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MEDIA COLUMNA
El enemigo del pueblo
peruano es el Estado
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
La economía social de mercado es el modelo que la
Constitución eligió. En ella, el j de los organismos reguladores es proteger la libre competencia en el mercado y cuidar a la sociedad del abuso de las
empresas.
Esa regulación en el Perú ha fracasado. Por eso el
descontento interesado con la Constitución, que no tiene la culpa, pero a la que
se hace políticamente responsable para demandar una nueva y hacer caer al Perú
en la órbita de Caracas y La Habana.
La acusación nace del malestar contra los
oligopolios de la energía, del sistema financiero, de la gran minería, de la
salud y de los medios de comunicación, que no han sido regulados por los
organismos creados para hacerlo.
El paro de transportistas ha puesto en evidencia por fin al
oligopolio de la energía.
En efecto, el oligopolio público-privado de
Petroperú y la empresa extranjera que le obedece ha ignorado desde el 2016 los precios de referencia del organismo regulador para fijar unos precios muy superiores que son los
que hemos venido pagando todos los peruanos.
El propio Osinergmin lo ha reconocido hace poco, lavándose las manos, al decir que sus precios solo eran referenciales y que los
verdaderos precios han sido determinados por las dos empresas que producen los
combustibles. Lo ha dicho así, con todas sus letras. Y lo
En suma, hace ya cinco años que el oligopolio
público-privado de los combustibles encabezado por Petroperú le pasó por encima
al organismo regulador. Y nadie dijo nada.
Hasta hoy en que la verdad nos ha venido a
reventar en la cara con el paro de los transportistas. Por molesto que haya
resultado, ellos han tenido toda la razón en ir al paro.
¿Qué han hecho Petroperú y el Estado con los cinco mil millones de soles que se apropiaron indebidamente solo en el diesel y que hoy le deben a los peruanos?
Tendrán que dar cuenta de esto, pero no puede ser ajeno a la decisión política de construir una refinería de petróleo que no tiene ni nunca tendrá petróleo suficiente para ser una operación rentable. Un elefante blanco que va costando ya más de cinco mil millones de dólares -tres veces más de lo robado al pueblo que paga un pasaje y al transportista que le presta el servicio- y que el pueblo también paga con endeudamiento
La refinería de Talara ya es una reliquia del
pasado en un mundo en que los vehículos ya no consumirán diesel o gasolina sino
electricidad, que no provendrá ya del petróleo sino de fuentes limpias como el agua
o el aire.
Por eso resulta un sarcasmo y una burla hiriente que el
Estado haya justificado ponerle, además, un impuesto selectivo al diesel como si
fuera un bien suntuario, con el pretexto imbécil de que lo hace como una medida
para preservar el medio ambiente.
Si alguna lección hay que aprender de este
desdidachado quinquenio y del año de la pandemia es que el Estado es el enemigo
del pueblo peruano.
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