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MEDIA COLUMNA
Quebrar la mayoría absoluta
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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El objetivo político fue devolverle la gobernabilidad al
Perú. La libertad de Alberto Fujimori fue la estrella que guió ese camino
y permitió no apartarse de él. El rechazo de la vacancia de la Presidencia fue el
efecto colateral.
La votación de diez parlamentarios fujimoristas liderados por
Kenji Fujimori fue un acto unilateral sin condiciones. Uno que el presidente Kuczynski
retribuyó, como correspondía, con la decision presidencial del indulto
igualmente sin condiciones. Esta era esperada desde mucho antes de que la
vacancia apareciera en el horizonte. Nunca hubo, pues, pacto bajo la mesa, negociación
oculta o transacción comercial algunos. Más bien, el intento de deslucir ahora ese
legítimo acto de reciprocidad es un acto de cinismo político mezquino.
Recogí con Kenji Fujimori en todo el Perú las 800 mil firmas que fundaron Fuerza Popular. Por años fui, a pedido de los fujimoristas, a dar charlas todos los viernes en la noche a los locales de Fuerza Popular en todo Lima, desde el Callao hasta Chosica, desde Ancón a Pucusana. Por años también hice La Hora del Chino en la radio todos -los sábados muy temprano. Recuerdo que escribí buena parte del discurso de Keiko Fujimori el día de la fundación de Fuerza Popular en el coliseo Dibós. Alguna autoridad tengo para hablar de esto.
Recogí con Kenji Fujimori en todo el Perú las 800 mil firmas que fundaron Fuerza Popular. Por años fui, a pedido de los fujimoristas, a dar charlas todos los viernes en la noche a los locales de Fuerza Popular en todo Lima, desde el Callao hasta Chosica, desde Ancón a Pucusana. Por años también hice La Hora del Chino en la radio todos -los sábados muy temprano. Recuerdo que escribí buena parte del discurso de Keiko Fujimori el día de la fundación de Fuerza Popular en el coliseo Dibós. Alguna autoridad tengo para hablar de esto.
Desgraciadamente, el partido que ayudé a formar se convirtió en
una organización política autoritaria y antidemocrática que puso en peligro la
gobernabilidad al apoyar una vacancia que habría precipitado al Perú al abismo.
Por eso, para recuperar la gobernabilidad, había que quitarle a Fuerza Popular
la mayoría absoluta en el Congreso.
Hoy Fuerza Popular ya no puede por sí solo censurar
ministros, ni insistir en leyes observadas por el Ejecutivo, ni modificar o
aprobar leyes orgánicas. En adelante, tendrá que concertar para hacer todo
eso.
La intención es recomponer esa mayoría en adelante cada vez
que sea necesario, pero de manera consensuada ahora con otros grupos,
comenzando por el de los propios fujimoristas que tomaron la valiente decisión
de impedir la vacancia de la Presidencia.
Y por fin Fuerza Popular podrá madurar como partido.
REPORTE DE NOTICIAS en Internet
Las siguientes notas periodísticas de
política y economía han sido seleccionadas, editadas y ordenadas
temáticamente. No se las debe citar como
tomadas directamente de sus fuentes originales, las mismas que se indican
sólo como una forma de reconocer el crédito
y agradecer la cortesía.
ELECCIONES, PARTIDOS, ENCUESTAS, MEDIOS,
PSICOSOCIALES
El Comercio
Mercedes Aráoz continuará al frente de la presidencia
del Consejo de Ministros.
Aráoz se queda en el cargo a pedido del mandatario
Pedro Pablo Kuczynski. Uno de los acuerdos derivados de la conversación entre
ambos es el cese del asesor presidencial Máximo
San Román por declarar sin haber conversado antes con el
mandatario, indicaron fuentes.
Máximo San
Román declaró hace unas
semanas que el jefe del Estado escucha más al ex primer ministro Fernando
Zavala que a Mercedes Aráoz. Y el último 25 de diciembre consideró en una
entrevista que esta debería renunciar al carecer del “prestigio” y “solvencia”
para el cargo.
El Comercio
El presidente Pedro Pablo Kuczynski tomó juramento hoy a Vicente Romero, ex director general de
la Policía Nacional del Perú (PNP), quien reemplaza a Carlos
Basombrío como ministro del Interior.
El Comercio
A través de un mensaje en Twitter, Salvador
del Solar anunció que ha renunciado al cargo de ministro
de Cultura. No explica las razones de su renuncia, pero se cree que aleja del
cargo por no estar de acuerdo con el indulto al ex mandatario Alberto Fujimori.
El
Comercio
Tres congresistas han renunicado a la bancada de
Peruanos por el Kambio: Alberto de Belaunde, Vicente Zeballos y Gino Costa.
Iguialmente, algunos funcionarios del Ejecutivo han
decidido poner fin a su relación laboral. Roger Rodríguez Santander, ex director
general de Derechos Humanos del Minjus envió su renuncia. Daniel Sánchez
Velásquez, hoy ex secretario técnico de la Comisión Multisectorial de Alto
Nivel, renunció igualmente. Asimismo, Víctor Quinteros Marquina, director de
Registro e Investigación Forense renunció a su puesto en el Minjus. Juan Carlos Cortés anunció su
renuncia al cargo de presidente ejecutivo del Consejo Directivo de la Autoridad
Nacional del Servicio Civil (Servir).
GOBERNABILIDAD, DEMAGOGIA, AUTORITARISMO,
DEMOCRACIA
El
Comercio
Luego del indulto humanitario otorgado al
ex presidente Alberto Fujimori, el futuro de Fuerza Popular es incierto,
concuerdan los analistas políticos Fernando Rospigliosi, Enrique Castillo y
Pedro Tenorio.
“Con Alberto
Fujimori en libertad, el liderazgo de Keiko está seriamente cuestionado. […] Lo importante es qué
cosa va a ocurrir el próximo año, ahí va a haber una disputa por el liderazgo
muy fuerte entre Keiko y
Kenji [Fujimori], apoyado por su padre”, dijo el también ex ministro del
Interior Fernando Rospigliosi.
“Las discrepancias entre Keiko y Kenji han sido muy
obvias, los enfrentamientos han sido públicos. […] Mientras Keiko Fujimori hace una critica muy
fuerte del Gobierno, Kenji y Alberto son
más bien concesivos en el respaldo. Así que es muy difícil conciliar esas dos
cosas”, añadió.
El analista Enrique Castillo sostiene también que, si
bien “puede ocurrir en el mediano plazo una división”, en el largo habría
quizás “una purga” al interior de Fuerza Popular. “Es sabido que Alberto Fujimori no es de los que
tiene una buena opinión de varios de los voceros y de varias de las personas
que en este momento están alrededor de Keiko Fujimori”, remarcó.
“Entonces, la gran duda es si Alberto Fujimori va a dejar
que Keiko Fujimori siga
manejando Fuerza Popular o si es que va a tener, quizás no una participación,
pero sí una influencia muy fuerte”, agregó.
Sin embargo, para el analista y periodista Pedro
Tenorio, “la decisión fundamental la tiene Keiko Fujimori porque es quien tiene la inscripción del
partido y quien ha realizado ese trabajo de consolidación de lo que hoy
conocemos como Fuerza Popular”.
“Tiene que tomar una decisión entre dos alternativas: o
mantiene distancia de Kenji y de su padre, como fue durante la campaña
electoral y como luego se agudizó en el paso de este año y medio, o finalmente
considera que dividir el fujimorismo es negativo para ella y por tanto se
unifica con ambos”, opinó.
En ese contexto, luego de que 10 parlamentarios de
Fuerza Popular ─liderados por Kenji Fujimori─ se abstuvieran de votar a favor
de la vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski, se anunció un proceso
disciplinario en su contra al interior de la bancada.
Pedro Tenorio aseguró que si Keiko Fujimori va a “mantener la
línea de liderazgo y de disciplina dentro de esa bancada” sí debería de haber
una sanción. Empero, “Keiko podría decir que en ‘aras de la reconciliación’
deja de lado esto último y trabaja por una bancada unificada”, acotó.
Por su parte, Fernando Rospigliosi considera que si no
se llega a abrir un proceso disciplinario contra los legisladores “también va a
dejar algún problema, porque Kenji sin duda va a seguir haciendo lo que le
parece. Entonces, si ella demuestra falta de carácter para sancionarlo, los
otros van a seguir en su camino. Está en un dilema muy difícil”.
“Es verdad que habría que, pero si lo haces corres el
riesgo no solo abrirle un proceso disciplinario a diez [congresistas], sino a
veinte o a treinta. Y así terminar de desmoronar lo que te queda de la
bancada”, puntualizó más adelante Enrique Castillo.
La
República
En
el entorno de Kenji, se alistan para armar
una nueva bancada. Ahora no pueden porque lo impide la llamada Ley
Antitránsfugas, que sanciona a los disidentes, pero pueden anularla sumando al
menos 66 votos de otras bancadas y el que sería el bloque kenjista. Keiko solo
contaría con sus 61.
"Yo
me sumaría, seríamos 11, la tercera fuerza en el Legislativo... Si Kenji lo
decide", dijo Roberto Vieira, legislador sin bancada,
este sábado en RPP.
Kenji
aúna este grupo disidente en año y medio de acercamientos. Aprovechó el
descontento de los marginados por la cúpula 'naranja', varios provincianos.
Hace un año, la periodista Rosa María Palacios reseñó el drama de las mujeres
de este conjunto.
Mezcla
de voz 'albertista' y fujimorista liberal, se opuso a lances conservadoras de
su partido y apoyó al gobierno. Se mostró con la primera dama, Nancy Lange, en
campaña por los damnificados del Niño costero y ganó adhesión de los
fujimoristas marginados por la 'Mototaxi', los más keikistas, y las directivas
de Ana Vega y Pier Figari, brazos de Keiko.
Las
diferencias arreciaron con el proyecto de ley sobre prensa y el dictamen que
afecta a minorías sexuales, intentos del keikismo que Kenji cuestionó.
Apuntaba
a romper el dominio de su hermana promoviendo que los militantes elijan a los
candidatos del partido en lugar de delegados influenciables por la cúpula. La
bicameralidad y la Ley Antitránsfugas fue otro episodio en
que Kenji hasta se mostró con mordaza de gutapercha.
Kenji
fue sancionado por el partido, pese a que 23
fujimoristas firmaron
una carta a su favor. Esto dio lugar a versiones de una posible bancada
kenjista, pero las votaciones alineadas con el keikismo las contradecían. Hasta
este jueves, que Kenji logró 10 votos rebeldes.
La
República
El
avance de Keiko Fujimori, desde que
emergió como la congresista más votada hace once años, se interrumpe con la
fractura de su bancada, evidenciada en la votación del pedido de vacancia
contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski. Nuevamente, el grupo
de Keiko se queda sin llegar al
poder por poco, como en las elecciones del 2011 y del 2016.
Esta
vez hubiera tenido a su adepto Luis Galarreta en Palacio. Por ser presidente
del Congreso, le tocaba asumir la jefatura del Estado si Kuczynski era vacado y renunciaban
los vicepresidentes Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz, como se advirtió. Desde
el máximo cargo, debía convocar a elecciones, oportunidad excepcional para su
lideresa.
Para
Jorge Aragón, coordinador de Ciencia Política de laUniversidad Católica (PUCP),
el avance de Keiko Fujimori debe mucho al arraigo
del fujimorismo como marca en parte de la
población. Empero, explica que la carga negativa de esa marca ha pesado para
sus derrotas.
"Parecía
que todo estaba perdido y una vez más se articuló una oposición a la ofensiva
fujimorista. Hay una parte del país quizá no mayoritaria pero sí importante e
influyente. Eso es tal vez el principal logro postfujimorista", anota.
Sin
embargo, advierte que "todo es precario". No solo la reacción a las
asonadas, sino también los propios respaldos en el grupo naranja.
"El fujimorismo puede ser buena
marca, pero la relación con esa marca tiene mucho de cálculo y pragmatismo",
indica.
Paolo
Sosa, investigador del Instituto de Estudios Peruanos, considera que, además
del rechazo al fujimorismo, Keiko pierde ahora por
su falta de liderazgo frente al país luego de la derrota ante PPK.
"En
el 2006, con poco lograron bastante. En la siguiente elección, perdieron con
quien era el cuco chavista. En las últimas elecciones, parecía que Keiko había
aprendido de los errores pero en segunda vuelta abandonaron su estrategia
moderada", recuerda.
Aquí
hay un mayor quiebre, perjudicial para el futuro del grupo naranja, según Sosa.
"Con
errores o aciertos, lo resaltante de todo ese camino es el liderazgo de Keiko. Eso desapareció
dramáticamente con la victoria de PPK. Desde entonces hasta la
votación del jueves, Keiko ha brillado por su ausencia. Sin ese liderazgo, Fuerza
Popular está
condenada al fracaso", dice.
Para
el investigador, esta situación favorece la fragmentación, como la que vemos.
El
politólogo Carlos Pérez Crespo, profesor de la Universidad Ruiz de Montoya,
alega que esas muestras de Keiko de privilegiar sus
intereses a los del país aumentan su rechazo.
"El antifujimorismo está fortaleciéndose sobre
todo en las nuevas clases medias y en Lima por el comportamiento y calidad de
los congresistas de Fuerza Popular. Los nuevos electores y,
más aún, los más jóvenes quieren mayor calidad. Y el argumento de Fuerza Popular de que no buscaba
tomar por la fuerza el poder se debilitó", sostiene.
La
politóloga Milagros Rejas, asesora en diversas universidades, advierte
que Keiko es quien está perdiendo,
no necesariamente el fujimorismo. Esto porque la tensión siempre
ha sido entre el albertismo y los llamados keikistas.
"No
creo que esta vacancia sea una pérdida total para el fujimorismo en general, sino una
posible esperanza de contemplar otro líder que no sea Keiko, pero sí un Fujimori. Keiko perdió nuevamente, por
mantener la misma estructura partidaria que tenía. Keiko no es el fujimorismo, sino la memoria de los
noventa. Es parte pero no lo es todo", comenta.
En
los próximos días, veremos cómo reacciona Keiko ante lo que se avecina. Si
el quiebre de su bancada se cumple o lo evita.
El
Comercio
El congresista de Fuerza Popular Bienvenido Ramírez
criticó a sus colegas de bancada. "Hay algunos que dijeron tantas cosas y
barbaridades contra el presidente (Alberto Fujimori) y ahora están que se
acomodan [...] Son unos doble cara, doble moral. Uno tiene que defender sus
ideales hasta la muerte pero no dar un mensaje hace una semana y hoy dar
otro", señaló.
Ramírez también cuestionó que Héctor Becerril, quien
dijo días atrás que Alberto Fujimori alentaba la corrupción, sea el vocero
alterno de Fuerza Popular. "Yo, particularmente, no me siento
representado", comentó.
“Si me expulsan, que me expulsen por haber apostado por
la gobernabilidad y el Perú", manifestó Ramírez. "El indulto se venía
manejando hace mucho tiempo atrás, no ahora. No hubo ninguna negociación",
indicó.
El
Comercio
La congresista de Fuerza Popular Maritza García señaló que confía en que no
recibirá algún tipo de sanción por parte de su partido como consecuencia de
haber votado en contra del acuerdo de su bancada para la vacancia presidencial.
“Creo que están reflexionando, porque todos están de
acuerdo ahora con el indulto, así que yo creo que no va a pasar nada”, declaró.
El
Comercio
El
inesperado aliado de PPK
Cecilia
Valenzuela
Antes
de la Nochebuena, cuando se anunció la decisión presidencial de otorgar el
indulto humanitario a Alberto
Fujimori, los dirigentes de izquierda se adueñaron del
discurso y exaltaron la protesta en las calles. Las circunstancias ponen a
prueba a la clase política nacional supuestamente comprometida con la
gobernabilidad y el desarrollo y a la que, por cierto, no se le ha escuchado
salvo para jalar agua para su molino.
Nuestro
país está viviendo días difíciles. Dos políticos evidentemente pragmáticos y
octogenarios, ambos en el borde de sus límites, se han aliado: uno para
sobrevivir en la presidencia y el otro para sobrevivir a una condena que
acabaría con su vida. ¿Qué puede resultar de este matrimonio? Si pudiéramos
ajustarnos a sus últimos mensajes, podríamos esperar la gobernabilidad tan
ansiada hace año y medio; pero la cosa no es tan sencilla, pasa por la voluntad
de las demás fuerzas políticas y por la disposición de la mayoría de los
ciudadanos para creerles o concederles, por lo menos, el beneficio de la duda.
Una de
las apreciaciones más severas contra la decisión del presidente Kuczynski es que
el indulto humanitario se haya concedido tres días después de que la facción
fujimorista liderada por Kenji Fujimori impidiera su vacancia. Se trata de un
canje y eso es inaceptable, se ha dicho. Sin embargo, eso no es exactamente
cierto: el 3 de noviembre en Buenos Aires, Argentina, el presidente Kuczynski dijo: “Alberto Fujimori está en la
cárcel y está enfermo, vamos a ver qué hacemos, eso será noticia en algún
momento”. Todo buen entendedor comprendió que el indulto humanitario del que se
había venido hablando hacía por lo menos seis meses estaba por concretarse.
Quizá el trance de la vacancia impulsada por el Frente Amplio apuró la
decisión, pero estaba claro que el indulto humanitario se iba a dar de todas
maneras y muy posiblemente en estas fiestas.
Ahora
la izquierda que apoyó la elección de PPK en la segunda vuelta del 2016, y que apenas este asumió
el poder le dio la espalda, le reclama airada “la traición”, olvidando que fue
ella misma quien perdió la oportunidad de darle sostenibilidad a un gobierno
débil, sin mayoría en el Congreso y enemistado con la furia naranja.
Después
de que los seguidores de Marco Arana se aliaran con los de Keiko Fujimori para
intentar vacarlo y los seguidores de Verónika Mendoza abandonaran el pleno del
Parlamento tras haberlo insultado, a Kuczynski debe haberle quedado claro que con ese sector sería
imposible gobernar.
Superada
la vacancia, PPK quedó
en una encrucijada: o seguía en lo mismo de los últimos 18 meses y terminaba
renunciando, o buscaba el respaldo de los seguidores de Kenji. Los dirigentes
de los otros partidos políticos deberían ser honestos y reconocer que no le
dejaron otra alternativa.
Peruanos
por el Kambio ha perdido tres congresistas a causa del indulto, pero a juzgar
por lo expresado primero por Kenji y luego por Alberto Fujimori, la facción de Fuerza Popular que ambos lideran
le daría sus votos en el Congreso, haciendo posible que por fin haya gobierno.
Que así sea.
La
República
Fujimori,
las primeras horas
Mirko Lauer
¿Está Alberto Fujimori en
condiciones físicas para recobrar poder en el fujimorismo? A juzgar por su
breve mensaje de agradecimiento a Pedro Pablo Kuczynski y de pedido de perdón
al país desde la cama de una clínica, su postración todavía puede durar un
tiempo. Su libertad podría ir recuperándolo de sus males, pero también
agravarlos.
Todavía no está claro con qué
tipo de apetitos políticos y discrepancias internas reaparece Fujimori, si esos
fueran los casos. En este momento sus principales activos, además de una llave
para la mayoría absoluta de Fuerza Popular en el Congreso, son el peso de una
presencia física y la imagen contestataria de su hijo Kenji.
La mejor salida para Fujimori
sería poder oficiar de mediador activo entre los 61 votos keikistas con los 10
votos disidentes. Todo dependerá de si el puesto de patriarca está disponible
como algo más que un cargo honorífico, sin colmillos reales. Por lo pronto
hasta ahora la bienvenida de FP ha sido formal, por no decir fría.
Asumiendo un Fujimori en buena
forma y que además se mantenga indultado, ¿cuáles serían sus problemas dentro
de FP? Uno es la competencia con la hija, que no va a desaparecer. Aunque más
allá del poder mismo, es difícil comprender qué es lo que estaría en disputa,
más allá de ayudar a abrirle espacio al temperamento liberal y modernizante de
su hijo Kenji.
A la vez no es difícil imaginar
un temprano choque con las figuras más conspicuas de la mototaxi keikista, que
se han conducido como disciplinados dueños colectivos del partido. La tirria
que les tienen a Alberto y a Kenji Fujimori no es un secreto, y la rivalidad
con la vieja guardia albertista desplazada en el 2016 tampoco lo es.
¿Sospechaba Fujimori que su
liberación incendiaría la pradera institucional y que atizaría tan intensamente
las llamas del antifujimorismo? Probablemente no, y tratar de calmarlas es una
tarea adicional que se le aparece en la puerta de la Dinoes. Significaría
convencer de que él puede hacer hoy una diferencia positiva en el fujimorismo,
y en la política en general.
Todas estas parecen demasiadas
tareas para alguien recién salido de una unidad de cuidados intensivos. Pero
quién sabe. Por allí dicen que el tiempo lo cura todo.
Peru21
Columna
de Luis Davelouis
El fujimorismo comparte el discurso de la
reconciliación de PPK. Sí, pero entre ellos, nunca con sus detractores,
opositores o adversarios. Hoy intentan recomponerse alrededor del indulto y
definir liderazgos. Luego verán qué hacer con PPK.
El keikismo tiene poco que mostrar. Perdió las
elecciones dos veces, perdió la mayoría absoluta en el Congreso frente a un
gobierno de trapo y hoy, tras el indulto a Alberto Fujimori (AFF), algunos de
sus más conspicuos defensores como Becerril (“AFF alienta la corrupción”) y
Reátegui (“hay que darle agüita de azahar”) saludan esa libertad y llaman a la
reconciliación… con Kenji y a su “Api”. ¡Cuánto valor!
Mención aparte merecen Úrsula Letona (“AFF no tiene
hoy ninguna influencia en FP”) y Cecilia Chacón (“FP no es el partido de AFF”)
porque, aunque también ningunearon a Kenji y a Api y le aseguraron a todo el
mundo que el apellido Fujimori no pesa en FP, hoy no están tratando de
congraciarse como sea con él. Al menos, no por Twitter.
Todos llamaron traidores a Kenji y a los que se
abstuvieron de votar por la vacancia para que salga Alberto, cuya percepción de
liderazgo al frente del fujimorismo pasó de 35% en marzo a 46% en octubre
mientras la de Keiko cayó de 57% a 49%. Recuerden: el poder reside donde uno
cree que reside y Api está libre gracias a Kenji. El albertismo/kenjismo está
de subida, PPK aún es presidente y es albertista.
Gracias a Keiko y a PPK, el antifujimorismo es más
grande que el fujimorismo y está encendido. Entre abril y noviembre, el
fujimorismo duro pasó de 13% a 6% y el anti de 41% a 32% y, aunque es esperable
que ambos suban en esta coyuntura, es improbable que el primero alcance al
segundo.
¿Que se vayan todos?
¿Que se vayan todos?
El
Comercio
Columna
de Pedro Tenorio
La
semana pasada dijimos que solo un milagro salvaría a Pedro Pablo Kuczynski de la vacancia. Ese milagro
ocurrió por obra de un oficioso monaguillo (Kenji Fujimori), pero se debía a un
solo “santo”: Alberto Fujimori. El domingo 24 Kuczynski pagó el milagro
otorgando un polémico indulto humanitario a favor del ex
mandatario, quien nunca se arrepintió ni pidió perdón por los crímenes
cometidos. Ahora vemos a Keiko
Fujimori uniéndose a las celebraciones por la liberación
de su padre, aunque al mismo tiempo sea consciente de la humillación a la que
fue sometida por diez congresistas que ella llevó en su lista, pero que un día
decidieron desafiar su liderazgo y seguir a su hermano. Keiko y su mototaxi nunca la
vieron venir. Ahora pagarán las consecuencias.
Porque
mientras buena parte de su electorado celebra la libertad de Alberto, el
escenario para Keiko se
complica. No solo fue humillada el último jueves en su afán por vacar a PPK, sino que el indulto a su
padre refuerza la posición de este y de Kenji. Es decir, alcanzar una
importante cuota de poder dentro del fujimorismo y ejercerlo. Compartir el
poder, algo que la misma Keiko y
sus más cercanos colaboradores quisieran evitar a toda costa.
Así,
surgen las siguientes preguntas: ¿Conviene más a Keikocontinuar en tienda aparte, expulsando a Kenji del partido
como luego de la votación por la vacancia se daba por sentado que sucedería?
¿Le suma más pactar una convivencia con Alberto y Kenji, pese a que exigirán
tener injerencia en la toma de decisiones clave y la ubicación de sus alfiles
en posiciones ejercidas hasta hoy solo por ‘keikolovers’? ¿Se recompone Fuerza
Popular a la fuerza –valga la redundancia– o se quiebra definitivamente? Que el
facilismo no mueva a creer a algunos que toda esta disputa entre padre e hija
estaba armada. No fue así, por eso los efectos del indulto son dolorosos
políticamente para Keiko.
Hasta anteayer era la lideresa indiscutida de su partido, pero no del
fujimorismo. ¿Y ahora?
¿Favorece
a Keiko expulsar a los
nueve congresistas que la desafiaron votando con Kenji y abriéndole la reja de
la Diroes a su padre, como era obvio que ocurriría si salvaban a Kuczynski, y perdiendo la
mayoría? Las decisiones para Keiko no
serán fáciles. La “unidad familiar” implica para ella pérdida de poder y el
ascenso progresivo de Alberto a la cúspide –él le torció el brazo en la
vacancia y se considera mejor ajedrecista político que los asesores que la
acompañaron en sus dos derrotas presidenciales (2011 y 2016)–. Keiko tiene dos caminos y sabe
que separarse de Alberto y Kenji solo dividirá su electorado. Sabe –o debería
saber– que el antifujimorismo ha definido a su favor toda elección desde el
2000 y este indulto no hará más que reavivarlo.
El
Comercio, editorial
El indulto a Alberto Fujimori ha levantado una esperable y gran
polvareda. Tomará tiempo ver todos sus ángulos y consecuencias. Hay algunas
ideas, sin embargo, que se pueden tener claras desde ya. Con cargo a ir
desgranando las demás, quisiéramos adelantar dos de ellas hoy.
La primera es esta. Puesto que Pedro Pablo Kuczynski afirmó varias veces antes de asumir la presidencia que no indultaría a Alberto Fujimori, a quien llamó delincuente de numerosas maneras cuando vio que solo el antifujimorismo le definiría la presidencia, tienen razón en sentirse engañados aquellos ciudadanos que le dieron su voto teniendo a este factor como el determinante de su decisión.
También tienen razón todos los que piensan que Kuczynski miente tan libremente como cualquiera de nuestros principales políticos. “No. No, no, no”, le contestó firmemente el presidente a “Semana Económica”, por solo citar un ejemplo, cuando le preguntaron si concedería el perdón a Fujimori en una entrevista realizada apenas ganó las elecciones. Aunque es verdad que no se necesita del tema del indulto para saber que lo del tecnócrata sano era un mito. Ni siquiera hay que retroceder mucho en el tiempo, en realidad. Basta remitirse al asunto que terminó desembocando en el indulto.
La primera es esta. Puesto que Pedro Pablo Kuczynski afirmó varias veces antes de asumir la presidencia que no indultaría a Alberto Fujimori, a quien llamó delincuente de numerosas maneras cuando vio que solo el antifujimorismo le definiría la presidencia, tienen razón en sentirse engañados aquellos ciudadanos que le dieron su voto teniendo a este factor como el determinante de su decisión.
También tienen razón todos los que piensan que Kuczynski miente tan libremente como cualquiera de nuestros principales políticos. “No. No, no, no”, le contestó firmemente el presidente a “Semana Económica”, por solo citar un ejemplo, cuando le preguntaron si concedería el perdón a Fujimori en una entrevista realizada apenas ganó las elecciones. Aunque es verdad que no se necesita del tema del indulto para saber que lo del tecnócrata sano era un mito. Ni siquiera hay que retroceder mucho en el tiempo, en realidad. Basta remitirse al asunto que terminó desembocando en el indulto.
Kuczynski tiene sí una atenuante en las circunstancias en las que
decidió violar su palabra y dar el indulto:
o aceptaba darlo u hoy no sería el presidente. Pero este atenuante pierde parte
de su peso cuando uno recuerda que de cualquier forma fue el mismo Kuczynski quien se puso en la
posición en la que estuvo ese día: si no era por los contratos de Westfield y
First Capital con Odebrecht, y por las mentiras con las que quiso tapar el
tema, no hubiera acabado contra las cuerdas desde las que dio el indulto.
La salud de Fujimori no parece un atenuante para la decisión de Kuczynski, en tanto que esta no ha sido el motivo por el que se otorgó el indulto: no es arriesgado asumir que todo lo que Fujimori tiene hoy lo tenía antes de la votación del jueves. Estamos de acuerdo con la figura del indulto humanitario, pero de eso no se ha tratado esto.
La segunda idea es que Kuczynski no ha perdonado a un hombre inocente. Es cierto que la de la autoría mediata es una teoría tremendamente discutible si va a servir para condenar a una persona a prisión (y no fue Fujimori, por cierto, el presidente bajo cuyo mandato se cometió el mayor número de asesinatos y desapariciones forzadas en la lucha contra el terrorismo, como bien lo recogió la CVR). Pero el hecho es que no se necesita recurrir a la sentencia de la teoría mediata para saber que Fujimori delinquió repetida y gravemente.
La salud de Fujimori no parece un atenuante para la decisión de Kuczynski, en tanto que esta no ha sido el motivo por el que se otorgó el indulto: no es arriesgado asumir que todo lo que Fujimori tiene hoy lo tenía antes de la votación del jueves. Estamos de acuerdo con la figura del indulto humanitario, pero de eso no se ha tratado esto.
La segunda idea es que Kuczynski no ha perdonado a un hombre inocente. Es cierto que la de la autoría mediata es una teoría tremendamente discutible si va a servir para condenar a una persona a prisión (y no fue Fujimori, por cierto, el presidente bajo cuyo mandato se cometió el mayor número de asesinatos y desapariciones forzadas en la lucha contra el terrorismo, como bien lo recogió la CVR). Pero el hecho es que no se necesita recurrir a la sentencia de la teoría mediata para saber que Fujimori delinquió repetida y gravemente.
Para
hablar solo de las otras sentencias ya dadas, está probado que Fujimori transfirió a Montesinos
los fondos estatales con los que este compraba, entre otros, congresistas,
magistrados, periodistas, generales y líneas editoriales. También los fondos con
los que espiaba a políticos y congresistas. Y se discute si aprobó directamente
las transferencia de recursos para comprar los diarios chicha (con S/122
millones de las Fuerzas Armadas) desde los que se difamó masiva y vilmente a
cualquiera que se opusiera al régimen (las primeras instancias dijeron que sí
lo hizo). Asimismo, está probado que firmó una resolución para pagarle US$15
millones a Vladimiro Montesinos. El mismo Montesinos a cuya casa ordenaría
entrar a un falso fiscal para llevarse decenas de ‘vladivideos’ al Grupo Aéreo
N° 8.
También está probado –aunque esto ya no sea penal– que era una persona que no mostró respeto alguno por la investidura que tuvo o por la ciudadanía a la que representaba. Ese Montesinos al que le transfirió los US$15 millones era el Montesinos que él juraba lo había traicionado y engañado todos esos años, y al que fingía estar persiguiendo. El mismo asesor que cobraba del narcotráfico al que, tiempo después, e increíblemente, le guiñaría el ojo frente a cámaras, durante un juicio.
También está probado –aunque esto ya no sea penal– que era una persona que no mostró respeto alguno por la investidura que tuvo o por la ciudadanía a la que representaba. Ese Montesinos al que le transfirió los US$15 millones era el Montesinos que él juraba lo había traicionado y engañado todos esos años, y al que fingía estar persiguiendo. El mismo asesor que cobraba del narcotráfico al que, tiempo después, e increíblemente, le guiñaría el ojo frente a cámaras, durante un juicio.
Esa
investidura, por otra parte, y nunca sobra recordarlo, es aquella a la que
renunció por fax luego de huir del país con la excusa de una gira, para acabar
postulando al Senado japonés.
Luego
está el desmantelamiento de todas las instituciones para concentrarlas en unas
solas manos: las suyas, que eran las de Montesinos. Fujimori intervino el Poder
Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional, la contraloría,
las autoridades electorales: todas y cada una de las entidades que podían
servir para contrapesar su poder y limitar su continuidad. Y a muchas de ellas
las tomó cuando ya ni siquiera podía recurrir al argumento del terrorismo y la
hiperinflación para intentar justificarse, sino solo a su ambición.
Es notable, dicho sea de paso, la poca importancia que se le da a esta toma de las instituciones al sopesar los atropellos de su régimen. Se le desconecta totalmente, por ejemplo, de las posibilidades de progreso económico en el largo plazo. Pero lo cierto es que con el tiempo esto significó que no hubiera nada ni nadie en el país que tuviera algo garantizado en contra de la que pudieran ser la voluntad y los intereses de la dupla al mando.
Nada de esto, desde luego, borra las cosas buenas, algunas de ellas muy importantes, que se hicieron durante sus gobiernos. Pero lo mismo es cierto viceversa. No existe, y no debe existir en las democracias algo así como un “pase libre para delinquir” que uno pueda adquirir si hace suficientes méritos.
Fujimori, pues, no ha salido de prisión porque no haya delinquido. Delinquió continuamente. Y la verdad histórica no es lugar del que uno pueda salir por la puerta de un indulto.
Es notable, dicho sea de paso, la poca importancia que se le da a esta toma de las instituciones al sopesar los atropellos de su régimen. Se le desconecta totalmente, por ejemplo, de las posibilidades de progreso económico en el largo plazo. Pero lo cierto es que con el tiempo esto significó que no hubiera nada ni nadie en el país que tuviera algo garantizado en contra de la que pudieran ser la voluntad y los intereses de la dupla al mando.
Nada de esto, desde luego, borra las cosas buenas, algunas de ellas muy importantes, que se hicieron durante sus gobiernos. Pero lo mismo es cierto viceversa. No existe, y no debe existir en las democracias algo así como un “pase libre para delinquir” que uno pueda adquirir si hace suficientes méritos.
Fujimori, pues, no ha salido de prisión porque no haya delinquido. Delinquió continuamente. Y la verdad histórica no es lugar del que uno pueda salir por la puerta de un indulto.
El Comercio
Luego de que el presidente Pedro Pablo Kuczynski
concediera y oficializara el indulto y derecho de gracia por razones
humanitarias al ex presidente Alberto Fujimori, diversas voces han
mencionado la posibilidad de impugnar tal decisión e incluso se anunció que
acudirán hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) para
anularlo.
Sin embargo, algunos analistas y especialistas en
materia penal, constitucional y derecho internacional dejan un punto en claro:
la Corte IDH no se ha pronunciado nunca por un indulto humanitario.
El ex presidente del Tribunal Constitucional (TC) Víctor García Toma consideró que “formalmente” no existirían fundamentos para que la decisión de Kuczynski sea objeto de nulidad tanto en fuero “interno como externo”.
El ex presidente del Tribunal Constitucional (TC) Víctor García Toma consideró que “formalmente” no existirían fundamentos para que la decisión de Kuczynski sea objeto de nulidad tanto en fuero “interno como externo”.
“En la jurisdicción supranacional [internacional] todos
los pronunciamientos que ha habido en torno a las amnistías y conmutaciones han
estado referidos a indultos comunes, pero aquí estamos ante un perdón por
razones humanitarias”, aclaró.
Asimismo, recordó que el único caso en el que un indulto
por razones humanitarias fue anulado en vía interna (Caso José Enrique
Crousillat) fue por graves infracciones a la tramitación, “cosa que en este
caso, aparentemente, no ha sucedido”.
“Se ha seguido, aparentemente, el procedimiento
establecido por ley. En consecuencia, el presidente ha hecho uso de una
facultad que le confiere la Constitución y quedará para la historia si hizo
bien o mal”, indicó García Toma.
El ex presidente de la Corte IDH Diego García Sayán
manifestó que, si en el fuero interno no se cumple con el proceso elemental
para otorgar el indulto, este sí podría ser un asunto de “incumbencia
internacional”.
Consideró que en el caso de Fujimori caben algunos
cuestionamientos en el fuero interno sobre la presunta parcialización de la
junta médica que recomendó su indulto.
Además, explicó que sí se podría objetar el hecho de
que Fujimori haya recibido un derecho de gracia que impide su juzgamiento por
procesos pendientes. No obstante, precisó que la Corte IDH solo prohíbe las
amnistías, mas no los indultos.
“Allí sí, al margen de la discusión de que la Corte
Interamericana ha prohibido solo la amnistía y no los indultos; el impedir que
se lleven a cabo procesos de investigación y sanción judicial sí es una
violación del derecho internacional”, dijo.
Según el artículo 118, inciso 21, de la Constitución
Política, el presidente puede ejercer el derecho de gracia a favor de un reo,
en los casos en que la etapa de instrucción haya excedido el doble de su plazo
más su ampliatoria.
Este plazo, a consideración del abogado penalista Mario
Amoretti, es de diez meses. Por tanto, con respecto a Alberto Fujimori, dijo que en el caso
del proceso pendiente por el caso de las matanzas en Pativilca en 1992 el plazo
fue superado.
“Si bien yo considero que el derecho de gracia es una
evidente interferencia del Ejecutivo en el Poder Judicial, tampoco puede ser
causal de nulidad, porque está en la Constitución y, de tal manera, el
presidente ha actuado de acuerdo con la ley”, expresó.
Amoretti dijo que no se podría anular el indulto
alegando la calificación de lesa humanidad para los casos Barrios Altos y La
Cantuta, porque la Sala Penal de la Corte Suprema no lo condenó por delitos de
ese tipo.
Finalmente, Amoretti afirmó que, debido al derecho de
gracia, los posibles casos contra Alberto
Fujimori que estén en investigación fiscal también deberán ser
archivados.
El
Comercio
La
hora de la reconc iliación
Alfredo
Torres
Como
ocurrió en la segunda vuelta electoral, el presidente Pedro Pablo Kuczynski le
ganó nuevamente la partida a Keiko
Fujimori, en la hora enésima. Como entonces, PPK jugó la carta de la
polarización, de ser el mal menor frente al autoritarismo que ella
representaría. Como entonces, sin embargo, no fue suficiente la polarización,
sino que Keiko Fujimori fue derrotada por un error estratégico de su
responsabilidad.
En
efecto, la estrategia desarrollada por PPK tenía un componente legítimo –explicar su conducta y
pedir disculpas por ser desprolijo con sus cuentas– y otro de cálculo político
consistente en reactivar el antifujimorismo. Los acusó de intentar un golpe de
Estado, a pesar de que la moción de vacancia había sido presentada por el
Frente Amplio y contaba con el apoyo no solo de Fuerza Popular sino también de
importantes líderes del Apra y Acción Popular. Sostuvo que parte de esa
estrategia era tumbarse el Tribunal Constitucional, aunque el pedido de sanción
para uno de sus integrantes fue sustentado por su congresista y ministro Pedro
Olaechea. Finalmente, dejó entender que si él caía, renunciaban sus
vicepresidentes, lo cual sonaba a un chantaje poco responsable.
Conforme
pasaban las horas el jueves 21, era claro que la estrategia antifujimorista no
iba a ser suficiente. Aparentemente la vacancia sería aprobada con 89 votos
–dos más de los requeridos– sumando 71 de Fuerza Popular, 10 del Frente Amplio,
3 del Apra, 2 de Acción Popular, 2 de Alianza para el Progreso y 1 no agrupado.
Entrada la noche de ese aciago día, parecía evidente que PPK sería vacado y, si
renunciaban los vicepresidentes, el presidente del Congreso Luis Galarreta
asumiría la presidencia de la República para convocar elecciones
presidenciales, aunque no necesariamente parlamentarias. El país entraba en una
crisis profunda.
Fue
entonces que, para sorpresa de todos, 10 congresistas de Fuerza Popular,
liderados por Kenji Fujimori, salvaron a PPK de una derrota segura. Ahora se sabe que el propio Alberto
Fujimori apoyó a Kenji en sus gestiones para conseguir estos votos, con la
expectativa de que, en reciprocidad, PPK cumpla con su voluntad tantas veces
insinuada de indultarlo.
El
error estratégico de Keiko en el 2016 fue llegar a las elecciones con Joaquín
Ramírez como secretario general de su partido, sabiendo que era investigado por
lavado de activos. Y pretender luego desacreditar a un denunciante falseando un
audio. El error estratégico esta vez fue comportarse como una perdedora
rencorosa y lideresa autoritaria de su bancada. Cuando fue evidente que a ella
no le interesaba la libertad de su padre, por temor posiblemente a que este
pudiese disputarle el liderazgo de su partido, dejó el camino abierto para que
su hermano Kenji, en el nombre de su padre, rompiese la unidad de Fuerza
Popular.
En
todo este “juego de tronos” estuvo claro que a la gran mayoría de congresistas
no le interesaba si PPK había
cometido o no un delito que justificase su “incapacidad moral permanente”. La
naturaleza política del proceso fue muy evidente en la votación: el Frente
Amplio votó unánimemente a favor. Peruanos por el Kambio unánimemente en
contra. Y Nuevo Perú votó en bloque, con los pies, al retirarse minutos antes
de la votación. Lo que es más grave, en Fuerza Popular y el Apra se anunciaron
sanciones para aquellos que no hubiesen votado “disciplinadamente”, como si un
juicio por incapacidad moral no requiriese por su propia naturaleza subjetiva
un voto de conciencia de cada parlamentario.
Si PPK incurrió en un conflicto de
intereses cuando fue ministro hace 12 años o si Keiko Fujimori, él u otros políticos recibieron contribuciones de
la empresa Odebrecht para sus campañas electorales son temas que el Ministerio
Público seguirá investigando. Al Congreso le corresponde legislar. Podría, por
ejemplo, revisar las disposiciones sobre prisión preventiva, para que no se
abuse de ella. Pero lo que no debe hacer es obstruir la lucha contra la
corrupción. Es inaceptable, por ejemplo, que hayan pretendido destituir al
fiscal de la Nación Pablo Sánchez. Los políticos deben saber que la opinión
pública está atenta. De acuerdo con la última encuesta de Ipsos-El Comercio,
64% de la ciudadanía apoya el desempeño de la Fiscalía de la Nación en el Caso
Lava Jato.
Mientras
las investigaciones fiscales siguen su curso, al presidente le corresponde
construir gobernabilidad. Sus principales aliados a la vista son los 10
congresistas disidentes de Fuerza Popular que lo salvaron de la vacancia. El
indulto a Alberto Fujimori contaba hace un mes con 65% de aprobación. Hoy puede
haberse consolidado este respaldo, ya que la actitud de Kenji y su grupo
conmovió a muchos simpatizantes de PPK,
que ahora se han vuelto más anti-Keiko que anti-Alberto. El principio de
reciprocidad está en los fundamentos de la cosmovisión andina y la
reconciliación y la compasión son la base de la cosmovisión cristiana, con
especial sentido en Navidad. Pero desde el punto de vista político, la
necesidad de forjar la gobernabilidad es una razón adicional para que PPK
proceda con el indulto, ahora.
El
Comercio
Fujimori
lidera el antifujimorismo
Federico
Salazar
Ha
regresado. Alberto
Fujimori ha vuelto a la política peruana. Por la puerta grande.
Ha salvado al presidente, nada menos.
No
solo libró a Kuczynski. También aprovechó para descomponer algunas fuerzas
políticas. Como en el bowling, desbarató a Fuerza Popular, al Partido Aprista
Peruano y le dio un puntillazo más a la izquierda.
La
votación sobre la vacancia presidencial ha causado un sismo y hay una nueva
geografía parlamentaria.
Fuerza
Popular ha sufrido un severo revés en una causa para ellos emblemática. Además
–y sobre todo–, ha hecho que el antifujimorismo vuelva a ganarle a Keiko
Fujimori.
Alberto
Fujimori se ha puesto a la cabeza de las fuerzas antifujimoristas. Hay que
reconocer que esta es una jugada de un ajedrez que no veíamos hace mucho.
Quizá
lo que hemos visto sea pieza de un esquema mayor. Quizá se relacione con las
posiciones de Kenji
Fujimori a favor de mayores equilibrios de poder y mayor
reconocimiento de derechos personales. Eso puede apuntar al trabalenguas de un
neofujimorismo antifujimorista.
No se
trata solo del indulto para el ex presidente. Es muy probable que se trate de
crear una nueva opción política.
El
ajedrez consiste en dejar la imagen de abuso del poder y prepotencia de formas
en el lado de Keiko Fujimori y Fuerza Popular. Un nuevo estilo, con un
reconocimiento de los errores del pasado, podría ser el punto de partida de un
reciclaje.
En la
novela “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, un brebaje separaba todo el
mal de todo el bien que hay en una persona. El brebaje elaborado en el fundo
Barbadillo pretende separar el mal y el bien en dos partidos.
Todo
lo malo se lo llevan Fuerza Popular y Keiko Fujimori. Todo lo bueno, Kenji Fujimori y su papá.
Kenji
siempre fue claro. Él dijo que estaba en el Congreso para liberar a su padre.
No había mandato de otra cosa. Eso era todo.
Kenji
casi no tiene producción legislativa. Lo único que le importa es la liberación
de su padre. Parece que está por conseguirla. Ya se iniciaron, como se sabe,
los trámites para el indulto.
Alan
García se pudo reciclar después de haber destruido (¡destruido!) el país entre
1985-90. Alberto Fujimori puede
pensar que todo es posible, y que él también podría.
La
pieza más importante en el juego del neofujimorismo es, curiosamente, el
antifujimorismo.
El
mensaje a la nación del presidente Kuczynski, la noche previa a la sesión sobre
vacancia, fue un homenaje al neofujimorismo. Estuvo dedicado, con agresividad
de campaña electoral, a reavivar los miedos del antifujimorismo.
Zamarramente,
Kuczynski no mencionó que invocaba a los apus del antifujimorismo para poder
pactar con Kenji Fujimori la
liberación de su padre.
El
presidente amenazó con forzar una ruptura del mandato constitucional de los dos
vicepresidentes, con tal de verse librado de la vacancia. Amenazó, en realidad,
al país y al Congreso, con crear desorden político y electoral.
La
alternativa, por supuesto, no era mucho más halagüeña. La opción era un
fujimorismo (keikista) pegado a la letra de la Constitución pero dispuesto a
vulnerar las instituciones por la vía del poder arbitrario, como en el caso de
la acusación constitucional contra el fiscal de la Nación.
El
Perú parecía condenado a elegir entre el “golpismo” fujimorista y el “golpismo”
pepekausa. En ninguno de los dos casos se proponía una ruptura directa de la
Carta (por eso las comillas).
Con
Fuerza Popular asomaba la amenaza de un ejercicio arbitrario del poder formal.
En el otro caso, la amenaza de forzar un proceso electoral no contemplado en la
Constitución.
Fujimori
nos ha librado de un espasmo constitucional en este momento. No nos ha librado,
en cambio, del fujimorismo esencial. No nos ha librado, tampoco, del carácter
de Kuczynski, desprolijo no solo en sus cuentas sino también en sus arreglos,
alianzas y pactos.
Kuczynski
tendrá que ser investigado por hechos que pueden configurar delito y sobre los
que ya mintió una vez. Y tendrá que responder con una parte de sus aliados
sobre el indulto y la habilitación política de Alberto Fujimori.
La República
Nubarrones
Mirko Lauer
¿Va a haber un match
fujimorista en el 2018 o una negociación con arreglo entre las partes? Si
hubiera un match a finish, que es lo más probable, ¿va a ser dentro o fuera de
Fuerza Popular? Lo primero como una lucha por el control del partido. Lo
segundo como el restablecimiento de un fujimorismo de Alberto Fujimori,
enfrentado al de la hija Keiko.
La velocidad con que Keiko
Fujimori se ha definido como la lideresa de una bancada de 61 congresistas,
revelar que no tiene la menor esperanza de recuperar a los disidentes del
jueves pasado, y que más bien teme un desbande. Como si hubiera estado
esperando el momento de la ruptura de tiempo atrás. Con los potenciales
seguidores de Kenji Fujimori viviendo como, digamos, pre-expulsados.
Luego está el automático
pedido de renuncia de los 10 que bloquearon la vacancia, y los ataques directos
a AFF porque “alienta la corrupción a cambio de su indulto”, ambos indicios del
temor a que el excarcelado y su hijo intenten tomarse la bancada. Allí están
los reclamos de Kenji por una reorganización del partido, expresados varios
meses atrás.
Mucho dependerá de la
energía con que cuente AFF cuando salga. Hace meses una congresista FP le
recomendó dedicarse a jugar con sus nietos. Otra dijo que FP ya no era su
partido. Sin embargo AFF acaba de ser parte de una maniobra que no define a un
abuelito jubilado. Incluso hay rumores de que AFF sale con una lista de cabezas
mototaxistas para cortar.
La conducta de Kenji
Fujimori en estos últimos años habla de planes para sacar a su padre de la
cárcel. Sin embargo lo que acaba de suceder no parece parte de un plan, sino el
simple aprovechamiento de una oportunidad. La estrategia hasta aquí ha sido de
disidencia y de resistencia. Quizás le tome un tiempo a padre e hijo
perfeccionar una estrategia ofensiva.
En el caso de una
división, ¿Keiko Fujimori peleará el derecho electoral al apellido? ¿O le
parecerá suficiente aferrarse al membrete K que le ha servido en dos elecciones
consecutivas? De otra parte entre esos 61 congresistas puede no haber un
sentimiento keikista-mototaxista propiamente dicho, sino proyectos propios.
La conducta de Kenji
Fujimori en estos últimos años habla de planes para sacar a su padre de la
cárcel.
El Comercio
Mabel
Huertas
En la
política uno puede llamar las cosas como quiera: golpe democrático a lo que
constitucionalmente está permitido, error o descuido a lo que es una infracción
constitucional. Puedes llamar acto de conciencia a lo que en realidad es
resultado de una negociación y traidores a quienes nunca fueron leales. Claro
está, todo depende del cristal con que se mire.
Por
ejemplo, podríamos decir que a Pedro Pablo
Kuczynski no lo salvó la conciencia democrática ni el respeto a
la institucionalidad, sino más bien la precariedad de los partidos políticos.
Luego de la tempestad, son los partidos los grandes damnificados. La claridad
del día siguiente ha confirmado la gran crisis interna que enfrenta el Apra
desde hace un buen tiempo, reflejada en los líos por la dirigencia. La
carajeada de Mauricio Mulder a Jorge del Castillo quedará para la posteridad y
termina por romper esa imagen de disciplina de la que se preciaba el longevo
partido.
Lo
de Fuerza Popular,
con posiblemente 10 congresistas menos, resulta más complejo e interesante para
el análisis. Solo 24 horas antes de la votación el secretario general, José
Chlimper,anunciaba que toda la bancada votaría unida, mientras que el
congresista Elard Melgar concluía, luego de una reunión en su casa, que todos
eran un solo puño. La emoción la transmitían en Twitter.
Pero
luego de las duras sanciones a Kenji
Fujimori era imposible pensar que esta reunión se
llevaría a cabo bajo una atmósfera de selección peruana a punto de salir a la
cancha, sino más bien de conminación, en donde más cabían advertencias que
convencimientos. La pechada del congresista Miki Torres y los gestos de Héctor
Becerril al menor de los Fujimori en medio del debate podría confirmar esa
“cultura organizativa” del fujimorismo.
El
resultado de las coordinaciones internas, ya lo vimos, fue un fracaso y aunque
se sospechaba que serían uno o dos congresistas los que se inmolarían con Kenji Fujimori, sorprendió que el
bloque fuera tan generoso. Si bien se sospecha que el indulto (con papeles en
curso) fue parte de la negociación y se rumoreó que el mismo ex presidente
Alberto Fujimori llamó desde el penal Barbadillo a cada uno de los
congresistas, la pregunta que el partido más grande del país –y que ostentaba
una sólida mayoría– se debe hacer hoy es: ¿En qué fallamos? ¿Por qué perdimos a
10 congresistas? O bueno, es lo que cualquier gran líder haría luego de una
derrota, analizar la interna en primer lugar, su propia ingeniería, las
variables que puede controlar, sus debilidades. Acusar de traición y señalar al
negociador está bueno para la tribuna, pero el mea culpa de la dirigencia es
necesario en sus fueros privados.
El
presidente de la República hizo un buen ejercicio en su mensaje del último
viernes. En realidad, era lo mínimo que correspondía. Dijo que había reconocido
sus errores y aprendido mucho en estos días de crisis. Por el bien del país
esperemos que haya sido así, como también debemos esperar una buena
investigación sobre su caso. Pero en esa línea de renovación, ¿podrán la
lideresa de Fuerza Popular y
sus asesores asimilar esta derrota como un aprendizaje? Así como PPK ha visto
necesario cambiar de estrategia para gobernar, ¿Keiko
Fujimori hará lo mismo para mantener a su bancada como
primera fuerza opositora? El presidente ha dicho que es tiempo de
reconciliación. ¿Será capaz la mujer más importante de la política peruana de
hilar fino para bajarle la temperatura a la polarización y al poderoso
antifujimorismo con miras al 2021? Por último, PPK ha dicho que habrá cambios
en su Gabinete en los próximos días como parte de estos nuevos vientos que
veremos en el 2018. ¿Cambiará Keiko
Fujimori a sus desgastados voceros Becerril y Salaverry, decidirá
escuchar menos a su entorno más cercano?
La
osada carta del indulto está hace tiempo sobre la mesa y, sin duda, podría
cambiar el panorama político. ¿Podrá la legítima candidata al 2021 salvaguardar
lo que, sin duda, ha construido con esfuerzo durante los últimos años?
En
medio de esta polarización desgastante y en un panorama en el que todos
perdieron –está por verse, si como muchos dicen, Kenji Fujimori fue realmente un ganador– será interesante ver
cómo los liderazgos se renuevan y ver a Keiko Fujimori en acción, aprovechando esta nueva
oportunidad, pero no desde las redes sociales, de donde parece haberse
autoexiliado.
ANTICORRUPCION,
PERSECUCIÓN, JUDICIALIZAC ION POLITICA
El Comercio
La audiencia de control de plazo que se iba a llevar a
cabo para determinar si procedía la investigación preliminar contra Fuerza Popular fue
suspendida luego que la bancada fujimorista no acreditara al abogado que acudió
a la sede de la Sala Penal Nacional por el caso cocteles del finales del 2015.
El fiscal de lavado de activos José Domingo Pérez
acudió a la sesión y señaló que Fuerza Popular, al no haber actuado según exige
la norma, ocasionó que la audiencia no se instalara.
El fiscal señaló que está a la espera de que terminen
las diligencias que traduzcan el testimonio completo de Marcelo Odebrecht para
poder incluirlo en la otra investigación que lleva a cabo por presuntos aportes
a la campaña de Keiko Fujimori.
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