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MEDIA
COLUMNA
Festival
de
la
inmadurez
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Finalmente nuestra democracia de baja gobernabilidad ha hecho
crisis. El círculo vicioso que la atrapa desde hace dos siglos prepara nuevamente
la recaída en el autoritarismo.
Según Aristóteles, todo fenómeno complejo tiene cuatro causas. La
crisis de nuestra débil democracia tiene una causa material, que es la enorme
desigualdad de oportunidades en la economía y la sociedad peruana. Tiene
también una causa eficiente, su terrible agravamiento por el colapso de la
economía en la pandemia. Estamos hablando ahora de vida o muerte.
Tiene también una causa formal: un equilibrio de poderes fallido
que estableció hace 200 años en la República el conflicto de poderes perpetuo originado
por la dictadura del Congreso sobre el Ejecutivo.
Y, en las últimas décadas, como solución fallida nuevamente, la
dictadura del poder Judicial ahora sobre los dos otros dos poderes.
Al llegar a su límite este estado de cosas lo que ha ocurrido
siempre en el pasado, una vez cansado el pueblo del desorden que percibe como
una injusticia insufrible, es la recaída en el autoritarismo. El salto
cualitativo a una democracia en serio estuvo y está siempre al alcance de la
mano, pero una y otra vez hemos dejado pasar la oportunidad.
Desde luego, el autorismo puede ser de extrama izquierda o de
extrema derecha. A eso nos ha llevado la polarización que ha prevalecido
durante toda la campaña electoral hasta la fecha. Esta se expresa en violencia verbal
de parte del radicalismo de izquierda y de derecha.
De un lado, los eternos universitarios adolescentes de la Católica
-que ahora piensan que ha llegado su oportunidad de tomar el poder-, pero que,
viejos ya, solo retoman una revolución imaginaria despintada por los años que
los lleva a su propia destrucción a manos de otros más radicales que ellos. Y
en el otro extremo los que viven de la fantasía de que se puede seguir
administrando el caos o, peor aun, volver a un orden del pasado que dejó de
existir en el mundo con la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil Española.
La República cumple ahora 200 años. Y lo que enseña a sus hijos es
que antes de ella hubo 300 años de oscurantismo virreinal, y antes aun el
tiempo mítico del Tahuantinsuyo (que duró solo cien), un falso contrapunto de dignidad
y humillación, dos radicalismos reaccionarios que han producido este festival
de la inmadurez.
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