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MEDIA COLUMNA
Pax global para la
guerra comercial
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
jorgemorelli.blogspot.com
jorgemorelli.blogspot.com
Donald
Trump acaba de anunciar “un gran progreso” en al acuerdo de paz para la guerra
comercial con China.
Luego de
hablar largo con el presidente de China, Xi Jinping, ha dicho que el “deal”
está avanzando muy bien. Desde luego, como siempre en estos casos, todo viene
en un solo paquete. Son varios los acuerdos
que cubren “todos los temas, áreas y
puntos en disputa” y se cierran todos o ninguno. Significa que el acuerdo va a
tener que ir más allá de lo estrictamente comercial para entrar en el terreno
político.
En lo
comercial, los chinos ya han levantado los aranceles a los autos americanos y
han vuelto a comprar soya de EEUU, y hay un proyecto de ley para prohibir la
transferencia forzada de tecnología. Trump pide además cambios estructurales en
el sistema comercial chino, especialmente en cuanto a derechos de propiedad
intelectual. Probablemente lo obtendrá también.
Los ojos
de todos están puestos en los términos de detalle del acuerdo comercial, para
el que hay 90 días de plazo. Pero no hay que perder de vista el bosque por
mirar el árbol. El acuerdo comercial será posible en realidad solo si hay un
acuerdo en el escenario mayor: un marco de acuerdo político global.
Respecto
de la propuesta de China de construir la Ruta de la Seda, el cínturón global de
transportes y comunicaciones, por ejemplo. Ambas partes tienen que decidir en
cuanto a eso quién es Napoleón y quién Josefina. O sea, qué va a hacer o dejar
de hacer cada quien.
En este
sentido, no es razonable pedirle a China que abandone el proyecto que está en no
solo en su interés sino en el del resto del planeta. Ya son más de 55 los países
que se han adherido a la Ruta de la Seda. El Perú todavía no termina de hacerlo
aun cuando se ha comprometido y firmado ya algo limitado en ese sentido.
Oponerse a esto haría que EEUU quedara pesimamente mal ante la comunidad
global.
El
acuerdo comercial supone en el plano políico que EEUU acepte aunque sea
tácitamente que el proyecto de la Ruta de la Seda global debe seguir adelante
sin obstáculos. La idea de que el tren transoceánico que atraviesa America del
Sur desde Sao Paulo hasta Paita -que los chinos están dispuestos a financiar
con crédito- les ha llevado a hacer advertencias a los países emergentes acerca
de la trampa de endeudamiento y la posterior dependencia de China. Y a formar
su propio cinturón de islas alrededor de Asia.
Los
europeos quisieran construir ese tren, pero no de Sao Paulo a Paita sino a Ilo,
pasando por Bolivia. Pero al Perú le conviene tener ambos y, si tiene que elegir,
debe elegir el de Paita, que le da salida a la soya de Brasil al Asia y, de
retorno, salida a los fosfatos de Bayóvar para la agricultura de la soya en
Brasil.
La
construcción de la red ferrocarrilera de EEUU hace 150 años fue el punto de
partida de la verdadera puesta en valor de la modernidad de Norteamérica. Estos
son los términos que no aparecerán escritos en el acuerdo comercial, porque van
mucho más allá de la economía hasta la medula misma de la cuestión de la
hegemonía global en el siglo XXI y sí acaso realmente debe haber una. China se
ha adelantado y no guarda silencio al respecto: repite y repite que jamás
tendrá ambiciones hegemónicas. Esto trae a la memoria acuestiones de
geopolítica territorial que son en gran medida cosa del pasado. EEUU debería
confiar en nosotros, los latinoamericanos -sus viejos y confiables aliados,
como dice- si no quiere o no puede hacerlo del todo en China.
Este tema
-que es esencialmente también el de la tecnología de las comunicaciones
globales- causa el recelo norteamericano porque China tiene su propio Internet,
su propio Whatsapp, su propio Netflix, y sus redes parecen inaccesibles desde
Occidente, aunque no necesariamente lo sean.
Por eso
la prueba ácída del acuerdo de paz que ponga fin a la guerra comercial no
tienen que ver con el comecio de hoy sino con el de mañana. Es en realidad la
firma de algo que no estará en el acuerdo de hoy: el marco de un paraguas
poltico para el siglo XXI, una nueva pax global. Nada menos.
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