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MEDIA COLUMNA
La
falla no está
en la
Constitución
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
No
hace falta cambiar la Constitución porque la falla no está ahí. La falla está
en la mala regulacion del mercado por el Estado. Es decir, en la falta de
competencia en un mercado libre. Corregir esa falla es cuestión de reglas
claras y simples. No es una falla constitucional.
El mercado es la mayor fuente de energía de la
economía. Como toda fuente de energía, necesita un arnés para ser útil. Ese
arnés es un marco regulatorio para la libre competencia en el mercado.
Las reglas deben ser vigiladas y ajustadas
constantemente por un regulador. No necesariamente uno para cada sector de la
economia. No necesariamente debe hallarse en el Estado. Eso es solo lo que
hemos hecho hasta la fecha y acá puede estar el origen del problema.
Si Adam Smith habló en la Teoría de los
Sentimietos Morales de una mano invisible que por si misma asigna
eficientemente los recursos, es porque daba por sentado la existencia de una
economía libre en la teoría. En los hechos, describió en La Riqueza de
las Naciones la realidad: las economías de su época se hallaban trabadas por el
Estado. Llamó a la trampa el "sistema mercantil".
Ocurre cuando el poder político está al
servicio del interés privado o público. Hoy le llamamos "mercantilismo" cuando
ese interés es economico . Le "Populismo"
cuando es político. “iInormalofad” cuando una formalidad
fallida excluye a la inmensa mayoría. Pero todas esas formas son esencialmente
una y la misma cosa.
Es la falla en la regulación del mercado lo que
hace posible el oligopolio público-privado. Consiste en la
complicidad del Estado en una concentración empresarial en áreas principales de
la economia: la energía y las finanzas especialmente.
Y es el abuso de la posición de dominio de esos
oligoplios lo que causa el creciente malestar del público contra las grandes
empresas. Ese el fermento inflamable y el caldo de cultivo de la violencia azuzada
por el interés político en las calles de Santiago, de Buenos Aires o de Lima.
Se alimenta de la confusión interesada en hacer
creer que la falla es intrínseca al capitalismo como tal, cuando no es sino una
falla en el arnés regulatorio.
Para
corregirla hacen falta cambios pequeños que no requieren echar al trasto la
Constitución entera, que ha traido 30 años de crecimiento y la dréstica reducción de la pobreza en el Perú.
El
cambio de la Constitución es, más bien, la trampa.
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