ESTA NOCHE,
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El rábano por las hojas
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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El presidente Vizcarra anunció el fin de la crisis política. No explicó a qué se refería. Quizás sospecha que para vencer a la corrupción primero tiene que mejorar la gobernabilidad.
La lógica que subyace a la estrategia de la lucha contra la corrupción es que no puede haber gobernabilidad -ni desarrollo- si primero la corrupción no es puesta a raya bajo control.
Ese parece el consenso de la reunión en Palacio de la Comisión de Alto
Nivel de la Lucha contra la Corrupción y con los 25 gobiernos
regionales, devastados no hace mucho por la corrupción.
Ese fue el tema también
de la Cumbre de las Américas: la relación entre gobernabilidad y corrupción.
El peligro es pasar por alto el
orden correcto de los factores. ¿Cuál es la carreta y cuál el caballo?
La estrategia asume que la gobernabilidad es el subproducto de la victoria en esa
guerra. Se enfatiza entonces un listado de decenas de
iniciativas para poner a la corrupción bajo el control del Estado y la sociedad civil.
Lo que la experiencia indica, sin embargo, es que la gobernabilidad no es la consecuencia
sino más bien la condición para la lucha contra la
corrupción. Porque si no hay gobernabilidad, aquel listado de iniciativas, por
ejemplo, no llegará a aplicarse en absoluto.
Es lo que ocurre con todas las reformas, tributaria, laboral o educativa y también con la de la descentralización para devolverle ciertas funciones al gobierno nacional, que fue la razón de la
reunión del gobierno con las 25 regiones.
La relación causal entre gobernabilidad y anticorrupción no ha pasado inadvertida para la Cumbre
de las Américas, donde se ha repetido como un mantra que la clave está en la institucionalidad pública.
Pero el secreto es que si hay una grieta por
la cual se cuela el agua dentro de la nave institucional, no se le echa la
culpa al agua. Es la condición de la flotación. La corrupción
siempre está allí. Lo que hace falta es mantenerla fuera de la institución. Y
eso requiere gobernabilidad.
La primera reingeniería
institucional debería ser la reforma de la justicia. Porque es el brazo del Estado para luchar contra la corrupción. Pero esa reforma fracasa hasta ahora en el Perú porque la baja gobernabilidad de nuestra democracia no permite llevarla
a cabo. Se toma el rábano por las hojas.
Lo que vemos ahora es que, al revés, esas instituciones han tomado a su cargo y a su manera la reforma de la sociedad y del Estado.
Lo que vemos ahora es que, al revés, esas instituciones han tomado a su cargo y a su manera la reforma de la sociedad y del Estado.
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