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MEDIA
COLUMNA
El
botín
Jorge
Morelli
@jorgemorelli1
Las comunidades ayacuchanas y los
profesores de Huamanga quieren la propiedad de los recursos del subsuelo para
las comunidades. Algo similar a lo que hace Estados Unidos. Solo que, desde
Roma, a ningún Estado del planeta –salvo la rara avis del ensayo de la república
diseñada a la escala de Norteamérica- se le ha ocurrido renunciar a la
propiedad de los recursos naturales bajo su territorio. El ejemplo de Estados
Unidos no ha sido seguido hasta hoy en ninguna parte.
Tampoco el Estado peruano va a renunciar
a la propiedad de los recursos naturales, desde luego. Todas las tiendas
políticas del espectro peruano sin excepción dan por sobreentendido que el
Estado es el dueño de los recursos y así lo establece la Constitución –la
expresión exacta es que son patrimonio de la Nación-, dogma que no ha merecido
hasta la fecha ni siquiera un verdadero debate público.
Muy por el contrario, la candidatura
de la dupla radical Castillo/Cerrón se propone hoy, como se sabe, “nacionalizar”
los recursos naturales. Es decir, más control de los recursos por el Estado, no
menos. Nadie sabe a qué se refiere lo de “nacionalizar”, pero al parecer lo que
quisieran es retirar a las empresas extranjeras la concesión de los recursos,
para que los tome una empresa privada “nacional”. Y obligar también a la
empresa privada “nacionalizada” a vender al Estado -al precio que este decida-
el recurso extraído para que su exportación por el Estado.
Pregunto, entonces: ¿el Estado comunista
o socialista va a renunciar al control de los recursos para entregarlos en
propiedad a las comunidades andinas y amazónicas? ¿Es broma?
Lo que quieren es controlar
el Estado porque éste controla los recursos naturales. Es el botín.
Claramente, sin embargo, el
monopolio estatal de los recursos naturales no es ni siquiera factible. Por el
contrario, es el camino a la corrupción desatada, como en Venezuela. Y tampoco
es viable –ni justo ni equitativo para los peruanos o las comunidades que no
tienen recursos naturales bajo sus tierras- entregar a las que los tienen la
propiedad de recursos que constitucionalmente son de todos los peruanos.
La única formula viable entonces, es
convertir las tierras de la superficie encima de los recursos -y las que pueden
alojar bosques- en bienes con un verdadero valor de mercado. No de mercado
local, donde no valen nada, sino de mercado global, donde tendrán un valor
inseparable de los recursos que se hallan encima o debajo.
Se trata, en suma, de convertir las superficies
encima o debajo del recurso en bienes que se pueden comprar por acciones en las
bolsas de valores del mundo. Es una solución justa y equitativa para los comuneros
y los mineros informales del Perú y para todos los peruanos. Y es el único modo
de destrabar la inversión en las minas y los bosques que son la base de la
economía del Perú de hoy y de mañana.
La solución está en el punto medio,
y esa es precisamente la propuesta de Hernando de Soto al Perú y al mundo. Solo
así los recursos naturales dejarán de ser el botín del Estado para pasar a las
manos de los peruanos.
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