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MEDIA COLUMNA
El éxodo caviar no basta
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
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Renunció el ministro de Trabajo luego del discurso de su jefe en
CADE, donde el Presidente dijo que en el 70% de informalidad existente en el
mercado laboral “uno de los factores es el alto costo laboral no salarial” ante
el que “el empleador opta por contratos temporales que desprotegen al
trabajador”. Habló de construir los consensos políticos y sociales necesarios
para la
generación de empleo formal. “Aunque muchos tienen miedo de enfrentarlo, lo
estamos haciendo”, remató el Premier al día siguiente.
Más claro no canta el gallo. Era un llamado a la necesidad de la
reforma, al que el ministro reaccionó mal. Dijo que el Presiente solo estaba
iniciando un debate para el cual la opinión del Premier era un insumo. Añadió que
no existe ningún plan de reforma, que el Consejo Nacional del Trabajo tendría
que estudiarlo, y que se mantendría en el puesto mientras el Presidente
quisiera. Horas después presentó su renuncia.
¿Significa la salida del ministro una redefinición
de la línea política del gobierno?
No necesariamente. El éxodo caviar es una
constante en todos los gobiernos. El entrismo los lleva siempre a hacerse reclutar
por toda nueva administración a cambio de ministerios. Luego de algún tiempo de
trabar toda reforma, obstaculizar el avance del país y pelearse con el resto
del gabinete, terminan saliendo del gobierno dejando atrás la Tierra Prometida
para volver al desierto. No hay nada que lamentar en la salida de los caviares
del gobierno de Vizcarra.
Lo importante sería que el gobierno decida acometer
la reforma. Bastaría, en tal caso, con que se allane a modificar, con el
Tribunal Constitucional, la regla vigente de la reposición como compensación
por el despido. Es la primera preocupación de los empresarios. Lo que
corresponde a cambio del despido es la indemnización. Las situaciones posibles
son muchas. No es lo mismo una discrepancia con el empleador que el caso de la empresa
que necesita despedir al borde de la quiebra. Los laboralistas saben muy bien las
causales. Ese no es el tema.
El asunto es que la discrecionalidad para imponer
la reposición es una mala trampa que ha obstaculizado la evolución de las
empresas peruanas y, en última instancia, frenado la economía por décadas desde
que el Tribunal Constitucional dispusiera esa arbitrariedad. Es una de las
peores decisiones de la historia económica del Perú.
Y ha llegado el momento de tomar al toro
por las astas. El éxodo ritual de la caviarada no es prueba suficiente. Siempre
se van del gobierno dejando sembrados tras de sí en lugares clave a expertos en
que las reformas se traben y terminen en el pantano. En efecto, hoy la meta de
la izquierda caviar y radical es impedir a como dé lugar la inversión en el
Perú de los cien mil millones de dólares o más que hacen falta para entrar a la
economía global del siglo XXI.
Por lo mismo, si el Presidente ha tomado ya
la decisión política de liderar la reforma que destraba la inversión, basta eso
para justificar su gobierno.
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