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MEDIA
COLUMNA
Los
crespos hechos
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Dos hechos son importantes en el mensaje de Castillo.
El primero
es que el gobierno anuncia que enmarca su acción en
la economía social de mercado, la libre iniciativa privada y el compromiso con
la inversión nacional y extranjera. Es un giro inesperado. También llamó a la
lucha contra el oligopolio del mercantilismo. Es importante, porque la falla en
estos 30 años no es de la Constitución ni del modelo económico, sino de las reguladoras.
El oligopolio público-privado -el caso de la energía es escandaloso- no es resultado
de la Constitución ni del modelo, sino de la defección de las reguladoras.
El segundo es que el presidente parece confirmar la transición
que muchos mandatarios ha hecho honrosamente antes que él. No es “humalización”,
que alude a corrupción. La patria -dijo Castillo- está por encima de las
diferencias ideológicas. Es un paso grande para él. Lo importante es que ahora puede
haber un puente entre el gobierno y la oposición.
Hay que reparar
también en el mensaje de la víspera del secretario general del partido de
gobierno sobre la necesidad de ganar las próximas presidenciales con mayoría
parlamentaria propia. Daba pie a dos lecturas que diferían diametralmente. Pensando
mal -como es mandatorio en política-, la lectura obligada era que en su mensaje
Castillo anunciaría un adelanto de elecciones para, una vez supuestamente en el
poder que hoy no tiene, relanzar el plan que el partido mantiene semi oculto. La
segunda lectura era que Cerrón finalmente había comprendido su derrota. Había perdido.
Aferrándose a su idea fija, sin embargo, acariciaba la fantasía de una mayoría
parlamentaria propia en las elecciones de 2026. Luego del discurso, parecía claro
que Castillo se apartaría de su mentor y amigo. Es de suponer que este ya sabía
lo que venía y renunciaba con tristeza a sus sueños y a su protegido -a quien llevó
al gobierno, pero no al poder-. Luego de haber abandonado la torpe idea de la
constituyente, como había anticipado públicamente, Castillo iniciaba su transición.
Desde
luego, el discurso de Pedro Castillo no satisfizo a la oposición. No podía
hacerlo. Esta no le cree y tiene todo el derecho de sospechar de sus
intenciones. Hace bien. Ese es su papel. Deslucido tal vez, pero necesario.
Diría
luego que Castillo no debió adelantarse a los temas involucrados en la moción
de vacancia; que su presencia ha sido una estratagema para ganar protagonismo ante
el debate de la segunda moción para su vacancia; que solo ha repetido lo que incontables
veces ha dicho; que hace anuncios “gaseosos” sin contenido “concreto” y otros
lugares comunes de rigor.
La
oposición, en verdad, se comportó en el hemiciclo a la altura de las circunstancias,
aunque es difícil decir si esto se debió a su buena educación o al asombro de
no escuchar el esperado adelanto de elecciones anhelado por Cerrón, que hoy se
queda con los crespos hechos.
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