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MEDIA COLUMNA
La vacancia arbitraria es
el golpe parlamentario
Jorge Morelli
@jorgemorelli1
La vacancia de la Presidencia es un hoyo negro. Nadie sabe lo que hay al
otro lado. Debió saberlo la mayoría parlamentaria en el Congreso
cuando forzó arbitrariamente dos veces la vacancia de la Presidencia de Pedro
Pablo Kuczynski.
El cargo que se le imputa hoy a
su sucesor, Martín Vizcarra, es el de obstrucción de la justicia. Según la
Constitución, la destitución del presidente tiene cuatro causales, ninguna de las
cuales es obstrucción de la justicia. Los
hechos denunciados serán investigados y Vizcarra será procesado si tiene
responsabilidad en ellos. Pero solo cuando termine su gobierno y ni un minuto
antes. Porque eso es lo que manda la Constitución.
Existe en la Constitución también la vacancia de la
Presidencia por causal de “incapacidad moral permanente”, que el Congreso declara.
Tal estado no está definido en ninguna parte de la legislación peruana. Ningún
código o ley en el Perú tipifica en qué consiste esa condición humana. Originalmente,
se refería a un estado de deterioro mental evidente por sí mismo, una condición
que se constata objetivamente, como la incapacidad física o la muerte, que el
Congreso se limita a “declarar” porque no cabe debate alguno. El lenguaje de
hace un siglo sobrevive en el texto constitucional no por casualidad.
Esa condición, cuya razón de ser fue otra, ha sido convertida
en un instrumento político. Hoy la presunta “incapacidad moral permanente” consiste
en lo que el Congreso quiera, algo que depende de la opinión subjetiva y de la
interpretación política que las bancadas quieran darle.
En suma, la vacancia de la Presidencia de la
República por esa causal es un acto arbitrario.
Es indispensable eliminar de la Constitución esa causal
de vacancia porque su única función es darle al Congreso un arma que usa
arbitrariamente. Y es una Espada de Damocles no ya sobre la cabeza del
Presidente, sino sobre la misma gobernabilidad democrática.
La vacancia arbitraria es parte del fallido equilibrio
de poderes que hace de la nuestra una democracia de baja gobernabilidad. Hay
una falla en la arquitectura constitucional detrás del ciclo de los golpes de
Estado de nuestra historia republicana. El equilibrio de poderes –lo que los
americanos llaman checks and balances- no ha existido nunca en el Perú desde la
fundación misma de la República, que hoy llega a su Bicentenario.
¿En qué consiste la falla? Es sencillo. Mientras el
Congreso tiene tres armas políticas devastadoras -la vacancia arbitraria, la
censura de ministros, y la insistencia en las leyes observadas por el Ejecutivo
-en ambos casos con la mitad de los votos de la única cámara-, el Ejecutivo
tiene una sola arma: la disolución del Congreso. Y, como premio consuelo, la delegación
de facultades para legislar, que también depende del Congreso.
Esto ocurre solo en el Perú y en ninguna otra
democracia de América, desde Chile y la Argentina hasta México y Estados
Unidos. En muchas ni siquiera existe la censura de ministros y en todas ellas,
sin excepción, la insistencia requiere dos tercios de los votos de dos cámaras.
En nuestro fallido equilibrio de poderes, en cambio, el Congreso prevalece
siempre. Por eso se llama a sí mismo el ”primer poder del Estado”.
El fallido equilibrio de poderes ha estado siempre
detrás del golpe de Estado del autoritarismo y de la vacancia arbitraria, que es
el golpe parlamentario.
Al llegar la República a su Bicentenario, es hora
de poner fin a esto rediseñando el equilibrio de poderes del que depende el
salto cualitativo a una democracia de verdad.
Es la deuda que la clase política tiene con el
Perú.
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