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MEDIA COLUMNA
Hijos dependientes
Jorge Morelli
La caviarada local se considera digna descendiente del pensamiento
socialista europeo. Celebra el cincuentenario del Gobierno Revolucionario de la
Fuerza Armada -solo de la Primera Fase de Juan Velasco Alvarado, desde luego-,
que finalmente hizo en el Perú la reforma agraria desastrosamente. “Rápido,
aunque sea mal”, reza un dicho castrense peruano.
Pero la caviarada no sospecha la verdad. En realidad, la
reforma agraria es la primera de las “reformas-vacuna” que el partido Demócrata
de Estados Unidos en el poder recetó para acabar con la desigualdad en América
Latina luego de que Fidel Castro tomara el poder en Cuba el 1 de enero de 1959.
Esto porque, aseguraba, la desigualdad latinoamericana incubaría revoluciones castristas
en todo el hemisferio.
Hace poco, el tema ha sido revisado por Alan Greenspan,
el ex presidente de la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados
Unidos, que ha publicado Capitalism in
America. A History. El coautor es Adrian Wooldridge. El libro es comentado
por Mark Skousen en The American Conservative de enero. Cito a Skousen: “A
Roosevelt le siguieron las administraciones benignas de Truman, Eisenhower y
Kennedy que resultaron en una edad de oro del crecimiento en la pos guerra.
Pero luego vino Lyndon Johnson, que sacó provecho del asesinato de Kennedy
empujando una ´masiva expansión del Estado de los derechos (de bienestar,
digamos)´ con Medicare, Medicaid, bonos alimenticios (food stamps) y el
programa Ayuda para Familias con Hijos Dependientes. Como resultado, el gasto
público y la deuda se inflaron como un globo y ´el gobierno comenzó a fracasar
en todo lo que tocaba, desde la lucha contra la pobreza hasta la guerra con
Vietnam del Norte”, cita Skousen a Greenspan.
Luego vino Nixon, continúa Skousen, y nuevamente
citando a Greenspan anota que Nixon “presidió sobre una expansión del Estado de
derechos mayor aún que la de Johnson´ añadiendo controles de precios y
salarios, creando nuevas agencias gubernamentales, como la Agencia de
Protección del Medio Ambiente, y sacando a Estados Unidos del patrón -oro”.
Ahí está la clave. Al romper Nixon el nexo del dólar al
oro -a la tasa fija acordada en Bretton Woods en 1946-, el valor del dólar pasó
a depender de la oferta y la demanda en el mercado global. El dólar se devaluó
a la mitad. La reacción árabe -que pasó a recibir la mitad por el mismo
petróleo- fue aumentar cuatro veces su precio. En 1973, la crisis de la energía apagó la
luz a la economía global. Fue el día en que murió la música.
El resto de los 70 serían la era del estancamiento con inflación. “Stagflation”
le llamaron. (Una anécdota: para ahorrar gasolina, Velasco impuso en el
Perú el uso de calcomanías de colores en los automóviles. Las blancas
circulaban los lunes, miércoles y viernes; las rojas los martes, jueves y
sábados. Resultado: los que pudieron compraron un segundo escarabajo u otro Toyota.
Eran lo único que circulaba en la época).
Fue esa cadena de acontecimientos lo que arruinó la
economía de Occidente. La consecuencia del gasto masivo en la guerra de Vietnam
y el culposo Estado de bienestar norteamericano. Lo dice Alan Greenspan, de puño y letra.
Curiosamente, le tocó a Greenspan lidiar con las
consecuencias de esa historia. Presidió la Fed durante toda la época en que se
incubaron las burbujas globales que vendrían a estallar una tras otra hasta
desembocar todas en el colapso de la megaburbuja global de 2008. La economía
mundial aun no se recupera de eso, y se discute la responsabilidad de la Fed de
Greenspan en las hipotecas “subprime” y otras ficciones financieras ante las
que falló clamorosamente por omisión. Es por eso que Greenspan escribe el
libro, para deshacerse de la culpa. Según Greenspan, enonces, los responsables
originales del desastre fueron los presidentes americanos Johnson y
Nixon.
Hoy la única solución para esto es volver a fijar el valor de las monedas
globales a un referente universal del valor, el oro u otro. Si no lo hace
Estados Unidos con el dólar, lo hará China con el yuan.
En lo que a nuestro pequeño escenario se refiere, rígida y
anticuada como es, la caviarada local sigue añorando la vieja receta de esas reformas-vacuna americanas sin sospechar quiénes son sus padres. Viejos como están son, hasta hoy, hijos dependientes.
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