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MEDIA COLUMNA
Victoria sin gloria
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
Según las últimas encuestas, a menos de un mes del 11 de
abril, los cinco primeros candidatos están convocando apenas al 50% del
electorado.
Juan de la Puente, minucioso notario de intimidades
electorales, ha puesto en claro en entrevista televisiva que en los comicios
del 2016 a un mes de las elecciones los cinco primeros candidatos convocaban ya
a un 80% del electorado.
Se dirá que las circunstancias son muy distintas. Es cierto.
En el medio entre los dos eventos se
hallan las elecciones parlamentarias de 2019 que dieron luz a este Congreso
suplente. En esas desangeladas elecciones solo votó un 60% de los electores. El
40% no fue a votar o votó en blanco o vició su voto.
Eso no había ocurrido nunca antes. Ese fue el momento del
quiebre. El desencanto con nuestra democracia de baja gobernabilidad tocó
fondo.
¿Qué tiene de sorprendente entonces que en estas elecciones
del Bicentenario, a menos de un mes de la primera vuelta solo una mitad elige
mientras la otra mitad no quiere ir a votar o trama votar en blanco o viciar su
voto para expresar la ira que siente.
La desmoralización del país es el producto de lo que siguió
al funesto conflicto de poderes: la primera vacancia de la Presidencia, una segunda
disolución inconstitucional del Congreso y una segunda vacancia de la
Presidencia todo lo cual vino a desembocar en un conato de gobierno provisional
derribado y finalmente en el pantano de otro gobierno provisional inoperante-.
Todo esto ha sumido al Perú en la incredulidad y el desaliento.
Es desmoralización lo que el ausentismo expresa.
Por eso es ocioso discutir si las encuestadoras reflejan los
miedos irracionales del elector o si los inducen. Es un combo de ambas cosas en
un círculo que se reproduce.
Mientras sesudos profesros se devanan los sesos sobre el
significado de unas encuestas en las que el líder no tiene ni 20%, quienes las manejan
cocinan un recalentado indigesto de la estrategia: levantar al “mal mayor”
(Lescano) para que pase a la segunda vuelta con el “mal menor” (Forsyth) de modo
de arrancarle al electorado una victoria sin gloria.
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