del rechazo al fujimorismoKeiko pierde ahora por su falta de liderazgo frente al país luego de la derrota ante PPK.
"En el 2006, con poco lograron bastante. En la siguiente elección, perdieron con quien era el cuco chavista. En las últimas elecciones, parecía que Keiko había aprendido de los errores pero en segunda vuelta abandonaron su estrategia moderada", recuerda.
Aquí hay un mayor quiebre, perjudicial para el futuro del grupo naranja, según Sosa.
"Con errores o aciertos, lo resaltante de todo ese camino es el liderazgo de Keiko. Eso desapareció dramáticamente con la victoria de PPK. Desde entonces hasta la votación del jueves, Keiko ha brillado por su ausencia. Sin ese liderazgo, Fuerza Popular está condenada al fracaso", dice.
Para el investigador, esta situación favorece la fragmentación, como la que vemos.
El politólogo Carlos Pérez Crespo, profesor de la Universidad Ruiz de Montoya, alega que esas muestras de Keiko de privilegiar sus intereses a los del país aumentan su rechazo.
"El antifujimorismo está fortaleciéndose sobre todo en las nuevas clases medias y en Lima por el comportamiento y calidad de los congresistas de Fuerza Popular. Los nuevos electores y, más aún, los más jóvenes quieren mayor calidad. Y el argumento de Fuerza Popular de que no buscaba tomar por la fuerza el poder se debilitó", sostiene.
La politóloga Milagros Rejas, asesora en diversas universidades, advierte que Keiko es quien está perdiendo, no necesariamente el fujimorismo. Esto porque la tensión siempre ha sido entre el albertismo y los llamados keikistas.
"No creo que esta vacancia sea una pérdida total para el fujimorismo en general, sino una posible esperanza de contemplar otro líder que no sea Keiko, pero sí un FujimoriKeiko perdió nuevamente, por mantener la misma estructura partidaria que tenía. Keiko no es el fujimorismo, sino la memoria de los noventa. Es parte pero no lo es todo", comenta.
En los próximos días, veremos cómo reacciona Keiko ante lo que se avecina. Si el quiebre de su bancada se cumple o lo evita.



El Comercio
El congresista de Fuerza Popular Bienvenido Ramírez criticó a sus colegas de bancada. "Hay algunos que dijeron tantas cosas y barbaridades contra el presidente (Alberto Fujimori) y ahora están que se acomodan [...] Son unos doble cara, doble moral. Uno tiene que defender sus ideales hasta la muerte pero no dar un mensaje hace una semana y hoy dar otro", señaló.
Ramírez también cuestionó que Héctor Becerril, quien dijo días atrás que Alberto Fujimori alentaba la corrupción, sea el vocero alterno de Fuerza Popular. "Yo, particularmente, no me siento representado", comentó.
“Si me expulsan, que me expulsen por haber apostado por la gobernabilidad y el Perú", manifestó Ramírez. "El indulto se venía manejando hace mucho tiempo atrás, no ahora. No hubo ninguna negociación", indicó.



El Comercio
La congresista de Fuerza Popular Maritza García señaló que confía en que no recibirá algún tipo de sanción por parte de su partido como consecuencia de haber votado en contra del acuerdo de su bancada para la vacancia presidencial.
“Creo que están reflexionando, porque todos están de acuerdo ahora con el indulto, así que yo creo que no va a pasar nada”, declaró.



El Comercio
El inesperado aliado de PPK
Cecilia Valenzuela
Antes de la Nochebuena, cuando se anunció la decisión presidencial de otorgar el indulto humanitario a Alberto Fujimori, los dirigentes de izquierda se adueñaron del discurso y exaltaron la protesta en las calles. Las circunstancias ponen a prueba a la clase política nacional supuestamente comprometida con la gobernabilidad y el desarrollo y a la que, por cierto, no se le ha escuchado salvo para jalar agua para su molino.
Nuestro país está viviendo días difíciles. Dos políticos evidentemente pragmáticos y octogenarios, ambos en el borde de sus límites, se han aliado: uno para sobrevivir en la presidencia y el otro para sobrevivir a una condena que acabaría con su vida. ¿Qué puede resultar de este matrimonio? Si pudiéramos ajustarnos a sus últimos mensajes, podríamos esperar la gobernabilidad tan ansiada hace año y medio; pero la cosa no es tan sencilla, pasa por la voluntad de las demás fuerzas políticas y por la disposición de la mayoría de los ciudadanos para creerles o concederles, por lo menos, el beneficio de la duda.
Una de las apreciaciones más severas contra la decisión del presidente Kuczynski es que el indulto humanitario se haya concedido tres días después de que la facción fujimorista liderada por Kenji Fujimori impidiera su vacancia. Se trata de un canje y eso es inaceptable, se ha dicho. Sin embargo, eso no es exactamente cierto: el 3 de noviembre en Buenos Aires, Argentina, el presidente Kuczynski dijo: “Alberto Fujimori está en la cárcel y está enfermo, vamos a ver qué hacemos, eso será noticia en algún momento”. Todo buen entendedor comprendió que el indulto humanitario del que se había venido hablando hacía por lo menos seis meses estaba por concretarse. Quizá el trance de la vacancia impulsada por el Frente Amplio apuró la decisión, pero estaba claro que el indulto humanitario se iba a dar de todas maneras y muy posiblemente en estas fiestas.
Ahora la izquierda que apoyó la elección de PPK en la segunda vuelta del 2016, y que apenas este asumió el poder le dio la espalda, le reclama airada “la traición”, olvidando que fue ella misma quien perdió la oportunidad de darle sostenibilidad a un gobierno débil, sin mayoría en el Congreso y enemistado con la furia naranja.
Después de que los seguidores de Marco Arana se aliaran con los de Keiko Fujimori para intentar vacarlo y los seguidores de Verónika Mendoza abandonaran el pleno del Parlamento tras haberlo insultado, a Kuczynski debe haberle quedado claro que con ese sector sería imposible gobernar.
Superada la vacancia, PPK quedó en una encrucijada: o seguía en lo mismo de los últimos 18 meses y terminaba renunciando, o buscaba el respaldo de los seguidores de Kenji. Los dirigentes de los otros partidos políticos deberían ser honestos y reconocer que no le dejaron otra alternativa.
Peruanos por el Kambio ha perdido tres congresistas a causa del indulto, pero a juzgar por lo expresado primero por Kenji y luego por Alberto Fujimori, la facción de Fuerza Popular que ambos lideran le daría sus votos en el Congreso, haciendo posible que por fin haya gobierno. Que así sea.



La República
Fujimori, las primeras horas
Mirko Lauer
¿Está Alberto Fujimori en condiciones físicas para recobrar poder en el fujimorismo? A juzgar por su breve mensaje de agradecimiento a Pedro Pablo Kuczynski y de pedido de perdón al país desde la cama de una clínica, su postración todavía puede durar un tiempo. Su libertad podría ir recuperándolo de sus males, pero también agravarlos.
Todavía no está claro con qué tipo de apetitos políticos y discrepancias internas reaparece Fujimori, si esos fueran los casos. En este momento sus principales activos, además de una llave para la mayoría absoluta de Fuerza Popular en el Congreso, son el peso de una presencia física y la imagen contestataria de su hijo Kenji.
La mejor salida para Fujimori sería poder oficiar de mediador activo entre los 61 votos keikistas con los 10 votos disidentes. Todo dependerá de si el puesto de patriarca está disponible como algo más que un cargo honorífico, sin colmillos reales. Por lo pronto hasta ahora la bienvenida de FP ha sido formal, por no decir fría.
Asumiendo un Fujimori en buena forma y que además se mantenga indultado, ¿cuáles serían sus problemas dentro de FP? Uno es la competencia con la hija, que no va a desaparecer. Aunque más allá del poder mismo, es difícil comprender qué es lo que estaría en disputa, más allá de ayudar a abrirle espacio al temperamento liberal y modernizante de su hijo Kenji.
A la vez no es difícil imaginar un temprano choque con las figuras más conspicuas de la mototaxi keikista, que se han conducido como disciplinados dueños colectivos del partido. La tirria que les tienen a Alberto y a Kenji Fujimori no es un secreto, y la rivalidad con la vieja guardia albertista desplazada en el 2016 tampoco lo es.
¿Sospechaba Fujimori que su liberación incendiaría la pradera institucional y que atizaría tan intensamente las llamas del antifujimorismo? Probablemente no, y tratar de calmarlas es una tarea adicional que se le aparece en la puerta de la Dinoes. Significaría convencer de que él puede hacer hoy una diferencia positiva en el fujimorismo, y en la política en general.
Todas estas parecen demasiadas tareas para alguien recién salido de una unidad de cuidados intensivos. Pero quién sabe. Por allí dicen que el tiempo lo cura todo.



Peru21
Columna de Luis Davelouis
El fujimorismo comparte el discurso de la reconciliación de PPK. Sí, pero entre ellos, nunca con sus detractores, opositores o adversarios. Hoy intentan recomponerse alrededor del indulto y definir liderazgos. Luego verán qué hacer con PPK.
El keikismo tiene poco que mostrar. Perdió las elecciones dos veces, perdió la mayoría absoluta en el Congreso frente a un gobierno de trapo y hoy, tras el indulto a Alberto Fujimori (AFF), algunos de sus más conspicuos defensores como Becerril (“AFF alienta la corrupción”) y Reátegui (“hay que darle agüita de azahar”) saludan esa libertad y llaman a la reconciliación… con Kenji y a su “Api”. ¡Cuánto valor!
Mención aparte merecen Úrsula Letona (“AFF no tiene hoy ninguna influencia en FP”) y Cecilia Chacón (“FP no es el partido de AFF”) porque, aunque también ningunearon a Kenji y a Api y le aseguraron a todo el mundo que el apellido Fujimori no pesa en FP, hoy no están tratando de congraciarse como sea con él. Al menos, no por Twitter.
Todos llamaron traidores a Kenji y a los que se abstuvieron de votar por la vacancia para que salga Alberto, cuya percepción de liderazgo al frente del fujimorismo pasó de 35% en marzo a 46% en octubre mientras la de Keiko cayó de 57% a 49%. Recuerden: el poder reside donde uno cree que reside y Api está libre gracias a Kenji. El albertismo/kenjismo está de subida, PPK aún es presidente y es albertista.
Gracias a Keiko y a PPK, el antifujimorismo es más grande que el fujimorismo y está encendido. Entre abril y noviembre, el fujimorismo duro pasó de 13% a 6% y el anti de 41% a 32% y, aunque es esperable que ambos suban en esta coyuntura, es improbable que el primero alcance al segundo.
¿Que se vayan todos?



El Comercio
Columna de Pedro Tenorio
La semana pasada dijimos que solo un milagro salvaría a Pedro Pablo Kuczynski de la vacancia. Ese milagro ocurrió por obra de un oficioso monaguillo (Kenji Fujimori), pero se debía a un solo “santo”: Alberto Fujimori. El domingo 24 Kuczynski pagó el milagro otorgando un polémico indulto humanitario a favor del ex mandatario, quien nunca se arrepintió ni pidió perdón por los crímenes cometidos. Ahora vemos a Keiko Fujimori uniéndose a las celebraciones por la liberación de su padre, aunque al mismo tiempo sea consciente de la humillación a la que fue sometida por diez congresistas que ella llevó en su lista, pero que un día decidieron desafiar su liderazgo y seguir a su hermano. Keiko y su mototaxi nunca la vieron venir. Ahora pagarán las consecuencias.
Porque mientras buena parte de su electorado celebra la libertad de Alberto, el escenario para Keiko se complica. No solo fue humillada el último jueves en su afán por vacar a PPK, sino que el indulto a su padre refuerza la posición de este y de Kenji. Es decir, alcanzar una importante cuota de poder dentro del fujimorismo y ejercerlo. Compartir el poder, algo que la misma Keiko y sus más cercanos colaboradores quisieran evitar a toda costa.
Así, surgen las siguientes preguntas: ¿Conviene más a Keikocontinuar en tienda aparte, expulsando a Kenji del partido como luego de la votación por la vacancia se daba por sentado que sucedería? ¿Le suma más pactar una convivencia con Alberto y Kenji, pese a que exigirán tener injerencia en la toma de decisiones clave y la ubicación de sus alfiles en posiciones ejercidas hasta hoy solo por ‘keikolovers’? ¿Se recompone Fuerza Popular a la fuerza –valga la redundancia– o se quiebra definitivamente? Que el facilismo no mueva a creer a algunos que toda esta disputa entre padre e hija estaba armada. No fue así, por eso los efectos del indulto son dolorosos políticamente para Keiko. Hasta anteayer era la lideresa indiscutida de su partido, pero no del fujimorismo. ¿Y ahora?
¿Favorece a Keiko expulsar a los nueve congresistas que la desafiaron votando con Kenji y abriéndole la reja de la Diroes a su padre, como era obvio que ocurriría si salvaban a Kuczynski, y perdiendo la mayoría? Las decisiones para Keiko no serán fáciles. La “unidad familiar” implica para ella pérdida de poder y el ascenso progresivo de Alberto a la cúspide –él le torció el brazo en la vacancia y se considera mejor ajedrecista político que los asesores que la acompañaron en sus dos derrotas presidenciales (2011 y 2016)–. Keiko tiene dos caminos y sabe que separarse de Alberto y Kenji solo dividirá su electorado. Sabe –o debería saber– que el antifujimorismo ha definido a su favor toda elección desde el 2000 y este indulto no hará más que reavivarlo.



El Comercio, editorial
El indulto a Alberto Fujimori ha levantado una esperable y gran polvareda. Tomará tiempo ver todos sus ángulos y consecuencias. Hay algunas ideas, sin embargo, que se pueden tener claras desde ya. Con cargo a ir desgranando las demás, quisiéramos adelantar dos de ellas hoy.
La primera es esta. Puesto que Pedro Pablo Kuczynski afirmó varias veces antes de asumir la presidencia que no indultaría a Alberto Fujimori, a quien llamó delincuente de numerosas maneras cuando vio que solo el antifujimorismo le definiría la presidencia, tienen razón en sentirse engañados aquellos ciudadanos que le dieron su voto teniendo a este factor como el determinante de su decisión.
También tienen razón todos los que piensan que Kuczynski miente tan libremente como cualquiera de nuestros principales políticos. “No. No, no, no”, le contestó firmemente el presidente a “Semana Económica”, por solo citar un ejemplo, cuando le preguntaron si concedería el perdón a Fujimori en una entrevista realizada apenas ganó las elecciones. Aunque es verdad que no se necesita del tema del indulto para saber que lo del tecnócrata sano era un mito. Ni siquiera hay que retroceder mucho en el tiempo, en realidad. Basta remitirse al asunto que terminó desembocando en el indulto.
Kuczynski tiene sí una atenuante en las circunstancias en las que decidió violar su palabra y dar el indulto: o aceptaba darlo u hoy no sería el presidente. Pero este atenuante pierde parte de su peso cuando uno recuerda que de cualquier forma fue el mismo Kuczynski quien se puso en la posición en la que estuvo ese día: si no era por los contratos de Westfield y First Capital con Odebrecht, y por las mentiras con las que quiso tapar el tema, no hubiera acabado contra las cuerdas desde las que dio el indulto.
La salud de Fujimori no parece un atenuante para la decisión de Kuczynski, en tanto que esta no ha sido el motivo por el que se otorgó el indulto: no es arriesgado asumir que todo lo que Fujimori tiene hoy lo tenía antes de la votación del jueves. Estamos de acuerdo con la figura del indulto humanitario, pero de eso no se ha tratado esto.
La segunda idea es que Kuczynski no ha perdonado a un hombre inocente. Es cierto que la de la autoría mediata es una teoría tremendamente discutible si va a servir para condenar a una persona a prisión (y no fue Fujimori, por cierto, el presidente bajo cuyo mandato se cometió el mayor número de asesinatos y desapariciones forzadas en la lucha contra el terrorismo, como bien lo recogió la CVR). Pero el hecho es que no se necesita recurrir a la sentencia de la teoría mediata para saber que Fujimori delinquió repetida y gravemente.
Para hablar solo de las otras sentencias ya dadas, está probado que Fujimori transfirió a Montesinos los fondos estatales con los que este compraba, entre otros, congresistas, magistrados, periodistas, generales y líneas editoriales. También los fondos con los que espiaba a políticos y congresistas. Y se discute si aprobó directamente las transferencia de recursos para comprar los diarios chicha (con S/122 millones de las Fuerzas Armadas) desde los que se difamó masiva y vilmente a cualquiera que se opusiera al régimen (las primeras instancias dijeron que sí lo hizo). Asimismo, está probado que firmó una resolución para pagarle US$15 millones a Vladimiro Montesinos. El mismo Montesinos a cuya casa ordenaría entrar a un falso fiscal para llevarse decenas de ‘vladivideos’ al Grupo Aéreo N° 8.
También está probado –aunque esto ya no sea penal– que era una persona que no mostró respeto alguno por la investidura que tuvo o por la ciudadanía a la que representaba. Ese Montesinos al que le transfirió los US$15 millones era el Montesinos que él juraba lo había traicionado y engañado todos esos años, y al que fingía estar persiguiendo. El mismo asesor que cobraba del narcotráfico al que, tiempo después, e increíblemente, le guiñaría el ojo frente a cámaras, durante un juicio.
Esa investidura, por otra parte, y nunca sobra recordarlo, es aquella a la que renunció por fax luego de huir del país con la excusa de una gira, para acabar postulando al Senado japonés.
Luego está el desmantelamiento de todas las instituciones para concentrarlas en unas solas manos: las suyas, que eran las de Montesinos. Fujimori intervino el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional, la contraloría, las autoridades electorales: todas y cada una de las entidades que podían servir para contrapesar su poder y limitar su continuidad. Y a muchas de ellas las tomó cuando ya ni siquiera podía recurrir al argumento del terrorismo y la hiperinflación para intentar justificarse, sino solo a su ambición.
Es notable, dicho sea de paso, la poca importancia que se le da a esta toma de las instituciones al sopesar los atropellos de su régimen. Se le desconecta totalmente, por ejemplo, de las posibilidades de progreso económico en el largo plazo. Pero lo cierto es que con el tiempo esto significó que no hubiera nada ni nadie en el país que tuviera algo garantizado en contra de la que pudieran ser la voluntad y los intereses de la dupla al mando.
Nada de esto, desde luego, borra las cosas buenas, algunas de ellas muy importantes, que se hicieron durante sus gobiernos. Pero lo mismo es cierto viceversa. No existe, y no debe existir en las democracias algo así como un “pase libre para delinquir” que uno pueda adquirir si hace suficientes méritos.
Fujimori, pues, no ha salido de prisión porque no haya delinquido. Delinquió continuamente. Y la verdad histórica no es lugar del que uno pueda salir por la puerta de un indulto.



El Comercio
Luego de que el presidente Pedro Pablo Kuczynski concediera y oficializara el indulto y derecho de gracia por razones humanitarias al ex presidente Alberto Fujimori, diversas voces han mencionado la posibilidad de impugnar tal decisión e incluso se anunció que acudirán hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) para anularlo.
Sin embargo, algunos analistas y especialistas en materia penal, constitucional y derecho internacional dejan un punto en claro: la Corte IDH no se ha pronunciado nunca por un indulto humanitario.
El ex presidente del Tribunal Constitucional (TC) Víctor García Toma consideró que “formalmente” no existirían fundamentos para que la decisión de Kuczynski sea objeto de nulidad tanto en fuero “interno como externo”.
“En la jurisdicción supranacional [internacional] todos los pronunciamientos que ha habido en torno a las amnistías y conmutaciones han estado referidos a indultos comunes, pero aquí estamos ante un perdón por razones humanitarias”, aclaró.
Asimismo, recordó que el único caso en el que un indulto por razones humanitarias fue anulado en vía interna (Caso José Enrique Crousillat) fue por graves infracciones a la tramitación, “cosa que en este caso, aparentemente, no ha sucedido”.
“Se ha seguido, aparentemente, el procedimiento establecido por ley. En consecuencia, el presidente ha hecho uso de una facultad que le confiere la Constitución y quedará para la historia si hizo bien o mal”, indicó García Toma.
El ex presidente de la Corte IDH Diego García Sayán manifestó que, si en el fuero interno no se cumple con el proceso elemental para otorgar el indulto, este sí podría ser un asunto de “incumbencia internacional”.
Consideró que en el caso de Fujimori caben algunos cuestionamientos en el fuero interno sobre la presunta parcialización de la junta médica que recomendó su indulto.
Además, explicó que sí se podría objetar el hecho de que Fujimori haya recibido un derecho de gracia que impide su juzgamiento por procesos pendientes. No obstante, precisó que la Corte IDH solo prohíbe las amnistías, mas no los indultos.
“Allí sí, al margen de la discusión de que la Corte Interamericana ha prohibido solo la amnistía y no los indultos; el impedir que se lleven a cabo procesos de investigación y sanción judicial sí es una violación del derecho internacional”, dijo.
Según el artículo 118, inciso 21, de la Constitución Política, el presidente puede ejercer el derecho de gracia a favor de un reo, en los casos en que la etapa de instrucción haya excedido el doble de su plazo más su ampliatoria.
Este plazo, a consideración del abogado penalista Mario Amoretti, es de diez meses. Por tanto, con respecto a Alberto Fujimori, dijo que en el caso del proceso pendiente por el caso de las matanzas en Pativilca en 1992 el plazo fue superado.
“Si bien yo considero que el derecho de gracia es una evidente interferencia del Ejecutivo en el Poder Judicial, tampoco puede ser causal de nulidad, porque está en la Constitución y, de tal manera, el presidente ha actuado de acuerdo con la ley”, expresó.
Amoretti dijo que no se podría anular el indulto alegando la calificación de lesa humanidad para los casos Barrios Altos y La Cantuta, porque la Sala Penal de la Corte Suprema no lo condenó por delitos de ese tipo.
Finalmente, Amoretti afirmó que, debido al derecho de gracia, los posibles casos contra Alberto Fujimori que estén en investigación fiscal también deberán ser archivados.



El Comercio
La hora de la reconc iliación
Alfredo Torres
Como ocurrió en la segunda vuelta electoral, el presidente Pedro Pablo Kuczynski le ganó nuevamente la partida a Keiko Fujimori, en la hora enésima. Como entonces, PPK jugó la carta de la polarización, de ser el mal menor frente al autoritarismo que ella representaría. Como entonces, sin embargo, no fue suficiente la polarización, sino que Keiko Fujimori fue derrotada por un error estratégico de su responsabilidad.
En efecto, la estrategia desarrollada por PPK tenía un componente legítimo –explicar su conducta y pedir disculpas por ser desprolijo con sus cuentas– y otro de cálculo político consistente en reactivar el antifujimorismo. Los acusó de intentar un golpe de Estado, a pesar de que la moción de vacancia había sido presentada por el Frente Amplio y contaba con el apoyo no solo de Fuerza Popular sino también de importantes líderes del Apra y Acción Popular. Sostuvo que parte de esa estrategia era tumbarse el Tribunal Constitucional, aunque el pedido de sanción para uno de sus integrantes fue sustentado por su congresista y ministro Pedro Olaechea. Finalmente, dejó entender que si él caía, renunciaban sus vicepresidentes, lo cual sonaba a un chantaje poco responsable.
Conforme pasaban las horas el jueves 21, era claro que la estrategia antifujimorista no iba a ser suficiente. Aparentemente la vacancia sería aprobada con 89 votos –dos más de los requeridos– sumando 71 de Fuerza Popular, 10 del Frente Amplio, 3 del Apra, 2 de Acción Popular, 2 de Alianza para el Progreso y 1 no agrupado. Entrada la noche de ese aciago día, parecía evidente que PPK sería vacado y, si renunciaban los vicepresidentes, el presidente del Congreso Luis Galarreta asumiría la presidencia de la República para convocar elecciones presidenciales, aunque no necesariamente parlamentarias. El país entraba en una crisis profunda.
Fue entonces que, para sorpresa de todos, 10 congresistas de Fuerza Popular, liderados por Kenji Fujimori, salvaron a PPK de una derrota segura. Ahora se sabe que el propio Alberto Fujimori apoyó a Kenji en sus gestiones para conseguir estos votos, con la expectativa de que, en reciprocidad, PPK cumpla con su voluntad tantas veces insinuada de indultarlo.
El error estratégico de Keiko en el 2016 fue llegar a las elecciones con Joaquín Ramírez como secretario general de su partido, sabiendo que era investigado por lavado de activos. Y pretender luego desacreditar a un denunciante falseando un audio. El error estratégico esta vez fue comportarse como una perdedora rencorosa y lideresa autoritaria de su bancada. Cuando fue evidente que a ella no le interesaba la libertad de su padre, por temor posiblemente a que este pudiese disputarle el liderazgo de su partido, dejó el camino abierto para que su hermano Kenji, en el nombre de su padre, rompiese la unidad de Fuerza Popular.
En todo este “juego de tronos” estuvo claro que a la gran mayoría de congresistas no le interesaba si PPK había cometido o no un delito que justificase su “incapacidad moral permanente”. La naturaleza política del proceso fue muy evidente en la votación: el Frente Amplio votó unánimemente a favor. Peruanos por el Kambio unánimemente en contra. Y Nuevo Perú votó en bloque, con los pies, al retirarse minutos antes de la votación. Lo que es más grave, en Fuerza Popular y el Apra se anunciaron sanciones para aquellos que no hubiesen votado “disciplinadamente”, como si un juicio por incapacidad moral no requiriese por su propia naturaleza subjetiva un voto de conciencia de cada parlamentario.
Si PPK incurrió en un conflicto de intereses cuando fue ministro hace 12 años o si Keiko Fujimori, él u otros políticos recibieron contribuciones de la empresa Odebrecht para sus campañas electorales son temas que el Ministerio Público seguirá investigando. Al Congreso le corresponde legislar. Podría, por ejemplo, revisar las disposiciones sobre prisión preventiva, para que no se abuse de ella. Pero lo que no debe hacer es obstruir la lucha contra la corrupción. Es inaceptable, por ejemplo, que hayan pretendido destituir al fiscal de la Nación Pablo Sánchez. Los políticos deben saber que la opinión pública está atenta. De acuerdo con la última encuesta de Ipsos-El Comercio, 64% de la ciudadanía apoya el desempeño de la Fiscalía de la Nación en el Caso Lava Jato.
Mientras las investigaciones fiscales siguen su curso, al presidente le corresponde construir gobernabilidad. Sus principales aliados a la vista son los 10 congresistas disidentes de Fuerza Popular que lo salvaron de la vacancia. El indulto a Alberto Fujimori contaba hace un mes con 65% de aprobación. Hoy puede haberse consolidado este respaldo, ya que la actitud de Kenji y su grupo conmovió a muchos simpatizantes de PPK, que ahora se han vuelto más anti-Keiko que anti-Alberto. El principio de reciprocidad está en los fundamentos de la cosmovisión andina y la reconciliación y la compasión son la base de la cosmovisión cristiana, con especial sentido en Navidad. Pero desde el punto de vista político, la necesidad de forjar la gobernabilidad es una razón adicional para que PPK proceda con el indulto, ahora.



El Comercio
Fujimori lidera el antifujimorismo
Federico Salazar
Ha regresado. Alberto Fujimori ha vuelto a la política peruana. Por la puerta grande. Ha salvado al presidente, nada menos.
No solo libró a Kuczynski. También aprovechó para descomponer algunas fuerzas políticas. Como en el bowling, desbarató a Fuerza Popular, al Partido Aprista Peruano y le dio un puntillazo más a la izquierda.
La votación sobre la vacancia presidencial ha causado un sismo y hay una nueva geografía parlamentaria.
Fuerza Popular ha sufrido un severo revés en una causa para ellos emblemática. Además –y sobre todo–, ha hecho que el antifujimorismo vuelva a ganarle a Keiko Fujimori.
Alberto Fujimori se ha puesto a la cabeza de las fuerzas antifujimoristas. Hay que reconocer que esta es una jugada de un ajedrez que no veíamos hace mucho.
Quizá lo que hemos visto sea pieza de un esquema mayor. Quizá se relacione con las posiciones de Kenji Fujimori a favor de mayores equilibrios de poder y mayor reconocimiento de derechos personales. Eso puede apuntar al trabalenguas de un neofujimorismo antifujimorista.
No se trata solo del indulto para el ex presidente. Es muy probable que se trate de crear una nueva opción política.
El ajedrez consiste en dejar la imagen de abuso del poder y prepotencia de formas en el lado de Keiko Fujimori y Fuerza Popular. Un nuevo estilo, con un reconocimiento de los errores del pasado, podría ser el punto de partida de un reciclaje.
En la novela “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, un brebaje separaba todo el mal de todo el bien que hay en una persona. El brebaje elaborado en el fundo Barbadillo pretende separar el mal y el bien en dos partidos.
Todo lo malo se lo llevan Fuerza Popular y Keiko Fujimori. Todo lo bueno, Kenji Fujimori y su papá.
Kenji siempre fue claro. Él dijo que estaba en el Congreso para liberar a su padre. No había mandato de otra cosa. Eso era todo.
Kenji casi no tiene producción legislativa. Lo único que le importa es la liberación de su padre. Parece que está por conseguirla. Ya se iniciaron, como se sabe, los trámites para el indulto.
Alan García se pudo reciclar después de haber destruido (¡destruido!) el país entre 1985-90. Alberto Fujimori puede pensar que todo es posible, y que él también podría.
La pieza más importante en el juego del neofujimorismo es, curiosamente, el antifujimorismo.
El mensaje a la nación del presidente Kuczynski, la noche previa a la sesión sobre vacancia, fue un homenaje al neofujimorismo. Estuvo dedicado, con agresividad de campaña electoral, a reavivar los miedos del antifujimorismo.
Zamarramente, Kuczynski no mencionó que invocaba a los apus del antifujimorismo para poder pactar con Kenji Fujimori la liberación de su padre.
El presidente amenazó con forzar una ruptura del mandato constitucional de los dos vicepresidentes, con tal de verse librado de la vacancia. Amenazó, en realidad, al país y al Congreso, con crear desorden político y electoral.
La alternativa, por supuesto, no era mucho más halagüeña. La opción era un fujimorismo (keikista) pegado a la letra de la Constitución pero dispuesto a vulnerar las instituciones por la vía del poder arbitrario, como en el caso de la acusación constitucional contra el fiscal de la Nación.
El Perú parecía condenado a elegir entre el “golpismo” fujimorista y el “golpismo” pepekausa. En ninguno de los dos casos se proponía una ruptura directa de la Carta (por eso las comillas).
Con Fuerza Popular asomaba la amenaza de un ejercicio arbitrario del poder formal. En el otro caso, la amenaza de forzar un proceso electoral no contemplado en la Constitución.
Fujimori nos ha librado de un espasmo constitucional en este momento. No nos ha librado, en cambio, del fujimorismo esencial. No nos ha librado, tampoco, del carácter de Kuczynski, desprolijo no solo en sus cuentas sino también en sus arreglos, alianzas y pactos.
Kuczynski tendrá que ser investigado por hechos que pueden configurar delito y sobre los que ya mintió una vez. Y tendrá que responder con una parte de sus aliados sobre el indulto y la habilitación política de Alberto Fujimori.



La República
Nubarrones
Mirko Lauer
¿Va a haber un match fujimorista en el 2018 o una negociación con arreglo entre las partes? Si hubiera un match a finish, que es lo más probable, ¿va a ser dentro o fuera de Fuerza Popular? Lo primero como una lucha por el control del partido. Lo segundo como el restablecimiento de un fujimorismo de Alberto Fujimori, enfrentado al de la hija Keiko.
La velocidad con que Keiko Fujimori se ha definido como la lideresa de una bancada de 61 congresistas, revelar que no tiene la menor esperanza de recuperar a los disidentes del jueves pasado, y que más bien teme un desbande. Como si hubiera estado esperando el momento de la ruptura de tiempo atrás. Con los potenciales seguidores de Kenji Fujimori viviendo como, digamos, pre-expulsados.
Luego está el automático pedido de renuncia de los 10 que bloquearon la vacancia, y los ataques directos a AFF porque “alienta la corrupción a cambio de su indulto”, ambos indicios del temor a que el excarcelado y su hijo intenten tomarse la bancada. Allí están los reclamos de Kenji por una reorganización del partido, expresados varios meses atrás.
Mucho dependerá de la energía con que cuente AFF cuando salga. Hace meses una congresista FP le recomendó dedicarse a jugar con sus nietos. Otra dijo que FP ya no era su partido. Sin embargo AFF acaba de ser parte de una maniobra que no define a un abuelito jubilado. Incluso hay rumores de que AFF sale con una lista de cabezas mototaxistas para cortar.
La conducta de Kenji Fujimori en estos últimos años habla de planes para sacar a su padre de la cárcel. Sin embargo lo que acaba de suceder no parece parte de un plan, sino el simple aprovechamiento de una oportunidad. La estrategia hasta aquí ha sido de disidencia y de resistencia. Quizás le tome un tiempo a padre e hijo perfeccionar una estrategia ofensiva.
En el caso de una división, ¿Keiko Fujimori peleará el derecho electoral al apellido? ¿O le parecerá suficiente aferrarse al membrete K que le ha servido en dos elecciones consecutivas? De otra parte entre esos 61 congresistas puede no haber un sentimiento keikista-mototaxista propiamente dicho, sino proyectos propios.
La conducta de Kenji Fujimori en estos últimos años habla de planes para sacar a su padre de la cárcel.



El Comercio
Mabel Huertas
En la política uno puede llamar las cosas como quiera: golpe democrático a lo que constitucionalmente está permitido, error o descuido a lo que es una infracción constitucional. Puedes llamar acto de conciencia a lo que en realidad es resultado de una negociación y traidores a quienes nunca fueron leales. Claro está, todo depende del cristal con que se mire.
Por ejemplo, podríamos decir que a Pedro Pablo Kuczynski no lo salvó la conciencia democrática ni el respeto a la institucionalidad, sino más bien la precariedad de los partidos políticos. Luego de la tempestad, son los partidos los grandes damnificados. La claridad del día siguiente ha confirmado la gran crisis interna que enfrenta el Apra desde hace un buen tiempo, reflejada en los líos por la dirigencia. La carajeada de Mauricio Mulder a Jorge del Castillo quedará para la posteridad y termina por romper esa imagen de disciplina de la que se preciaba el longevo partido.
Lo de Fuerza Popular, con posiblemente 10 congresistas menos, resulta más complejo e interesante para el análisis. Solo 24 horas antes de la votación el secretario general, José Chlimper,anunciaba que toda la bancada votaría unida, mientras que el congresista Elard Melgar concluía, luego de una reunión en su casa, que todos eran un solo puño. La emoción la transmitían en Twitter.
Pero luego de las duras sanciones a Kenji Fujimori era imposible pensar que esta reunión se llevaría a cabo bajo una atmósfera de selección peruana a punto de salir a la cancha, sino más bien de conminación, en donde más cabían advertencias que convencimientos. La pechada del congresista Miki Torres y los gestos de Héctor Becerril al menor de los Fujimori en medio del debate podría confirmar esa “cultura organizativa” del fujimorismo.
El resultado de las coordinaciones internas, ya lo vimos, fue un fracaso y aunque se sospechaba que serían uno o dos congresistas los que se inmolarían con Kenji Fujimori, sorprendió que el bloque fuera tan generoso. Si bien se sospecha que el indulto (con papeles en curso) fue parte de la negociación y se rumoreó que el mismo ex presidente Alberto Fujimori llamó desde el penal Barbadillo a cada uno de los congresistas, la pregunta que el partido más grande del país –y que ostentaba una sólida mayoría– se debe hacer hoy es: ¿En qué fallamos? ¿Por qué perdimos a 10 congresistas? O bueno, es lo que cualquier gran líder haría luego de una derrota, analizar la interna en primer lugar, su propia ingeniería, las variables que puede controlar, sus debilidades. Acusar de traición y señalar al negociador está bueno para la tribuna, pero el mea culpa de la dirigencia es necesario en sus fueros privados.
El presidente de la República hizo un buen ejercicio en su mensaje del último viernes. En realidad, era lo mínimo que correspondía. Dijo que había reconocido sus errores y aprendido mucho en estos días de crisis. Por el bien del país esperemos que haya sido así, como también debemos esperar una buena investigación sobre su caso. Pero en esa línea de renovación, ¿podrán la lideresa de Fuerza Popular y sus asesores asimilar esta derrota como un aprendizaje? Así como PPK ha visto necesario cambiar de estrategia para gobernar, ¿Keiko Fujimori hará lo mismo para mantener a su bancada como primera fuerza opositora? El presidente ha dicho que es tiempo de reconciliación. ¿Será capaz la mujer más importante de la política peruana de hilar fino para bajarle la temperatura a la polarización y al poderoso antifujimorismo con miras al 2021? Por último, PPK ha dicho que habrá cambios en su Gabinete en los próximos días como parte de estos nuevos vientos que veremos en el 2018. ¿Cambiará Keiko Fujimori a sus desgastados voceros Becerril y Salaverry, decidirá escuchar menos a su entorno más cercano?
La osada carta del indulto está hace tiempo sobre la mesa y, sin duda, podría cambiar el panorama político. ¿Podrá la legítima candidata al 2021 salvaguardar lo que, sin duda, ha construido con esfuerzo durante los últimos años?
En medio de esta polarización desgastante y en un panorama en el que todos perdieron –está por verse, si como muchos dicen, Kenji Fujimori fue realmente un ganador– será interesante ver cómo los liderazgos se renuevan y ver a Keiko Fujimori en acción, aprovechando esta nueva oportunidad, pero no desde las redes sociales, de donde parece haberse autoexiliado.






ANTICORRUPCION,  PERSECUCIÓN, JUDICIALIZAC ION POLITICA



El Comercio
La audiencia de control de plazo que se iba a llevar a cabo para determinar si procedía la investigación preliminar contra Fuerza Popular fue suspendida luego que la bancada fujimorista no acreditara al abogado que acudió a la sede de la Sala Penal Nacional por el caso cocteles del finales del 2015.
El fiscal de lavado de activos José Domingo Pérez acudió a la sesión y señaló que Fuerza Popular, al no haber actuado según exige la norma, ocasionó que la audiencia no se instalara.
El fiscal señaló que está a la espera de que terminen las diligencias que traduzcan el testimonio completo de Marcelo Odebrecht para poder incluirlo en la otra investigación que lleva a cabo por presuntos aportes a la campaña de Keiko Fujimori.





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