Mostrando entradas con la etiqueta "La ambigüedad nunca es solución". El sistema de salud debe responder como unp solo a una emergencia nacional. Y revertir luego a un funcionamiento autónomo de las instituciones que lo integran. Mostrar todas las entradas
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domingo, 5 de julio de 2020

MEDIA COLUMNA domingo 28 junio 2020




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MEDIA COLUMNA
La ambigüedad
nunca es una solución  


Jorge Morelli
@jorgemorelli1


Hace años que todos sabemos por simple sentido común que el Estado peruano debía articular la operación del Ministerio de Salud con la del Seguro Social. Este proceso ya ha venido ocurriendo, y la pandemia lo ha acelerado.

Existe, de otro lado, la oferta privada de salud, que es una porción bastante menor del mercado –tal vez una quinta parte-.

El acuerdo recientemente anunciado -entre el Ministerio y el Seguro, de un lado, y las clínicas privadas de otro- para que el Estado pague una tarifa plana y las clínicas reciban a los pacientes de coronavirus es otro paso importante.

No es relevante ahora si la tarifa es la correcta, ni si se ha alcanzado gracias al palo o la zanahoria. La pregunta es otra. Si se va a firmar un contrato modelo entre el Estado y cada una de las clínicas, la ambigüedad no es una solución. ¿Ese contrato es un acto voluntario, como dice el ministro de Salud? Si lo es, resulta insuficiente. Si fuera obligatorio no es un contrato. Si es voluntario, la atención que el paciente requiere de inmediato está sujeta a que la clínica haya firmado el contrato. Si no lo ha hecho, el paciente no será atendido y la supuesta solución no lo es realmente.

La libertad de mercado no es negociable. Pero al mismo tiempo los avances público-privados -improvisados hoy en el mercado de la salud luego de una imprevisión de décadas- deberían dar forma a una única respuesta de la oferta a una demanda que no puede dejar de ser atendida, y que no debe ser atendida solo cuando el paciente tiene capacidad adquisitiva.

La respuesta tiene que ser una capaz de acomodarse modularmente a la naturaleza de la demanda. Ante una emergencia nacional -ya se trate de un pandemia u otro fenómeno natural, un Niño o un megasismo-, el sistema debe responder flexiblemente como un todo articulado.

Pero debe poder revertir, una vez terminada la emergencia, a un funcionamiento autónomo de las instituciones que lo integran, ya sean estas privadas o públicas incluyendo al Seguro Social, un caso sui generis de institución público-privada.

No es eso todo. La respuesta modular tiene que incluir provisiones permanentes para la atención de emergencia a pacientes en estado grave cualquiera sea el lugar o el momento en que se presenten e indistintamente de si hay o no una emergencia nacional y de si se trata de un establecimiento privado o público. Nada menos es aceptable en defecto de un sistema de salud universal gratuito como existe en otras partes, pero a un precio que no está al alcance del Estado peruano.

Es indispensable la competencia en el mercado no solo entre lo privado y lo público, sino incluso entre el Ministerio de Salud y el Seguro Social. Aunque una fusión pueda parecer a primera vista una buena idea, no lo es. Son instituciones de distinta naturaleza. El Ministerio es de todos los peruanos, el Seguro es de sus afiliados, que pagan por él. Que el Estado peruano se haga el sueco al respecto y no pague siquiera la deuda gigantesca que le tiene al Seguro solo significa que la ambigüedad nunca es una solución.


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