lunes, 15 de junio de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 14 junio 2020



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Ajedrez en
tres tableros


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Lo que viene no es una guerra entre EEUU y China, ni fría ni caliente. Es una partida de ajedrez tridimensional con reglas no bien escritas en tres tableros superpuestos conectados entre sí.

Esos tableros son, primero, el de la ocupación física planetaria y la construcción de la infraestructura global para el siglo XXI, la competencia entre la Ruta de la Seda china y las dos grandes iniciativas norteamericanas para el mismo fin: la que involucra a las Américas y la alianza para la Red de Puntos Azules en Asia.

El segundo tablero es el de la pugna por el liderazgo tecnológico en todos los campos, pero ante todo y especialmente en el de la red 5G de telecomunicaciones globales.

El tercero deriva inevitablemente de la guerra comercial: es el de la competencia monetaria. China va a emplear su moneda -el yuan digital en el futuro- para competir con el dólar en el mercado monetario global, tal como hizo el dólar con la libra esterlina hace exactamente cien años. Reemplazar al dólar como moneda de cambio es solo el principio. Luego desafiará la hegemonía del dólar como reserva de valor global. Y la clave será el anuncio de que el yuan digital tiene respaldo en oro.

El dólar abandonó el respaldo en oro hace 50 años, cuando Nixon –con el consejo de Milton Friedman- rompió en 1971 el vínculo del dólar con el oro, vigente desde que Keynes lo impuso en 1944 en la conferencia de Bretton Woods al final de la Segunda Guerra. Keynes sabía muy bien la importancia que el respaldo del oro tendría para el dólar en un mundo en que los gobiernos asumirían en adelante políticas económicas contracíclicas expansivas y gastarían masivamente para conseguir crecimiento. Era el contrapeso, el ancla.

Desde 1971, la flotación libre del dólar en el mercado permitió tomar prestado del futuro como nunca antes, traer al presente un valor que existiría solo en el futuro. La masiva liquidez dio paso a las megaburbujas que -como su antepasado, la de los tulipanes de Holanda- vienen colapsando una tras otra. Es una trampa de la que no hay otra escapatoria que una liquidez y un endeudamiento mayores aún, que a su vez generarán una nueva megaburbuja. La deuda mundial está fuera de control. El FMI lo advierte todos los meses. Nadie sabe qué hacer para salir de la trampa.

Pero volvamos atrás, a las raíces. Si Keynes estuviera aquí, probablemente recordaría que le pidió al presidente  Harry Truman en 1944 comprometer su palabra de que EEUU jamás rompería el vínculo del dólar con el oro. Desde que ese palabra fue quebrada en 1971 la onza de 35 dólares de entonces vale hoy 1,750 dólares. Es decir, el dólar vale 50 veces menos.

EEUU no pudo mantener su palabra, pero todo tiene una explicación. La razón es el gasto descomunal de la guerra de Vietnam, que cargó solo, sumado al de la defensa de Europa y de Asia desde 1945 en adelante, que también cargó casi solo durante 45 años de Guerra Fría. EEUU venció al desplomarse la Unión Soviética. Pero fue acaso una victoria pírrica. Pagó un precio demasiado alto. Y hoy China, luego de acumular oro silenciosamente por años en bóvedas estatales y manos privadas, sale a desafiarlo globalmente de igual a igual y en los tres tableros a la vez. 

Con la pandemia, Europa va a decrecer -9% y Estados Unidos -6%, pero China va a crecer 1%.  Salir de la depresión global requiere una hoja de ruta. Y en esa ruta se necesita un refugio para el valor, como el que creó Keynes en 1944: una estrella inmóvil que guíe a las naves de la economía global. Ese refugio es el patrón oro o algo que haga sus veces. Si EEUU no lidera en esto, China lo hará. 

Y la partida de ajedrez tridimensional habrá terminado prematuramente. 

       
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