domingo, 15 de marzo de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 15 marzo 2020




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MEDIA COLUMNA
Domar la curva
del coronavirus

Jorge Morelli
@jorgemorelli1


“Delay” es el nombre oficial que da el National Health Service (NHS) del Reino Unido a su política de Estado ante el coronavirus. Mientras no haya cura o vacuna, no se puede impedir que el virus siga su curso hasta completar su ciclo, pero se lo puede domar. “Delay” significa demorar el contagio. No se puede evitar que el ciclo del virus describa su curva natural, pero sí retrasar su evolución y manejarlo hasta lograr que en ningún momento el contagio alcance a hacer un pico de crecimiento exponencial. Se trata de achatar la curva (flatten the curve) del proceso para manejarla en lo posible dentro del rango de lo que la atención médica existente, por poca
que sea, puede manejar.

Es en el pico exponencial donde el desastre se vuelve inmanejable. Allí es donde los hospitales son desbordados por los casos en crisis aguda necesitados de ayuda inmediata con oxígeno o equipo de respiración. Pero las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) no alcanzan y los médicos se ven entonces, como en un hospital de campaña, en la situación atroz de tener que decidir quién vive y quién no. Es lo que, desgraciadamente, ocurre en Italia.

Naturalmente, el modo de evitar el pico es desacelerar el contagio, demorarlo, estirarlo. Y el modo de hacerlo es que la gente no se junte, que permanezca en casa, que salga solo si es indispensable, que no se toque físicamente entre sí. Es difícil pedirle eso a los italianos. Las políticas de Estado con que los países atacados han respondido a esto tienen que mirar de cerca el caso de China y el de Italia.

En Wu Han provincia de Hubei, China, donde el virus comenzó, el número de casos nuevos ya llamaba la atención el 10 de enero. Once días después, el 21 de enero, se comenzaba a llevar una estadística oficial de casos nuevos. Hoy sabemos recién que para entonces esta ya llevaba un desfase de 1 a 10 respecto de los nuevos casos realmente existentes. La estadística decía 250 y eran ya 2,500 diarios.

Tres días después, el 24 de enero, cuando la estadística aun no se acercaba a la realidad, prácticamente a ciegas, las autoridades chinas tomaron la decisión política del llamado “lockdown”, el bloqueo de toda entrada y salida de la ciudad de Wuhan. En las siguientes 48 horas el número de casos reales comenzó a disminuir. El 2 de febrero la estadística logró alcanzar al número de casos nuevos cuando estos se hallaban ya en franco descenso gracias a la decisión tomada nueve días antes. El 11 de febrero el número real de casos nuevos en Wuhan había vuelto a ser el del 10 de enero. Lección: no se puede esperar hasta saber. Hay que actuar antes.

La decisión política del Estado chino logró demorar el contagio, achatar la curva y evitar el pico exponencial en todo el país. En el caso de China, la cuarentena de toda una ciudad y de la provincia de Hubei es lo que hizo la diferencia. El Estado italiano lo intentó, pero no lo hizo a tiempo o no estaba en condiciones de imponerlo. Da lo mismo. Demoró en responder y el pico exponencial se disparó.

Pero no significa que cerrar ciudades o provincias enteras a piedra y lodo es necesariamente lo que hay que hacer. Los seres humanos son inteligentes y pueden aprender cómo funciona el contagio bajo las reglas del cálculo de probabilidades. Así, lo que no sabe o no puede hacer un Estado, pueden hacerlo las familias por sí mismas si eluden el pico y achatan la curva para, literalmente, domar al animal salvaje.  

Ayer, en las calles de ciudades italianas donde miles de familias se hallan hoy recluidas en cuarentena, salían a sus balcones y ventanas a cantar todos una misma canción para llevarse consuelo unos a otros y, ya que no físicamente, darse un abrazo espiritual de compañía. Han aprendido duramente. Son italianos. Qué le vamos a hacer.


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